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La repercusión turística y no disuadir de llamar al 112, dos hándicaps a la hora de empezar a cobrar los rescates

El helicóptero del Gobierno durante un rescate en Cillorigo de Liébana.

Javier Fernández Rubio

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En dos años y medio, entre 2017 y la actualidad, el helicóptero de rescate del Gobierno de Cantabria ha efectuado 341 intervenciones, la mayor parte en montaña. Camaleño se lleva la palma en cuanto a visitas del helicóptero para realizar una emergencia, con 43 intervenciones, seguido por Castro Urdiales, con una treintena.

Según una información remitida por el Gobierno de Cantabria al Parlamento, el helicóptero del servicio de emergencias 112, lleva efectuadas 81 salidas este año, por causas de todo tipo, desde un esguince de tobillo hasta un rescate en mar. La cifra aún está lejos de la del año pasado (142) pero ya se acerca al total de 2017 (118).

El Gobierno de Cantabria tiene posibilidad de cobrar aquellos rescates que se produzcan por dolo o negligencia imputable. Sin embargo, no ha ejercido esta posibilidad hasta el momento. Varios son los motivos: oficialmente ya se trabaja en una mejor definición de este tipo de circunstancias que ahora mismo se mueven en la ambigüedad. La definición de qué es imprudencia facilitará el envío de una factura con los gastos del rescate a los casos más evidentes de negligencia.

Hay otras explicaciones de la renuencia de las administraciones. Y hay que buscarlas en el temor de las autoridades a que ello repercuta negativamente en el turismo (muchos de los accidentados son simples visitantes sin una preparación específica) o que también disuada de recurrir al servicio del 112 (por la posibilidad de que se cobre al accidentado) lo que resienta el servicio de protección.

El Gobierno de Cantabria es, sin embargo, cada vez más proclive a cobrar, al menos los casos más escandalosos, toda vez que la primera hora de vuelo del helicóptero cuesta en torno a 1.900 euros.

La consejera Paula Fernández se pronunció al respecto cuando surgió la última polémica por el rescate a una turista que este verano se tiró al agua desde el Faro del Caballo, en Santoña. Entonces ya anunciaba la modificación de la normativa a través de la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos porque se cobrarán los rescates. ¿Cuándo? Cuando afecten a personas que realicen una actividad en un lugar señalizado como prohibido para ella; cuando se desoiga una advertencia sobre una alerta de fenómenos meteorológicos adversos; y cuando, si la actividad necesita una autorización previa, dicho trámite no se ha hecho o si la persona la ha realizado sin usar el equipamiento adecuado para ello.

Tipología

Aunque en Cantabria no faltan playas ni kilómetros de costa, el rescate más habitual se produce en montaña (133 estos dos años y medio). Lógicamente, le siguen los que se producen en playa (76) y costa (45). La espeleología, pese al aparatoso despliegue que produce una intervención en una sima como la del complejo Cueto-Coventosa, apenas ha supuesto cuatro rescates en este período.

Proliferan actuaciones por accidente, pero también se producen salidas en casos de asistencia sanitaria, seguridad ciudadana y salvamento marítimo.

El senderismo es la actividad que más percances produce y que obliguen a intervenir al helicóptero del Gobierno (84), seguida de la posibilidad de un ahogamiento en playa (61) y la práctica del montañismo (49).

Por municipios, y aparte de Camaleño y Castro Urdiales antes citados, proliferan los de costa y playa, como Santander, Ribamontán al Mar y Noja.

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