Los investigadores no hallan ADN de terceras personas en el lugar del doble crimen de Liaño
Los investigadores del doble crimen de Liaño, en el que fallecieron una mujer y su bebé presuntamente a manos de la expareja y padre de las víctimas, no han encontrado ADN de otras personas en el lugar de los hechos, en la casa de esta localidad cántabra en la que vivían ambas y donde fueron halladas sin vida a finales de 2021, por lo que descartan la participación de terceros en su muerte.
Así, en la vivienda, en el municipio de Villaescusa, han encontrado restos genéticos de madre e hija y del propio sospechoso, incluso en la mantita de la pequeña, que tenía once meses de edad, y en la que apareció envuelto su cadáver, según consta en el informe policial con las diligencias practicadas hasta ahora, al que ha tenido acceso Europa Press.
Del extenso documento se desprenden también distintas evidencias que sitúan en el sitio y horas de lo sucedido, desde la tarde del 16 de diciembre hasta primera hora del día 17, al hombre, José R., que tenía 43 años y que se declaró inocente, negando su participación en lo ocurrido, aunque es el único procesado en esta causa y por la que está desde entonces en prisión provisional.
Entre esas evidencias destacan las relacionadas con los teléfonos del supuesto agresor y de su expareja y madre de su hija, Eva J., de 40 años, sobre la que tenía orden de alejamiento que habría quebrantado incluso hasta dos veces ese día.
Y es que ambos terminales registraron la misma temperatura a lo largo de la tarde noche de la jornada en la que se produjo el crimen y la posterior madrugada, lo que a juicio de los agentes de la Policía Judicial que han elaborado el atestado es indicativo de que los dos aparatos estuvieron siempre en el mismo lugar. Además, los grados son compatibles con los que haría, a las puertas del invierno, en el interior de la casa y no el exterior.
Del análisis de actividad y registros de conexiones se deduce también que durante la noche fueron utilizados a la vez pero de modo alternativo, es decir, en momentos puntuales y siempre uno a continuación del otro, nunca de manera simultánea en el tiempo.
Los investigadores creen que los dos teléfonos eran usados por una misma persona, el sospechoso, idea que refuerza además las expresiones, ortografía y abreviaturas empleadas en mensajes que se enviaron desde el terminal de la mujer con posterioridad a la hora de su fallecimiento, y que no coinciden con la manera habitual de comunicarse la víctima, según sus allegados.
Creen que el sospechoso accedió y usó su terminal para comprobar si había quedado con alguien y evitar que nadie fuera a la vivienda, en aras de “ganar tiempo” y evitar ser “sorprendido” en el lugar.
La última conexión del WhatsApp de ella fue a las 4.41 de la madrugada, es decir, varias horas después de la data de la muerte, que los forenses sitúan entre las siete de la tarde y nueve de la noche del 16 de diciembre
Asimismo, el hombre sabía el patrón de desbloqueo del terminal de la mujer, de acuerdo con las declaraciones de familiares de la víctima, que a su vez aseguraron desconocer dicho patrón.
También les llamó la atención a los efectivos policiales que el teléfono de la Eva J. estuviera limpio -al ser una superficie lisa es fácil de hacer- y que apareciera colocado cerca del lugar donde hallaron los cuerpos, “arrojado y oculto”, pero no en una posición compatible con una caída tras un forcejeo o pelea.
En este sentido, apuntan en su informe que el cuerpo de la víctima presentaba signos compatibles con una lucha o reacción de defensa, como heridas en los nudillos de los dedos, en tanto que él tenía lesiones en un brazo hechas al parecer con la cuchilla de un sacapuntas.
Geolocalización de los teléfonos
Además, los datos de geolocalización del teléfono móvil del acusado y del terminal de la mujer sitúan a ambos en las mismas horas y lugar de los hechos, según el informe pericial elaborado por la Policía Judicial con la información aportada por compañías telefónicas.
Los datos registrados en distintos repetidores y antenas de telefonía de la zona reflejan una coincidencia espacial y temporal de los dos terminales, que permanecieron en el interior de la casa entre las cuatro y media de la tarde del día 16 y las ocho y media de la mañana del 17.
Esa franja horaria abarca el momento en el que habría sucedido el crimen y las horas posteriores al mismo también, y estos datos desmentirían la versión del sospechoso, que aseguró que tras el requerimiento y personación de la Guardia Civil por la tarde abandonó la vivienda y no pasó la noche en ella.
Según fuentes conocedoras de sus distintas declaraciones durante la instrucción, José R. habría incurrido en diferentes cambios y contradicciones en el relato de hechos, algunos de ellos relacionados precisamente con el lugar donde permaneció las horas posteriores al fallecimiento de su ex y de su hija.
A ello se suma su comportamiento y expresiones previas a lo sucedido, caracterizadas según las citadas fuentes por el “desprecio” y un “odio atroz” a la pequeña, a la que se refería con “insultos y amenazas” también. Esa “inquina” al bebé podría apreciarse asimismo en su actitud, pues los muebles de la habitación aparecieron “destrozados”.
Detención y envío a prisión
José R. fue detenido horas después del hallazgo de los cuerpos, tras personarse en dependencias policiales a requerimiento de las autoridades, y fue enviado a prisión, donde permanece provisionalmente, como presunto autor de la muerte de quien había sido su pareja y la niña de ambos.
Al parecer, el hombre habría quebrantado -incluso hasta en dos ocasiones el mismo día de los hechos- la orden de alejamiento que tenía sobre la mujer, dictada por el Juzgado de lo Penal número 5 de Santander (la causa está siendo instruida por el titular del Juzgado de Violencia de Género sobre la Mujer número 1 de Santander).
Ella había llamado a la Guardia Civil porque el sospechoso estaba en su domicilio y se personó en el lugar una patrulla con dos efectivos, que no arrestaron a José R.
Un motivo por el que la Benemérita abrió una investigación interna y un expediente que acabó en sanción a los tres agentes -un sargento también- que intervinieron la tarde del suceso.
Desde su detención, el investigado ha negado la autoría de ambas muertes -cometidas con arma blanca, aunque no ha aparecido- y su participación en lo sucedido, declarándose inocente.
Pero tras pasar a disposición judicial, se decretó prisión provisional, comunicada y sin fianza, por dos delitos de homicidio y uno de quebrantamiento de medida cautelar. Así, fue enviado a la cárcel de El Dueso, en Santoña, aunque meses después se le trasladó a la de Dueñas, en Palencia.
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