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ENTREVISTA

Markus Gabriel, filósofo: “La política no tiene el poder de hacer mejor a la humanidad”

El filósofo alemán Markus Gabriel en la UIMP de Santander.

Olga Agüero

Santander —
10 de agosto de 2025 21:38 h

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La caída de un monopatín y un tobillo roto han llevado a Markus Gabriel (Remagen, Alemania, 1980) a proclamar que el mundo no existe. Durante aquella convalecencia le regalaron un libro de filosofía que no entendió. Tenía 16 años, pero no se dio por derrotado. El siguiente, curiosamente del pesimista Arthur Schopenhauer, todo lo opuesto a su carácter, fue una auténtica revelación. Dice que ha inventado un sistema filosófico para interpretar el mundo que supera el de Kant: el optimismo del 'Nuevo Realismo', la corriente que algunos acogieron con cierto escepticismo por su aparente ingenuidad, que propone diseñar un futuro deseable basado en la ética.

Precoz y superdotado, con 28 años se convirtió en el catedrático de Filosofía más joven de Alemania. Habla con fluidez diez idiomas. Sacudió la filosofía postulando una nueva ilustración: cooperar en vez de competir. Ahora sostiene que la función de la democracia no es ser más ética, que eso -en un contexto capitalista- corresponde a los empresarios porque “la política no tiene el poder de hacer mejor a la humanidad”. Desde los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander formula otro polémico juicio: “Los hechos morales son aún más importante que la democracia”. Hasta tal punto que el pensador alemán considera “mejor un gobierno no democrático que no viole la ética, que una democracia que viola la ética”.

Usted proclama un provocativo axioma: “El mundo no existe”. Entonces ¿nosotros tampoco?

Nosotros sí. La idea fundamental de esta tesis de la corriente del Nuevo Realismo es que no todo está conectado. La realidad en la que vivimos tiene varias capas. Por ejemplo, existe España y España forma parte -afortunadamente- de la Unión Europea. Así, tenemos una estructura: la Unión Europea contiene España. Pero lo que no existe en España directamente son los números, que existen en un campo abstracto, que no están en ningún lugar, ni siquiera en Tenerife. Es decir, que el campo de los números y el campo de los estados nacionales e incluso el campo del universo como objeto físico, esos campos que yo llamo 'campos de sentido', no están todos conectados entre sí. Es decir, que no hay un espacio tiempo de todos los campos. Es un gran fragmento que se manifiesta a través de movimiento, de cambio, de tiempo. Esa es la idea fundamental del Nuevo Realismo.

No todo es ciencia y técnica. Usted apela a que necesitamos la filosofía moral y plantea una nueva ilustración, un nuevo realismo que es optimista, cree en el bien y el progreso social. ¿No es una receta un poco ingenua en estos tiempos de ruido y de una conversación pública hostil?

Tanto pesimismo afecta a una regresión total que vemos ahora. Hay elementos de una regresión total en la esfera geopolítica: guerras, polarización de la opinión pública, crisis de la democracia. Todo son fenómenos reales, pero el pesimista -tanto como el optimista que soy yo- anticipa un futuro, porque nadie sabe cómo será el futuro. Entonces... ¿qué herramientas tenemos para anticipar realmente un futuro? La única herramienta es la idea de una nueva ilustración, diseñar un futuro deseable, diseñar qué futuro queremos. El pesimista también quiere un futuro que es la destrucción total de la humanidad. Yo, al contrario, quiero continuar con el programa del progreso, de la modernidad, de la modernización de la sociedad... es decir: libertad, justicia social, emancipación de todos, etcétera. Tanto el optimismo como el pesimismo son decisiones, no descripciones de lo que pasa. Por eso mi posición, el Nuevo Realismo, no es ingenuo, acepta los fenómenos tal como son. Pero niego que la realidad necesariamente vaya en la dirección de la destrucción de todo.

Ser más ético no es la función de un gobierno democrático

¿Puede usted solo con esta batalla de imponer la ética, de promover este nuevo realismo? ¿Echa en falta, quizá, cierto espíritu colectivo que tuvo en su día la Escuela de Frankfurt?

Soy completamente crítico de la Teoría Crítica. No nos ofrece nada positivo, por definición, y entonces la Escuela de Frankfurt solo critica el statu quo, describe las patologías del statu quo. Claro que hay problemas y necesitamos un diagnóstico. Pero vive de presunciones positivas que no articula. Porque si el statu quo es malo, eso presupone que tenemos acceso a un concepto de bien. Entonces, si el mal del mundo no es el bien... ¿qué es el bien? Mi teoría es más positiva en este sentido, anticipa un futuro concreto.

Lo que es moralmente bueno va cambiando con los tiempos. Se producen fenómenos sociales de relativismo ético. Hace años era impensable que alguien reivindicase el fascismo, por ejemplo. ¿Qué ha pasado para que ahora no se considere moralmente reprobable la xenofobia, para que se estigmatice a los migrantes?

No es que cambie la ética. Son errores. El fascismo, la misoginia, el racismo... todo eso son errores. Antes, cuando vivíamos en democracias sin el voto femenino, por ejemplo, era un error. No es que cambiemos, es que progresamos. El voto femenino, el contrarracismo, el abrirnos al otro, la integración.. estos fenómenos son progresos morales en el sentido de que revelan la realidad moral mejor que la oscuridad moral que ahora vemos en todo el mundo. Es decir, la ética no cambia. Lo que cambia es el comportamiento humano, que es libre. La libre voluntad es precisamente la capacidad de también hacer el mal.

Markus Gabriel en la conferencia que pronunció en Santander.

En este contexto, ¿tiene alguna influencia la disputa por el concepto de verdad que ahora ya es difícil distinguir de la mentira?

Absolutamente, porque sin saber lo que es verdad no podemos identificar los hechos morales. Un hecho moral es algo que debemos hacer simplemente en virtud de la humanidad que compartimos con otros. Defino un hecho moral como una respuesta verdadera a una cuestión ética, el respeto que nos debemos los unos a los otros.

La sociedad presuntamente civilizada es incapaz de frenar lo que está sucediendo en Gaza. ¿En qué lugar nos deja eso como seres humanos?

Los grandes conflictos geopolíticos en este momento nos muestran precisamente la igualdad radical. Matar a niños es siempre el mal más radical posible y no depende de quién lo hace. No hay ninguna justificación de ningún ataque contra niños, hospitales, etcétera. No se justifica de ninguna manera desde el punto de vista ético. Por eso vivimos en una época en la que tenemos que entender que la democracia sin ética no tiene ningún valor. Claro que Israel, en un cierto sentido, sigue siendo una democracia muy estable en este momento desde el punto de vista institucional. No tenemos que olvidar que antes del 7 de octubre en Gaza en Israel había una crisis institucional del estado nacional. Es el mismo estado que ya estaba en crisis, con corrupción, con Netanyahu... Ahí tenemos una democracia, no perfecta. Y esta democracia ahora comete crímenes horribles contra la humanidad y viola hechos morales. Eso es lo importante, la violación de hechos morales no tiene justificación y eso es una lección importante de este momento: que los hechos morales son aún más importantes que la democracia. Es mejor un gobierno no democrático que no viole la ética, que una democracia que viola la ética.

Lo que tenemos en las redes sociales es una representación extremamente simplificada del estereotipo de una vida humana, y los estereotipos son polarizados por la lógica de las redes sociales: la lógica del miedo y los algoritmos

¿Cómo operan las redes sociales en este presente que está describiendo? ¿Qué papel juegan?

En este momento las redes sociales que todavía tenemos van cambiando debido a la Inteligencia Artificial. En pocos años las redes sociales no existirán tal como son ahora. Pero, en todo caso, lo que hacen es que producen la polarización porque en una red social no se encuentra el otro, se encuentra el estereotipo del otro, no su mera opinión política, su presentación siempre filtrada. El otro o la otra se encuentra en el amor, en la amistad, en el debate continuo, en carne y hueso. Y lo que tenemos en las redes sociales es una representación extremamente simplificada del estereotipo de una vida humana, y los estereotipos son polarizados por la lógica de las redes sociales: la lógica del miedo y los algoritmos.

Ha venido a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo para hablar de Inteligencia Artificial. ¿Cómo puede cambiar el mundo desde el punto de vista ético?

Lo propongo en el libro que va a salir en otoño en España. El argumento es que visto que vivimos en condiciones capitalistas y que producimos plusvalía en condiciones de empresa y mercado libre organizado por los estados de derecho como en España, la única forma es reformar la manera en que producimos la plusvalía. Es decir, las empresas ahora tienen la responsabilidad del progreso moral, no es una cuestión política. La política tiene su poder, pero la política no tiene el poder de hacer mejor a la humanidad. Ser más ético no es la función de un gobierno democrático, organiza las instituciones y las reglas en el contexto del derecho y por eso creo que la iniciativa y la responsabilidad tiene que ser de los empresarios, porque vivimos en el capitalismo, para bien o para mal.

¿Nos podría limitar la IA a la hora de desarrollar pensamiento propio y crítico?

Es un peligro real pero todo depende de su uso. La Inteligencia Artificial es menos peligrosa que las redes sociales porque tiene un lado potencialmente emancipador, es un espejo mágico: responde al deseo de lo que usas, es mucho más personalizada que las redes sociales. Es una paradoja, pero ahí tenemos una oportunidad de emancipación.

Usted sostiene que los confinamientos en la pandemia fueron inmorales. ¿Por qué asume esta postura? ¿Lo considera inmoral simplemente porque restringe la libertad individual?

Ya había pandemias antes de la COVID, después de la guerra. La pandemia del SIDA fue grande, pero el sexo todavía era legal. Hay varias maneras de resolver una pandemia. En Europa hubo un confinamiento brutal y ni siquiera funcionaba. En la primera ola en España había más muertos que en las otras olas por varias razones. Pero España en la segunda ola era mucho más liberal con restaurantes y teatros abiertos con mascarilla. Los españoles, sobre todo en la segunda y tercera ola, eran mucho más responsables y liberales que los alemanes. Era un espejo muy interesante. Responsabilidad es la respuesta, y no confinamiento. Una democracia liberal tiene que resolver sus problemas con métodos liberales y el confinamiento era un método no liberal inventado por China, que es una dictadura extrema. Jamás se tienen que copiar los métodos de las dictaduras.

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