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La espectacular transformación de las Casas Colgadas de Cuenca

Casas Colgadas de Cuenca en una imagen de archivo

Carmen Bachiller

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Un documental muestra, paso a paso, la rehabilitación de La Casa de la Sirena y Casa Bajada a San Pablo, más conocidas como las Casas Colgadas de Cuenca que, desde la próxima semana se convertirán en un restaurante regentado por el chef conquense Jesús Segura, que cuenta con una Estrella Michelín y que resultó adjudicatario “tras un exigente proceso”, según ha explicado el Ayuntamiento. 

La productora conquense Other Lands ha elaborado el documental para el Consorcio de la Ciudad de Cuenca y muestra el trabajo de rehabilitación del edificio más emblemático de la ciudad durante muchos meses. Hace un seguimiento de la obra desde el principio, mano a mano con obreros, arquitectos, ingenieros y personal del Consorcio.

Se habla de la parte histórica, del estado previo de las Casas Colgadas y de lo que supone su reforma. Y para hacerlo el Ayuntamiento explica que “ha sido esencial” la colaboración de la Fundación Juan March, así como los archivos personales de la familia de Julián García y los arquitectos Pablo y Daniel León, que han cedido algunas de las imágenes antiguas que se pueden ver en el documental. 

600 años de historia

Pedro Miguel Ibáñez, historiador e investigador hace un recorrido por los 600 años de historia del edificio durante el documental. Su origen se remonta a la Baja Edad Media. “En el siglo XV ya hay documentos que ofrecen un referente cronológico”. El investigador destaca un “momento muy importante en su historia”, allá por 1481, cuando el canónigo Gonzalo González de Cañamares compró las casas.

“Eran arquitectura doméstica para viviendas privadas; arquitectura popular de Cuenca con sus entramados y voladizos que se convirtieron en icono urbano a finales del siglo XIX y seguramente tuvo que ver con el hundimiento del puente de San Pablo, que era hasta entonces el icono de Cuenca”.

En 1926 fueron adquiridas y demolidas por el Ayuntamiento. El arquitecto Fernando Alcántara diseñó el proyecto. “Fue el autor de las famosas balconadas que hoy podemos ver”.

Después, en los años 60 del siglo XX, el historiador habla de “una verdadera bendición” cuando llega Fernando Zóbel con su impresionante colección de arte abstracto. Es entonces cuando se adapta como museo y en 2016 reabrió tras otro proceso de ampliación y renovación.

Un edificio “degradado, con patologías y casi abandonado”

Con el paso del tiempo las Casas Colgadas sufrieron “patologías, degradación y casi un abandono”, explica el arquitecto Miguel Ángel Redondo. En 2016 fueron catalogadas como Bien de Interés Cultural (BIC). En su restauración han pesado muchos condicionantes por la singularidad del espacio. “Era fundamental poder meter un restaurante con la normativa actual y en este edificio”.

Las obras se iniciaron en diciembre de 2018 con plazo de ejecución de seis meses que no ha podido cumplirse. Con un presupuesto de un millón de euros, Juan Zamora, el responsable de ejecución de la obra de rehabilitación explica que se encontraron con una “sorpresa” en los balcones de las Casas Colgadas. En 2019 se encontraron en las vigas materia orgánica descompuesta y podrida por la humedad, aunque en un primer momento se hablase de carcoma. “No era cierto”. El proyecto tuvo que ser modificado y pasó a costar 100.000 euros más. Después la llegada de la pandemia de COVID-19 ralentizó los trabajos. “En total la obra ha costado en torno a 1,2 millones de euros. Ha sido toda una aventura para este edificio. Se lo merece”.

Ricardo Alonso, arquitecto técnico del Consorcio Ciudad de Cuenca explica que “hay otra parte en la que está el museo pero nosotros actuamos solo en la parte del restaurante” y habla de “la dificultad de no tener accesos apropiados para realizar la obra. Son tres intervenciones en una sola obra”. Se han usado materiales y profesionales “muy especiales”.

Se han recuperado espacios para la ciudadanía. Se va a poder salir a las balconadas y el edificio tendrá accesibilidad y climatización, elementos de los que carecía. En las Casas Colgadas ya hubo un mesón. Y por eso ahora en el hall de entrada podrá verse una fotografía del día de aquella inauguración. Es una imagen de los artistas del Grupo 'El Paso' que apostaron por la vanguardia durante el franquismo para renovar un panorama artístico paralizado: Rafael Canogar, Luís Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Antonio Suárez, los escultores Pablo Serrano y Martín Chirino y los críticos Manuel Conde y José Ayllón, además de la incorporación posterior de los pintores Manuel Rivera y Manuel Viola.

Donde estaban los baños hay ahora una cava para vinos. Todos los artesonados se han restaurado y predomina un color negro en el comedor que, según explica el arquitecto Javier Redondo, “permiten que los ojos de la gente cuando llegan se vayan hacia el paisaje, el verdadero protagonista”. La transformación es total y oculta algunas sorpresas. Hoy el antiguo Museo Zóbel ha pasado a ser la 'sala blanca'. “Se puede meter un elemento moderno en un edificio patrimonial sin desvirtuarlo. Con sentido crítico y de excelencia para hacer de Cuenca una ciudad competitiva de la que no se vayan nuestros hijos”, asegura el también arquitecto Miguel Ángel Redondo.

Las Casas Colgadas “son un icono y no solo para la ciudad. Creo que se nos conoce a nivel nacional e internacional por este edificio”, asegura el alcalde, Darío Dolz, quien recuerda que eran una obras “que pedíamos todos los conquenses”. Para Daniel León, gerente del Consorcio, “es un ejemplo claro de buen hacer cuando todas las administraciones reman en la misma dirección” y califica la actuación de “modélica”.

“Son un triunfo de la Humanidad. Donde ahora están las Casas Colgadas antes estaban las murallas de la ciudad”, explica el arqueólogo e historiador de la Universidad de Castilla-La Mancha, Miguel Ángel Valero que también es concejal de Cultura, Patrimonio Histórico y Turismo. “Cuando estas tierras fueron pacificadas se retiró la muralla y la arquitectura le ganó el espacio al vértigo y al cielo”.

El alcalde cree que la rehabilitación marcará “un antes y un después. Espero que este espacio le dé una proyección de futuro importante a la ciudad junto al Museo Español de Arte Abstracto”.

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