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“El día que me dijeron que el Estado me ayudaría casi lloro de la emoción”

F. Valverde y M. Tirado, foto por Gonzalo Gómez

Gonzalo Gómez Montoro

¿Cuándo llegasteis a Montpellier?

FV: Llegamos en 2012 con nuestra hija pequeña. Antes vivíamos en Menorca. En España yo había tenido trabajos precarios de programador informático, traductor y agente para personas con movilidad reducida en el Aeropuerto de Menorca. No ganaba más de mil euros al mes, y parte de mi sueldo se lo quedaba una ETT. Hasta que me quedé en el paro. Mi mujer, que es música, impartía clases de canto y daba conciertos, aunque el sueldo se le iba en pagar la cuota de autónoma y a la persona que le hacía las gestiones. Luego, cuando llegó la crisis, los ayuntamientos dejaron de contratarla y los estudiantes no podían pagar las clases. De pronto nos vimos sin trabajo y pagando una hipoteca. En la isla no había expectativa de encontrar empleo. Decidimos venir a Montpellier solo porque aquí vivía una hermana de Marina. No traíamos contrato de trabajo ni nada por el estilo.

¿Cómo fueron los primeros tiempos en Francia?

MT: Fueron muy difíciles. Sólo cobrábamos el paro español de Francisco, que exportamos gracias a una funcionaria que nos lo sugirió en el último momento. Todo lo que ingresábamos se nos iba en pagar la hipoteca y el apartamento de Montpellier, que sólo tiene una habitación que también es el salón donde dormimos los tres. Yo tuve que tocar música en la calle para poder comprar comida. Me ponía en una plaza con una guitarra y un amplificador hasta que llegó el invierno. Luego las cosas mejoraron poco a poco. Al cabo de unos meses surgieron algunas clases de música y actuaciones en locales, y después trabajé en una residencia de ancianos. Pese a todo, no puedo quejarme. Ahora me dedico a lo que me gusta. Además, toco música folclórica colombiana, y en Francia se han interesado mucho más por este asunto que en España.

Adaptarse para sobrevivir

Adaptarse para sobrevivir¿Qué otros trabajos habéis hecho?

FV: Yo empecé de ayudante de cocina en un restaurante. Estuve tres semanas de prueba, cobrando en negro, pero al final no me contrataron. Actualmente trabajo en una empresa de agricultura ecológica. Me tratan bien y estoy contento. Como empleado, siento más respeto en Francia que en España. En España parece que las empresas tienen miedo a hacerte un contrato indefinido, y al final, como trabajador, tienes la impresión de que no progresas. A los pocos meses te despedirán para contratar a otro. A la persona que toma las decisiones le da igual que te esfuerces o no. Esto no ocurre aquí.

¿Creéis posible retornar a España?

MT: No creo que pueda volver a corto plazo, y a veces lo veo como algo casi de ciencia-ficción. Tendría que haber un cambio de sistema, que llegara un gobierno que de verdad representara al pueblo, se preocupara por él y no robara como otros lo han estado haciendo. Para ello quizá tengan que pasar varias generaciones. Pero a mí sí me gustaría retornar a España. Hace poco fuimos a Menorca en vacaciones y, al llegar, mi hija de cinco años dijo que su verdadera casa estaba allí, y no en Montpellier. A mí se me partió el alma. En España tenemos muchas cosas importantes, pero estamos desprotegidos por la administración. Aquí en Francia recibimos ayudas aunque sea por tener una hija. Sólo son unos euros al mes, pero el día que me dijeron que el estado me ayudaría casi lloro de la emoción.

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