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Llera: un lince salvado de morir por una trampa de cazadores

Imagen de la hembra 'Llera' cuando fue encontrada

elDiarioclm.es

Kala, Kivu, Kenitra o Kairós no corrieron la misma suerte y acabaron muertos, y esta semana ha estado cerca de morir el quinto lince ibérico en Castilla-La Mancha. Se trata concretamente de Llera, uno de los ejemplares soltados en la última ronda en la provincia de Ciudad Real que quedó atrapado en un alar de cazadores, igual que murió Kairós hace cuatro meses, muerte de un ejemplar por el que hay una persona imputada. Un alar ha estado a punto de llevarse por delante la vida de otro de estos ejemplares del millonario plan que la Unión Europea destina a España para recuperar esta especie y de nuevo por un elemento de caza que no fue retirado.

La única parte positiva de la noticia es que el animal fue encontrado atrapado en la localidad albaceteña de Casas de Lázaro, cuando había sido liberado en Almuradiel (Ciudad Real). Esto indica que los ejemplares se están extendiendo por la región y saliendo de la zona de suelta, pero a la vez pone en evidencia la mala preparación de la comunidad para asumir la integridad de estos animales. En esta ocasión el guarda de la finca, encargado de avisar a las autoridades (o de acabar con el animal que encuentre en la trampa) avisó a las autoridades de que se había quedado atrapado un lince. No obstante los ejemplares de este plan llevan un geolocalizador, por lo que de no haber avisado se habría encontrado al animal.

Este lazo era una trampa para zorros de dicha localidad albaceteña. Estaba autorizado con todos los permisos, pero demuestra, según 'Ecologistas en Acción', que con la suelta de los linces “se está jugando con fuego. Se supone que las trampas homologadas por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente son selectivas y no afectarían a las especies protegidas”, según indica la organización, pero ya es el segundo ejemplar que cae en una de ellas, aunque afortunadamente este se haya salvado.

El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente ya pidió la exclusión en las zonas de presencia de linces o lobos de lazos, métodos de captura, alares y diversas trampas, pero la Consejería de Agricultura no ha seguido esta directriz y mantiene miles de estos lazos permitidos en Castilla-La Mancha. Lazos con tope en alar, lazo wisconsin al paso o lazos propulsados tipos collarum, diferentes trampas 'esperan' a los animales liberados sin que sean retiradas antes de su suelta. Más alarmante, si cabe, es permitir batidas de zorros y cacerías masivas en las zonas de suelta, algo que ya acabó con la vida de Kenitra de un disparo en la cabeza.

Que el animal se haya encontrado ya en la provincia de Albacete implica la importancia de incluir en la lista de zonas libres de trampas las zonas de expansión así como otras zonas críticas. El lince ibérico se mueve en relación a la población de conejo y liebre de diferentes zonas y es un animal que abarca mucho territorio, pudiendo aparecer alguno de los ejemplares a más de un centenar de kilómetros del lugar de su suelta. Su extensión es muestra por un lado de que se adapta al territorio, pero por otro de que la región tiene que adaptar todos los métodos de caza a la existencia de unos animales protegidos. “La decisión depende de quién maneje la trampa y vea el lince o el animal atrapado. Por normativa, las personas encargadas de ello son los propios guardas y gestores de los cotos de caza, por lo que la decisión de avisar o no avisar, de liberar o matar un animal que caiga en una trampa recae sobre ellos. En el caso de Llera ha habido suerte y el guarda ha avisado, seguramente alertado porque los linces portan transmisores y son especies en peligro de extinción. ¿Qué pasará cuando caiga un lince sin emisor, o un gato montés o un tejón u otra especie en la siguiente ocasión? ¿Avisarán todos los guardas de todas las capturas sobre especies que no sean zorros?”, se preguntan desde Ecologistas en Acción.

Fue la caza precisamente el principal motivo por el que el lince ibérico desapareció de Castilla-La Mancha. Ahora también es el principal motivo de muerte de los animales que se están soltando para devolverlos a su hábitat, sin que los organismos oficiales, según las asociaciones ecologistas, se encarguen de su correcta protección.

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