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Caos y decepción entre los primeros ucranianos que piden protección en la Fira de Barcelona

Ciudadanos ucranianos a las puertas del pabellón 7 de la Fira de Barcelona

Lúa Pena Dopazo

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Violeta Dyka (20 años) ha sido una de las primeras ciudadanas ucranianas que se han desplazado este viernes hasta la Fira de Barcelona para acreditar su condición de refugiada de guerra. La joven llegó sola a Barcelona desde Kiev el pasado 10 de marzo y, desde entonces, se ha quedado en casa de una familiar. El resto de su familia y su novio se han quedado en Ucrania, en la región de Kremenchuk. “He venido hasta aquí para conseguir el documento de protección temporal, pero nos han dicho que hoy solo atienden casos urgentes”, relataba. “Para mí no supone un problema no tener este papel, pero he gastado todo el dinero que tenía en el viaje y me preocupa tener que ir al médico y no poder pagarlo”, añadía.

Como ella, otros ciudadanos ucranianos y sus acompañantes han acudido al pabellón número siete de la Fira de Montjuïc de Barcelona en búsqueda de ayuda con los trámites burocráticos. Algunos incluso han hecho cola desde primera hora de la mañana a las puertas del pabellón porque esperaban poder solicitar el documento que los reconoce como refugiados –el llamado documento de protección temporal europea– y que les permite acceder a determinados servicios como la asistencia sanitaria. Sin embargo, se han encontrado con que en el punto habilitado solo se atendía a aquellas personas que necesitasen asistencia urgente por no disponer de un lugar donde dormir.

Dyka, como la mayoría de sus conciudadanos, ha tenido que volver a la casa de sus parientes sin poder conseguir la cita para solicitar la protección temporal. “He llamado al teléfono que me han dado varias veces, pero no funciona”, afirmaba. La joven también contaba que su novio se ha quedado en Ucrania y ha intentado alistarse para luchar contra los rusos, pero que “el ejército está lleno” y que de momento ha tenido que quedarse en casa. 

El mal funcionamiento de la línea telefónica para pedir cita previa ha decepcionado a las decenas de ucranianos que desde primera hora hacían cola en Montjuïc. El ministro de Inclusión, José Luís Escrivá, ya había anunciado que solo sería posible ser atendido con cita previa, pero algunos no se habían enterado y otros refugiados constataban que nadie respondía al otro lado del teléfono habilitado –91 047 44 44– para solicitar la cita previa y obtener todo tipo de información.

Unos amigos de Luda (53 años), que ha preferido no dar su apellido, han explicado que se han desplazado hasta la Fira, pero que no han podido ayudarles. “Sin cita previa, no puedes hacer nada y el teléfono para solicitarla todavía no está habilitado”, ha traducido uno de ellos. Luda llegó a Barcelona el sábado pasado y, por ahora, tiene donde alojarse, aunque sus conocidos ya le han ayudado a solicitar un alojamiento más a largo plazo. De todas maneras, se muestran molestos por la falta de claridad de la administración con respecto al funcionamiento del pabellón de Montjuïc: “Nosotros veníamos a solicitar la protección temporal y nos han dicho que tenemos que esperar y pedir cita”, explicaban. La mayoría de las personas que se han desplazado hasta la Fira de Barcelona se han encontrado con una situación similar.

A lo largo de la mañana, las puertas del también llamado palacio de Victòria Eugènia se han abierto y cerrado en pocas ocasiones para atender los casos prioritarios y la cola de personas de primera hora de la mañana se ha convertido en un goteo de familias que se acercaban a las traductoras de la entrada para solicitar información. 

En los próximos días se espera que el pabellón se convierta en un punto de primera acogida gestionado por la Cruz Roja. La Generalitat de Catalunya también instalará allí un punto de atención e información a los refugiados y el Gobierno planea gestionar los primeros trámites burocráticos para acreditar a los ciudadanos ucranianos la condición de refugiados de guerra. Para poder solicitar ser atendidos en la Fira, sin embargo, los ucranianos tendrán que solicitar cita previa mediante un teléfono que todavía no se encuentra disponible y esto ha causado confusión entre los que se han acercado hasta Montjuïc y no han podido ser atendidos.

La Generalitat ha contabilizado la llegada de unos 8.000 ucranianos en Catalunya en los últimos días, aunque aseguran que la cifra no es exacta, porque es posible que algunos se hayan desplazado hacia otros territorios del país. Una mujer de 33 años llamada Anna contaba que lleva cinco días en Barcelona y que agradece mucho la ayuda que le han ofrecido. “La gente de la Cruz Roja ha sido muy amable y entiendo que no es fácil gestionar la llegada inesperada de tanta gente”, relataba esta mujer, que ha podido alojarse en un hotel con su familia al no contar con ningún conocido en la ciudad. “Creo que el gobierno de España está haciendo todo lo que puede”, añadía. 

El sentimiento de gratitud se mezclaba con el desconcierto en la mayoría de las personas que se han acercado a la Fira. Cristina Shapobalova, de 23 años, ha sostenido que lleva una semana en la capital catalana con su madre y que considera que ella tiene suerte, porque estudió una temporada en la ciudad y sabe moverse por ella. “No sé cómo podrán gestionarlo las personas que no hayan estado nunca antes en Barcelona”, señalaba. El padre de Cristina se ha quedado en Ucrania, en la ciudad más cercana a Rusia, mientras que ella y su madre se alojan en casa de unos conocidos. “Necesito el documento de protección temporal, pero no consigo que nadie me atienda por teléfono y el otro día lo único que conseguí fue que me dieran un papel informativo en español que no pude entender”, lamentaba.

La dificultad idiomática ha sido paliada con la asistencia de traductoras, debidamente acreditadas con un chaleco amarillo, para resolver las dudas de las personas que lo necesitasen. De todas maneras, las familias ucranianas que se alojaban con conocidos españoles han venido con ellos para facilitar el proceso. Gabriel Va es uno de ellos y esta mañana ha acompañado a la mujer y los dos hijos de un amigo suyo ucraniano a la Fira. “Nos han dicho que al ser ucranianos podrán conseguir un año de residencia de manera directa y con derecho a trabajar y que no necesitarán empadronarse para conseguir la tarjeta sanitaria”, relataba.

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