Una de las grandes novedades de esta investidura bis de Artur Mas, ha sido el evidente cambio de tono que se ha producido si comparamos lo que ha pasado ahora con lo que sucedió hace dos años. Como le han recordado Joan Herrera y David Fernández, el “Mas 2012” no es aquel “Mas 2010” que se presentaba entonces como el rey de la austeridad, maltratando a quien se atrevía a recordarle que no sólo los bancos y las cuentas públicas pasaban por malos momentos. Es obvio que el batacazo del 25N cuenta, como también influye la necesidad de asegurarse los votos de ERC. Pero, todo ello podía hacerlo de mala gana, y la verdad es que ha mostrado un tono mesurado y comprensivo a aquellos que le presentaban una enmienda a la totalidad por estos dos últimos años. Seguro que a Duran i Lleida no se lo ha pasado muy bien viendo que la dureza dialéctica del Presidente se hacía mucho más patente con la hasta hace poco aliada Sánchez Camacho que con los portavoces de ICV o de la CUP. Incluso en las duras intervenciones sobre la regeneración democrática y la corrupción, Artur Mas ha sido prudente. Ha reconocido que había que hacer cambios, que los bancos y las cajas no lo hacían todo bien, y que le gustaría probar otras formas de responder a la crisis si Europa y el ahogo actual de la Generalitat lo permitieran. ¿Puro tacticismo?
Viendo lo que ha sido la práctica de gobierno de estos dos últimos años, todo hace pensar que así es. Los resultados del 25N ya le obligaron la misma noche de ese día a aceptar que había que hacer un giro social si quería seguir avanzando en el camino de la consulta. La recomposición de fuerzas lo imponía. Esto quiere decir más peso del sector socialdemócrata de CiU y mayor distancia con quien representa más crudamente las opciones neoliberales y conservadoras, Duran i Lleida y su partido, que no olvidemos forma parte del Partido Popular Europeo. El giro que ha empezado a hacer el grupo mediático que más había apoyado el gobierno “Mas 2010” pone de relieve las suspicacias que todo ello (consulta, más impuestos,...) provoca en los ámbitos de poder económico en Cataluña y en España. Habrá ahora ver cómo se concreta esto en la composición del gobierno y en las medidas que se empiecen a tomar. Muchas manos extendidas, mucha comprensión y buenas palabras, que habrá que concretar y hacer realidad en una situación tremendamente difícil. No es un tema de votos parlamentarios o de negociaciones entre partidos. Y tampoco se podrá hacer sólo tacticismo. Hay que hacer política dentro y fuera de las instituciones. Sin apoyo social las posibilidades de todo es complicado, y eso quiere decir ahora estrechar más los vínculos entre debate nacional y debate social.
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