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Primeras restricciones de agua por la sequía… en noviembre

La localidad alicantina de Benigemblà

Redacción

Dénia —

Aún iba a tener razón aquel político de Dénia que, quince años atrás, se refirió a la sequía “pertinente” cuando quería decir pertinaz. Y es que la carestía de agua ha pasado a ser, al menos en algunas partes de la Marina Alta, un elemento consustancial y no estacional. Lo acaban de comprobar en Benigembla, una pequeña localidad de apenas 500 habitantes, aunque ya había quedado demostrado en los meses anteriores en otros puntos de la Vall de Pop.

Empezando por lo más actual, los vecinos de Benigembla han empezado a sufrir cortes de agua. En pleno noviembre. El agotamiento del pozo de Corralets–en el término de Benissa-, del que se abastece la población, ha obligado a que el alcalde, Rogelio Taverner, emitiera el pasado viernes un bando en el que anunció que el se cierra el grifo del abastecimiento durante todas las noches mientras no mejore la situación.

En pleno noviembre, sí. Es lo inaudito de este régimen de restricciones, más propio de los veranos de los años más secos que de esta época del año. El mismo viernes dieron comienzo las interrupciones del suministro a partir de las 21.30 horas. A las 8 de la mañana, el agua vuelve a manar de los grifos.

Además de informar de la obligación de cortar el suministro mientras no mejore la situación del pozo, castigado por la prolongada ausencia de lluvias, el primer edil llama a los vecinos a hacer un uso responsable del agua, restringiendo su uso para el riego de jardines y huertas.

Y todo ello en un municipio atravesado por el río Gorgos,que recoge las lluvias de las sierras de Serrella y Alfaro para desembocar en Xàbia, y que fue declarado hace bien poco Lugar de Interés Comunitario por la Unión Europea

Los precedentes: Xaló y Llíber

Tampoco hay que salir de la Vall de Pop para certificar que la problemática que hoy padece Benigembla por la situación del pozo de Benissa del que se abastece va más allá de estos dos municipios. El severo agotamiento de las aguas subterráneas conlleva no sólo una bajada de caudal, sino que también trae aparejado el incremento de la contaminación del agua por nitratos o salinidad. Bien lo saben Xaló y Llíber, donde llevan más de un año con problemas para mantener la potabilidad de su suministro, si bien las obras ejecutadas han permitido mejorar la situación y ambos municipios pudieron garantizar -curiosamente en pleno verano- el abastecimiento apto para el consumo desde junio.

Este verano, el municipio más sobrado de recursos hídricos en el litoral de la Marina Alta, Xàbia, que dispone de una desaladora propia y, de hecho, es habitual suministrador a otras poblaciones más necesitadas, ni siquiera se quedó al margen de los rigores de la sequía. Después de venderles 2.000 metros cúbicos diarios a Teulada y Benitatxell, la ausencia prolongada de lluvias hizo que los pozos de Pedreguer, otro de los elementos que completan su red hídrica, se secaran. Con ello, y a pesar de que la desalinizadora se puso en marcha a pleno rendimiento, llegaron los cortes de agua a algunas zonas altas del término municipal.

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