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“En cualquier sector, crear una cooperativa permite que el trabajador incremente su poder de negociación”

Emili Villaescusa, presidente de Concoval, en la comisión de reconstrucción de las Corts Valencianes.

Laura Martínez

Valencia —

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El modelo cooperativista se perfila como una alternativa de reconstrucción en la sociedad postpandemia. Esta alternativa empresarial, con modelos de gobernanza más democráticos y el respeto a la comunidad como principios, plantea una salida de la crisis desde la honestidad y la transparencia.

“Hay que salir de la crisis con transparencia y honestidad. Tenemos dos retos fundamentales: el primero es la sostenibilidad, cómo nos relacionamos con el planeta; el segundo es la cooperación. Está presente en el discurso que hay que salir de esta todos juntos, eso significa trabajar todos juntos: administraciones, sociedad, medios de comunicación.... Eso se llama cooperar”, explica Emili Villaescusa, responsable de Concoval, la federación valenciana de cooperativas

“La forma de hacer es una forma de hacer distinta. No nos deslocalizamos; ejercemos la actividad económica donde están los problemas”, defiende. Si en la crisis que comenzó en 2008 la destrucción de empleo fue del 18%, las empresas cooperativas vieron mermadas sus plantillas en un 8%. “El modelo de gestión del cooperativismo permite esa capacidad de resistencia. Su objetivo es conservar los puestos de trabajo, el despido es el último recurso”, explica Joan Ramón Sanchis, director de la Cátedra de Economía del Bien Común de la Universitat de València.  “Se debería potenciar desde la administración pública, porque es garantía de que no se va a deslocalizar”, al ser contrario a sus principios, insiste el catedrático en Economía.

A su juicio, esta crisis debería servir para potenciar un modelo socialmente responsable. Por ejemplo, el Gobierno podría haber introducido cláusulas para que los bancos que avalen a las empresas a través del ICO formen parte de la llamada banca ética o el requisito de no tener sedes en paraísos fiscales; “Tenemos una red de cooperativas de crédito, bancos sostenibles, que no especulan, que son próximos al territorio y se podrían haber potenciado”, indica. Del mismo modo, se puede potenciar la llamada economía de cuidados, con cooperativas que gestionen residencias de ancianos o de personas dependientes.

La Unión Europea, explican, apuesta por el modelo cooperativista para la reconstrucción, con líneas concretas de ayudas. “Tendríamos que aprovechar para hacer un cambio de modelo productivo; ir a un modelo más sostenible en el que las empresas creen valor social y valor ambiental. Las cooperativas están en mejores condiciones en abrir esa vía, deberían ser las pioneras”, valora Sanchis.

La Comunitat Valenciana es territorio referente en España en cooperativas, con Valencia como provincia líder en trabajadores en empresas con esta fórmula. En la Comunitat Valenciana hay cerca de 2.500 cooperativas en activo que proporcionan empleo a 60.000 personas de manera directa; un tipo de empleo “de calidad” subrayan desde Concoval, la federación de cooperativas valencianas,  con el 85% de los puestos de trabajo indefinidos y a jornada completa, equidad de género en las cifras -el 50% de las empleadas son mujeres- y el 40% de empleo joven.  La facturación por ventas de las cooperativas valencianas supera los 7.000 millones de euros, lo que supone un 6’5% del PIB autonómico.

Dos de las cinco empresas consideras referentes en la Comunitat Valenciana son cooperativas: la cadena de supermercados Consum y Anecoop, especializada en productos hortofrutícolas. Durante la pandemia, la cooperativa de supermercados ha recibido aplausos por priorizar mascarillas de protección elaboradas en empresas valencianas y su apuesta por el producto de proximidad.

En la Comunitat Valenciana el cooperativismo es diverso, contando con grandes firmas en alimentación como las ya citadas, pasando por el sector educativo -Florida Centre Universitari o Grupo Sorolla Educación-, el energético -Som Energia y Seneo- o la construcción -Taditec-. Incluso figuras de la llamada nueva economía han recurrido a esta fórmula para evitar la vuleración de derechos laborales, con el ejemplo más reciente de los riders valencianos, asociados en Rodant Cooperativa.

En los últimos días algunas voces expertas han sugerido a las kellys que hagan lo propio y exploren el modelo asociativo para luchar contra la precariedad de sus trabajos como camareras de piso en los hoteles. “En cualquier sector, crear una cooperativa permite que el trabajador incremente su poder de negociación. No es un trabajador negociando con una empresa, es un grupo de trabajadores que constituyen una empresa negociando con otra empresa”, explica Sanchis. Así, el trabajador pasa a ser su propia patronal.

Entre los retos del sector, ambos destacan la digitalización y la industrialización. La crisis ha supuesto una oportunidad para pequeñas empresas de mantener su negocio: “Algunos han incrementado sus ingresos porque han sido capaces de ofrecer servicios más seguros, han creado su propia app para ofrecer servicios directos”, indica el responsable de la cátedra.

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