Esculturas en yeso endurecido, talladas hasta llegar a formas sutiles y evanescentes, inspiradas en las formas flotantes y movimientos de la seda. Ellas, estas mujeres de seda flotando libres, “son como la crisálida en su esplendor cuando se abre a la vida entre el filamento de seda que ella misma creó, trasmutando hacia la Ninfa que saldrá desnuda a la naturaleza. Será ese fino hilo utilizado en su metamorfosis, el que la cubra después como mujer”, explica María Gómez.
'La Seda y la Mujer de todos los tiempos' es el subtítulo que acompaña al más genérico de 'Levedad', con el que María Gómez presenta a partir del 8 de julio en el Hotel Las Arenas la serie de obras en torno a la esencia de los sentidos como un código genético que la acompaña piel con piel desde los tiempos más remotos y seguirá siéndolo mientras exista la Humanidad.
La seda ha tenido una estrecha relación con lo femenino, en una simbiosis que la mujer reconoce: la belleza y la sutilidad de esos hilos conjugan y se transmutan con la elegancia natural, sensualidad, levedad y libertad, conectando con la “esencia” de los sentidos, el interior y elevación del espíritu, e incluso, la suntuosidad.
Las esculturas tuvieron su inicio hace varios años, surgido en la observación de la belleza y encantamiento de paisajes pirenaicos, donde la inmensidad y la atmósfera sobrecogieron a María Gómez. “Pudo ser el mismo silencio y la afonía de la brisa, la que me hizo imaginar paños de seda flotando sobre el blanco de la nieve y todos los verdes infinitos. Pensé, entonces, cómo llegaba ese preciado tejido a esos lugares tan duros y difíciles de alcanzar dadas sus barreras naturales”, explica la artista.
“A partir de ahí descubrí el duro camino que hacían los hombres hasta lograr el 'tesoro de la seda', que llevaban consigo hasta los más recónditos rincones de su tierra, entregándolo como una ofrenda, para belleza y deleite de los sentidos. Hay una historia en todo este camino que me cautivó, en el que hombres y mujeres de todas las culturas han sido seducidos por la mágica atracción de la seda”, concluye.
La técnica, continúa señalando Gómez, “es muy dura de trabajar (yeso endurecido con colas animales como antaño) y talladas a bese de cincel y lijas (la idea de dominar la materia hasta que parezca ligera como una nube. Sin moldes ni modelos”.