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¿Puede un juez ser feliz? El análisis de 'Distancia 7 minutos'

Laura Martínez

¿Es feliz una persona que envía a otra a la cárcel? Es la pregunta que se hicieron Diego Lorca y Pako Merino y dio origen a su última obra. Los creadores y actores de la compañía barcelonesa Titzina Teatro proponen una serie de escenarios en los que invitan a responder a la complicada cuestión: qué nos hace felices.

La cárcel es, según la descripción de la obra, el lugar donde se anula el libre albedrío, la autonomía, la compañía de amigos y familiares. Las premisas de la felicidad, la base de análisis de Distancia 7 minutos, que ofrece sus últimos espectáculos hasta el domingo 19 de nomviembre en Valencia.

Los autores querían hablar de la esta obsesión del ser humano y primero trabajaron con presos, después con jueces y finalmente introdujeron sus propias experiencias vitales sobre las relaciones paternofiliales. El resultado, un puzzle que combina humor, emociones e historias reales para invitar al espectador a que vaya descubriendo -o construyendo- su visión del concepto.

Distancia 7 minutos se proyectará por última vez en Valencia esta temporada del 16 al 19 de noviembre en la Sala Russafa, en el marco de su ciclo de compañías nacionales. Como despedida del circuito, la próxima semana (del 23 al 26 de noviembre), el teatro estrena La voz dormida, de los toledanos Euroscena.

El argumento de la obra sitúa a los jueces en el centro del escenario. Coincidiendo con una expedición estelar, Félix, un experimentado magistrado, se ve obligado a abandonar su casa, afectada por una plaga de termitas, y a instalarse durante unos días en el domicilio de sus padres. El entorno profesional así como la convivencia con su autoritario padre, sacarán a relucir temas indispensables en nuestro día a día, a veces machacados e ignorados por la rutina.

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