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El grito verde

Silvia González

Como miembro de VerdsEquo, partido perteneciente al Partido Verde Europeo y una de las tres formaciones que integran la Coaliciò Compromís, he tenido la oportunidad de colaborar en la redacción del capítulo de medio ambiente del Programa de Gobierno de Compromis en las elecciones autonómicas y locales 2015.

No voy a defender, en consecuencia, mi imparcialidad ante las lectoras y lectores pero si quisiera traer a estas líneas algunas reflexiones sobre el alcance y profundidad ideológica del mismo y sobre lo que significaría para nuestro País perder la oportunidad de emprender, definitivamente y con carácter de urgencia, la transformación social, económica y medioambiental que reclama nuestra sociedad.

El pasado día 20 de mayo, Jordi Castro, colaborador habitual de este diario, indicaba en una publicación larga y muy bien documentada, que Compromís “cuenta con el programa electoral más extenso y detallado en materia de medio ambiente”. No hay nada de extraño en esta afirmación, si tenemos en cuenta que la misma presidenta del Partido Verde Europeo, Mónica Frassoni, en su última visita a Valencia manifestaba que “votar verde en el País Valencià es votar Compromís”. Pero, como no hay ningún problema en ser asépticos, baste sencillamente con reconocer que esto es así porque el programa de la Coalición recoge las principales reivindicaciones de los grupos ecologistas más importantes, tanto en el País Valencià como en el resto del estado español.

Invito a la lectura del documento titulado “Un Programa por la Tierra: Propuestas ambientales para las elecciones autonómicas 2015” elaborado por Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO Birdlife y WWF para comprobar que Compromís en sus propuestas contra el cambio climático, la transición a un nuevo modelo energético, la movilidad, la gestión de los residuos etc. contempla la cuestión medioambiental de una manera sistémica, integral, es decir, como un cambio de modelo social y económico que pone la vida, y no el capital, en el centro de la política, que es superadora de la racionalidad económica que en las décadas del bipartidismo se ha venido irguiendo en creencia cuasi-religiosa (Grinevald, 1996) y que ha gestionado la protección de las personas y de la naturaleza como un mero ajuste al margen de esta ideología dominante.

Compromís, y muy especialmente Mónica Oltra, ha absorbido a la perfección, en estos cinco años de convivencia en la Coalición, que la propuesta verde es una propuesta de economía y es una propuesta social, propuestas de transformación que dan esperanza allí donde se aplican, valga como ejemplo la impresionante y envidiada revolución verde que se vive en ciudades como Copenhague que han reducido desde 1990 las emisiones de carbono un 40% al tiempo que su PIB aumentaba un 80%, manteniendo el consumo energético a los niveles de 1980 y reduciendo la tasa de desempleo al 6,3%. Una ciudad, Copenhague, con unas características tales que hacen muy extrapolables los métodos de gestión ciudadana de su State of Green a la ciudad de Valencia.

La lucha por otro módelo económico, que Compromís recoge en su programa de gobierno con una solvencia que no encontramos en ningún otra formación del espectro político valenciano, debe compaginar a la vez decencia y sostenibilidad, justicia social y ambiental, dos términos inseparables e interdependientes. Para iniciar esta transición es necesaria una mirada largoplacista, auténtica convicción y, lo que en la práctica resulta más necesario, estar en posesión de altas cuotas de autonomía, política, económica y ética. Es decir, expresándolo más sencillamente, no hay que tener “deudas”.

En la primera edición del Forum de la Energía y el Medio Ambiente, celebrado el pasado mes de mayo en la Universidad Politécnica de Valencia y organizado por la Plataforma valenciana Per un Nou Model Energètic - organización a la que me siento muy orgullosa de pertenecer por la extraordinaria labor que desarrolla a favor de la soberanía energética de los pueblos, la democratización de la energía y contra la pobreza energética - si algo quedó claro es que el famoso “hachazo a las renovables” del Ministro Soria se sostiene sobre la arbitrariedad y carece de soporte técnico. “Ausencia de la más elemental transparencia, aderezada con presuntas presiones del Gobierno de Rajoy a las consultoras para que validaran el hachazo” son parte de los argumentos que se contienen en la denuncia que el martes pasado presentaba la Plataforma en la Fiscalía Anticorrupción por el proceso irregular de recorte a las renovables, denuncia suscrita por el diputado de Compromis en el Congreso, Joan Baldoví.

Todos estos hechos demuestran, según la Plataforma Por un Nuevo Modelo Energético, “la existencia de una clara estrategia del Gobierno dirigida a la paralización del desarrollo de las energías renovables en España, a pesar de la urgente necesidad que hay en nuestro país de apostar por la innovación y los sectores intensivos en creación de empleo como las renovables; y una apuesta decidida por mantener el actual statu quo de oligopolio eléctrico que el autoconsumo y las renovables abrirían a la participación activa de la ciudadanía”.

Es decir, demuestran la falta de autonomía, la existencia de deudas. Deudas y favores que van de un lado al otro de la cancha de juego del bipartidismo y el oligopolio energético; las tristemente célebres puertas giratorias.

Recordemos que a esta denuncia se suma, la interpuesta el año pasado por la misma Plataforma ecologista por los 3.400 millones de euros que el PSOE “perdonó” a las eléctricas, entre 2007 y 2010, con la connivencia del Partido Popular, y que, de confirmarse que los gobiernos de PSOE y PP no han utilizado todos los mecanismos a su disposición para reclamarlos, nos encontraríamos ante una de las mayores estafas de dinero público de la historia de nuestro país.

En este estado de cosas, en el ecologismo político y los movimientos verdes sabemos que el bipartidismo nunca nos ha favorecido y nunca lo hará. Quizás esto pudiera ser diferente si, definitivamente, las organizaciones y empresas involucradas en estos lamentables “negocios” emprenden un proceso de regeneración democrática que vuelva a hacerlos confiables de cara a la ciudadanía. Pero para ello serán precisos gestos que revelen con seriedad que la política se concibe como un acto de amor - como decía Benedetti- y generosidad hacia nuestra comunidad y no como un suculento negocio para aquellos que han aprendido a vivir del “cuento” de la política. También sería un “gran” gesto que las eléctricas devolvieran los 3.400 millones de euros que nos han cargado en nuestras facturas, en esto, seguro estamos de acuerdo.

Esa oportunidad, sinceramente considero que existe para el PSOE tras los resultados electorales del 25M, al menos en el País Valenciá, donde Compromís, una organización autónoma, con un programa “extenso y detallado” de propuestas de gobierno, convencida y sin “deudas” está en condiciones óptimas de liderar la necesaria transición a un nuevo modelo económico que garantice la justicia social y ecológica en nuestro País.

Por ello, aunque a este artículo le he titulado “El grito verde”, sólo me voy a atrever a sugerir al PSPV en un tono moderado que se “contamine” de las políticas verdes de Compromís, que se suba al tren del cambio, el de verdad, que se dé una oportunidad de demostrar a los ciudadanos que hay regeración democrática en su partido. Pero eso sí, que escuche con atención el grito verde, porque la urgencia de la situación se ha tornado grito ensordecedor, que ponga atención a las reclamaciones del mundo ecologista, de los ciudadanos de a pie que reclaman empleo, salud, soberanía y democracia energética, aire, tierra y mar libres de contaminación y especulación y lucha encarnizada contra el cambio climático. Y que tenga la humildad de reconocer que en este proceso, Compromís ya está marcando las diferencias.

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