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¡Guapa! ¡Aguanta!

Laura Vilanova

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En el Ayuntamiento de Alicante, la todavía alcaldesa está más sola que nunca. Fabra no la quiere ni ver. No es nuevo, yo creo que nunca la ha querido. Y Rajoy tampoco. Algunos de sus concejales empiezan a posicionarse también en su contra.

En otro Ayuntamiento vecino, en el de Valencia, la otra alcaldesa no se moja. Y prefiere remitir a Génova cuando le preguntan acerca de la continuidad de Alberto Fabra (el que no quiere a Castedo).

En Génova (donde tienen que decidir sobre Castedo y Fabra) andan estos días atareados pidiendo perdón. En un gesto que inauguró el Rey padre, Juan Carlos I, Esperanza Aguirre (la que aparca donde la da la gana y se da a la fuga) reclama la absolución de los ciudadanos. Más bien la de sus defraudados votantes.

En el Senado, Mariano Rajoy (el jefe de los de Génova, y de Fabra, y de Barberá y de Castedo…) también pide perdón por los corruptos en sus filas que ocupan cargos públicos. Incluso en un gesto inusual, ¡los da de baja! Pero se lava las manos.

Todos tienen algo en común. Están en la cuerda floja. Agotan los últimos días, semanas, meses de sus mandatos y se aferran al cargo. Castedo, Fabra, Rajoy… quieren ser los últimos en abandonar el barco. Porque han sido capitanes.

Mientras, la vida sigue para los ciudadanos y ciudadanas que sobreviven un día más de crisis económica y asisten atónitos, algunos indignados, otros incrédulos, al espectáculo.

En un barrio cercano al centro de Alicante veo ondeando al viento un par de toallas de algún hospital público de la Comunitat. La ropa de baño de la Conselleria de Sanitat se muestra ostentosa, como desafiante. Y no puedo evitar pensar que es una bonita alegoría de la época que nos ha tocado vivir. Si Blasco fue capaz de llevarse el dinero de los pobres, Carlos Fabra engañó a la Hacienda Pública, un ex tesorero del PP está en la cárcel, ex directivos de la CAM desfilan por la Audiencia Nacional, y … suma y sigue ¿me voy a cortar yo por llevarme unas toallitas del hospital? ¡Vamos, hombre!

Mientras, en la Concatedral de San Nicolás cientos de alicantinos despiden al torero José Mari Manzanares, que falleció el martes. Y escucho en la Ser que la alcaldesa (a la que no quieren Fabra ni Rajoy) entra en la Iglesia entre gritos de ¡guapa! y ¡aguanta!

Pues eso…de Berlanga.

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