José Claramonte, director general de Facsa: “Hay demasiadas evidencias como para cuestionar el cambio climático”
La gestión del agua se ha convertido en un elemento clave para el desarrollo de nuestro país. A nivel social, pero también económico. De hecho, según Naciones Unidas (ONU), el agua es un componente vital para el progreso, ya que es necesario para el normal funcionamiento de cualquier sector socioeconómico. Por este motivo, Facsa, la empresa con 150 años de experiencia en la gestión del ciclo del agua en España, ha presentado un estudio que analiza el modelo de gestión del agua en nuestro país.
José Claramonte, ingeniero técnico en diseño industrial por la Universidad Politécnica de Valencia y director general de la compañía desde 2018, explica algunas de las claves de este estudio que aborda la situación hídrica de toda España y varias propuestas para afrontar los retos del futuro.
¿Cuáles son las principales conclusiones del estudio?
El informe lo hemos querido hacer dentro de las iniciativas del 150 aniversario de la empresa para poner de manifiesto la preocupación por la escasez de agua. El informe pretende trasladar esa situación de que vamos a un escenario de reducción de recursos naturales y que debemos hacer acciones o modelos diferentes para poder garantizar el suministro con seguridad de cara al futuro. Si tenemos menos agua dulce, llueve menos, crece la población y crece la demanda tendremos que buscar ahorros e inversiones en nuevas fuentes de agua como la reutilización o la desalación, no tenemos muchas más alternativas.
Pese al escenario de creciente escasez, llama la atención que el estudio refleja un importante descenso en inversiones para infraestructuras hídricas. ¿En qué medida se han reducido?
Así es, se ha reducido en un 50% la inversión pública desde el año 2010. Según el INE, estábamos en unos 500 millones de euros y en 2020 prácticamante la mitad. Es una de las cosas que estamos reclamando porque se requiere de un trabajo a medio y largo plazo que requiere de una planificación y de unos recursos económicos para poder abordar todos los hitos. Es importante buscar cómo financiamos esas infraestructuras para dar una estabilidad porque, si no, parece que vayamos a remolque de los fondos europeos más que por un compromiso de la sociedad española en esa renovación de infraestructuras.
¿Qué previsión hay en cuanto a disponibilidad de recursos hídricos para los próximos años?
El escenario es el que estamos viendo en Catalunya o en Andalucía, se está visualizando la situación que nos puede ocurrir a la mayor parte del territorio. Es un escenario ya no tan lejano. Hay una situación de estrés en la cual no podemos cubrir la demanda con los recursos renovables que vienen de las precipitaciones. En esta situación la previsión a corto plazo es de una reducción del 20% que se va a tener que compensar con ahorros, con mayor eficiencia en la gestión del agua en todos los sectores, en la agricultura, en usos urbanos, pero vamos a tener que esa reducción sea compensada con ahorros, con reutilización y desalación para garantizar el recurso disponible.
¿En qué medida afecta el cambio climático a esta situación y qué piensa cuando escucha discursos negacionistas?
Desde mi punto de vista hay demasiadas evidencias para cuestionarlo. Tenemos ciclos con sequías más prolongadas, con precipitaciones más intensas y todos los modelos apuntan a que va a ser más intenso este cambio. Puedo tolerar el negacionismo, pero no lo comparto.
¿Cómo está la Comunitat Valenciana en cuanto a políticas hídricas con respecto al resto de España?
Se ha hecho mucho trabajo en todos los territorios y también en la Comunitat Valenciana, principalmente para modernizar regadíos. En las ciudades también se han hecho muchos esfuerzos, pero no son suficientes. Debemos adaptarnos a la realidad de hoy. Si no estamos en la situación de Catalunya es porque tuvimos el pasado año una buena temporada de lluvias, pero estamos en una comunidad que está abocada al estrés hídrico. Se ha hecho un esfuerzo en desalación, pero queda pendiente montar toda una red de distribución para que ese recurso llegue a los municipios. De hecho, las desaladoras están funcionando a un 30% de su capacidad. Son caminos que se han emprendido y que no son suficientes, hay que seguir trabajando en esa línea.
¿Cree que habrá restricciones en la Comunitat Valenciana a corto plazo?
Para consumo humano creo que no, pero para regadío sí que es más posible. Venimos de unas reservas de un año hidrológico que fue bueno.
En su informe hacen una propuesta para homogeneizar las tarifas del agua. ¿En qué consiste?
Lo que queremos es que haya una estructura de costes, que es la que genera la tarifa, que sea homogénea para todo el territorio. La idea es que haya una estructura común en todas partes y evitar así que no renovar redes o no invertir en digitalización para mejorar la eficiencia no sea una opción, sino que sea una apuesta. Se trata de que haya una entidad nacional en la que todos los agentes implicados establezcan esa metodología para las tarifas y para actualizarlas. Que nos creamos realmente que el agua es escasa y estratégica para la vida. Ese es realmente el objetivo del informe, que sepamos que estamos en un país con un estrés hídrico elevado, que tenemos poca agua y hay que gestionarla muy bien.
Ponen mucho énfasis en la digitalización. ¿Qué beneficios tiene?
Es fundamental para la eficiencia. Si somos capaces de digitalizar los contadores podemos actuar casi en tiempo real para reducir posibles fugas e incluso a partir de algoritmos se pueden establecer previsiones de demanda, se puede hacer una mejor gestión, mucho más eficiente.
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