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“¡Quietos, las manos encima de la mesa!”: el conseller Vicent Soler cuenta a los alumnos la detención de 'Els 10 d'Alaquàs'

Vicent Soler, con americana azul, Carles Dolç, con boina blanca, y Josep Guia frente a la casa de ejercicios espirituales La Purísima donde fueron detenidos en 1975.

Lucas Marco

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Los agentes de la Brigada Político Social, la policía política del franquismo, irrumpieron el día de Sant Joan de 1975 en la casa de ejercicios espirituales La Purísima de Alaquàs pistola en mano: “¡Quietos, las manos encima de la mesa!”. Alrededor de la mesa, nueve hombres y una mujer de la oposición a la dictadura, estaban en plena reunión de la Taula Democràtica del País Valencià. Pillados con las manos en la masa, fueron detenidos y conducidos a la Jefatura Superior de Policía de Valencia. Durante el trayecto se tuvieron que comer —literalmente— una agenda de teléfonos de uno de los detenidos que contenía los contactos de medio movimiento valenciano antifranquista.

Los alumnos del instituto Faustí Barberà de Alaquàs, situado a tiro de piedra de La Purísima, libraban el pasado 21 de junio pero acudieron a escuchar el relato de tres de los detenidos: el conseller de Hacienda y Modelo Económico de la Generalitat Valenciana, Vicent Soler, el arquitecto Carles Dolç y el profesor universitario Josep Guia. “Les interesó mucho, es muy importante que conozcan la historia porque da muchas claves para explicar qué pasa ahora”, dice el conseller Vicent Soler en conversación telefónica con elDiario.es. “Hicieron preguntas muy interesantes, ese día ya tenían vacaciones pero vino mucha gente voluntariamente, fue un día estupendo”, apostilla Soler, catedrático de Economía de la Universitat de València.

El periodista Vicent Ventura fue el gran impulsor de la Taula Democràtica del País Valencià, una coordinadora de movimientos de oposición al franquismo paralela a la Junta Democrática impulsada por el Partido Comunista de España y que incidía en la necesidad del autogobierno, en un momento en el que el dictador tenía los días contados por motivos biológicos.

En la animada charla con los alumnos, mayoritariamente chicas, organizada por el profesor Paco Teruel, el conseller subrayó la idea de la “histórica invisibilidad política de los valencianos”. “Ventura quería rectificar esa insuficiencia con esta plataforma unitaria valenciana”, declara Soler. “La policía franquista lo entendió bien” y el atestado remarcaba que los detenidos, acusados de asociación ilícita, pretendían “el autogobierno de los valencianos en el momento de la ruptura democrática”.

Los detenidos habían cumplido con todas las medidas de seguridad habituales de la oposición clandestina al franquismo (“las seguíamos a rajatabla”, cuenta Soler). Al parecer, el hallazgo fue posible gracias a un seguimiento rutinario a uno de aquellos rojos valencianistas que hoy peinan canas. En el furgón celular que los condujo desde Alaquàs hasta la Jefatura Superior de Policía de Valencia, se dieron cuenta de que Josep Guia, del Partit Socialista d'Alliberament Nacional (PSAN), llevaba en el bolsillo su agenda telefónica.

El despiste sirvió de tentempié a los detenidos: “En el camino, que afortunadamente era largo, tuvimos que comérnosla, el último trozo lo engullí en la puerta de la jefatura”, recuerda Soler entre risas. La escena resulta hilarante hoy en día pero los detenidos pasaron miedo y, aunque no fueron torturados físicamente, sí lo fueron psicológicamente.

Uno de los agentes que participó en la detención era el inspector de la Brigada Político Social Benjamín Solsona. En una escena muy representativa de los límites del cambio durante la Transición española, uno de los detenidos, el economista Ernest Lluch, se encontró siendo ministro socialista de Sanidad con que Solsona era el encargado del dispositivo de seguridad en una visita oficial a las Islas Baleares. El agente, como muchos de sus compañeros de la policía política franquista, accedió tras la muerte del dictador a puestos de alta responsabilidad en la jerarquía policial (fue jefe superior en las islas en la década de 1980).

El conseller Vicent Soler, gran discípulo y amigo de Lluch, recuerda los interrogatorios de madrugada en comisaría. “Noté que la segunda noche el trato ya no era el mismo, estaban pasando muchas cosas afuera, se movían muchos hilos”, cuenta Soler. Al tercer día acudió el decano de la Facultad de Economía, de la que Lluch y Soler formaban parte. “La detención fue tan llamativa, con eco internacional en la prensa alemana y francesa, que engendró una dinámica de asunción por la otra plataforma de que la linea que llevábamos tenía salida”, agrega.

Se enfrentaban a penas de entre seis meses y seis años de prisión por un delito de asociación ilícita. A la salida del Palacio de Justicia, actual sede del Tribunal Superior de Justicia en proceso de restauración, cientos de personas arroparon a la decena de opositores al franquismo. Sus nombres ya han pasado a la historia como 'Els 10 d'Alaquàs': Lluch, Soler y el periodista JJ. Pérez Benlloch, los tres socialistas; los independentistas Pep Guia y Paco Candel; el sindicalista Josep Corell; la única mujer de la reunión, la carlista Laura Pastor (fallecida hace tres años); y los comunistas heterodoxos Carlos Martínez Llaneza, Xavier Navarro y Carles Dolç.  

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