Aceites caseros de sabores: cuatro formas de exprimir tu cocina sin gastar demasiado

Aceites aromáticos infusionados

Eva San Martín

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Aceite picante, aceite de ajo o aceite de hierbas. ¿Cuál usar? La respuesta depende de a quién le preguntes. Pero cualquiera de ellos es capaz de levantarte un plato; si apuramos, incluso la moral. Y constituyen un salvavidas en la cocina: una vez que lo pruebas, casi adictivo

Si compras un aceite ya condimentado, sale caro. Una botella pequeña de 250 mililitros (ml) de aceite de oliva virgen extra con guindilla bien puede rondar los 3,5 euros. Si recalculamos el precio de este producto por litro, sale a 28 euros

Un coste muy superior a lo que pagaríamos por un aceite de oliva virgen extra normalmente. La buena noticia: hacer este producto en casa es muy fácil. Y hay bonus: puedes mezclar los condimentos en la concentración y con la mezcla que prefieras. Aquí van cuatro ideas para iniciarte en el mundillo del aceite condimentado casero. 

1. Aceite casero picante o de guindilla fresca

Cuando tengas guindillas frescas de sobra, no dejes que se echen a perder. Este pequeño truco sirve para transformarlas en un muy sabroso aceite picante que promete convertirse en el próximo superhéroe de tu despensa. 

Existen dos tipos de aceite picante que puedes hacer, en función de si utilizas guindillas frescas o ya secas y deshidratadas, tipo cayena. Primero, vamos a por el aceite de guindilla fresca o pimiento picante. Una vez que tengas unos diez pimientos, retira los tallos, córtalos en rodajas y colócalos en una sartén profunda cubiertos con una capa de aceite de unos dos centímetros. 

Puedes utilizar la variedad que prefieras, pero con aceite de oliva virgen extra el resultado resulta espectacular, además de más sano. Si prefieres, y el tamaño del pimiento lo permite, puedes hacer un corte longitudinal y retirar la mayor parte de las semillas antes de calentarlos. 

Enciende el fuego a muy baja temperatura; en una escala del uno al nueve, vale con usar el nivel dos o el tres. Y permite que se hagan muy despacio o infusionen durante una hora. Después, deja que se enfríe. 

Vierte parte de los pimientos con el aceite en un frasco de cristal o en una aceitera. ¡Y ya lo tienes! El resto de los pimientos puedes guardarlos en la nevera en otro frasco de cristal parcialmente cubierto de aceite para un extra de picante. Este aceite resulta adictivo en los platos de pasta y pizzas; en realidad, en cualquiera que pida un empujón de sabor. 

La receta debería ir bien con pimientos rojos, verdes o de otro color; y te sirve la variedad picante que más te guste: jalapeño, padrón, serenade, guindilla, chile rojo o verde, el muy picante habanero o los aún más subidos de tono, naga jolokia o el pimiento escorpión. Y puedes utilizar una mezcla de los mismos. 

2. Receta de aceite de guindilla seca

El aceite de cayena o de guindilla seca no puede resultar más simple. Machaca en el mortero una mezcla de cayenas o de pimientos picantes ya secos, en copos, en polvo o deshidratados en casa. Después, caliéntalos en una sartén sin aceite durante un minuto, cúbrelos con aceite de oliva y vierte todo en una botella de cristal. 

Cada vez que te acuerdes, dale una sacudida a tu aceite para que se mezclen bien los sabores, y para asegurarte el máximo de sabor. Estos pasos tan sencillos te darán un aceite sabroso y ligeramente picante que puedes utilizar siempre te plazca. 

3. Aceite casero de ajo

Pela y, después, machaca ligeramente unos cuatro dientes de ajo. También puedes utilizar un procesador para triturarlos con una pizca de sal y un pellizco de pimienta negra. Pon tu mezcla en una sartén, bien cubierta del aceite, a fuego bajo; y cocínala entre media hora y una hora, si tienes paciencia. 

El aceite no debería borbotear, lo ideal es que apenas genere burbujas. Y que el ajo casi se cueza o se infusione en el aceite, que suelte todo su sabor sin quemarse ni dorarse por completo. Después, apaga el fuego y permite que la mezcla se enfríe. Transfiere todo a una botella de cristal esterilizada, ciérrala y guárdala en tu despensa hasta que quieras utilizarlo. 

4. Aceite de hierbas y aromáticas

Aquí va un modo imbatible de utilizar esas hierbas aromáticas frescas del súper que se marchitan en tu cocina, como la albahaca, el cebollino, el perejil o el eneldo. Y también sirve para las aromáticas leñosas, como la lavanda, el tomillo o la salvia. [Hace unas semanas te contamos otros trucos para que el perejil y otras hierbas del súper duren más.] 

Para obtener unos 200 ml de aceite condimentado de hierbas, utiliza 180 ml de aceite y un buen puñado de la hierba que tengas. También puedes experimentar, y mezclar. E incluso admite añadir una cucharada de guindilla seca machacada, si quieres hacerlo más picante. 

Si vas a utilizar cayena o pimiento seco, caliéntalo antes en un poco de aceite (un par de cucharadas) en una sartén, para que libere su sabor, y déjalo enfriar. Cuando utilizas hierbas leñosas o con tallo duro, como el romero, conviene retirarlo antes de infusionarlas. 

Pero si utilizas hierbas más blandas, como la albahaca, puedes dejar el tallo. [Y hasta puedes hacerte con ellas un té de hierbas.] En un procesador, tritura todas las hierbas junto con 150 ml de aceite. Añade el picante, si lo usas. 

Si no tienes procesador, puedes utilizar una batidora; incluso un mortero y una batidora de mano. Y vuelve a mezclar todo bien. ¡Ya está! Guarda el frasco en el frigorífico, donde te debe durar al menos un mes

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