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'Ainhoa, yo no soy esa': confesiones femeninas escondidas en la España de los 90

Fotograma de 'Ainhoa, yo no soy esa'

José Antonio Luna

A través de su diario, de dibujos y versos, Frida Kahlo dejó constancia del dolor que sufrió durante sus últimos años de vida. Aquel documento no fue uno cualquiera, también sirvió como testigo de palabras silenciadas, escondidas entre páginas y bajo llave por miedo al qué dirán. Existía entonces una dicotomía: la mujer de los cuadernos y la que todos conocían. El mismo contraste que, años después y en España, representaría una joven llamada Ainhoa Mata.

Ainhoa: yo no soy ésa, dirigida por la periodista chilena Carolina Astudillo, cuenta la historia de una adolescente que se suicidó en 2006, cuando tenía 34 años, y que en sus diarios dejó constancia de todo aquello que no quiso contar a nadie. El largometraje se encuentra ahora en la capital con motivo de su participación en el festival DocumentaMadrid, donde tendrá diferentes pases hasta el próximo 10 de mayo.

“La Ainhoa de los vídeos se mostraba muy fuerte, muy segura de sí misma; y la de los diarios era una mujer tímida, sola, muy insegura”, indica Astudillo a eldiario.es, casi recién aterrizada en Madrid para ofrecer entrevistas y presentar el previamente galardonado como Mejor documental en el Festival de Málaga.

El proyecto comenzó en 2016, cuando Patxi Juanicotena, amigo de la cineasta, le descubrió todos documentos que su hermana había escrito antes de quitarse la vida. Además, también contaba con varias películas grabadas con cámara Super 8 por su padre, aficionado a inmortalizar muchos momentos familiares. “Le dije que quería ver ese material y un día llegó a mi casa con todo”, explica Astudillo. Una vez revisado, la periodista percibió “que había una dicotomía entre la mujer de los diarios y la que todo el mundo conocía, la que había visto en los vídeos”.

La escritura fue para Ainhoa una vía de escape, un lugar donde podía quitarse la careta y hablar de todo aquello que no podía verbalizar. “Aborda temáticas que durante décadas han sido tabús para las mujeres y que en ciertos lugares los siguen siendo”, apunta la periodista, que continúa enumerando algunos de esos temas: “El amor desde un punto de vista femenino, el si quieres o no ser madre, la menstruación, el aborto…”.

Pero condensar toda la información en un documental de 98 minutos no fue fácil. Debido a la inmensa cantidad de material, la labor llevó a la documentalista casi tres años. “Tenía muchas imágenes que me hubiera encantado incluir en la película y que no pude por tema de montaje”, indica Astudillo, quien reconoce que “lo más difícil para los aficionados al archivo es renunciar al propio archivo”. A pesar de ello, tuvo que hacerlo.

Crónica alternativa de la España de los noventa

La vida de Ainhoa no solo refleja la de una persona, también la de Sylvia Plath, Frida Kalho, Anne Sexton y muchas otras mujeres que compartieron sensaciones independientemente del lugar y la generación a la que pertenecían. “Ni siquiera importa la lejanía física ni temporal. Tampoco que sea una mujer argentina en los años 50, en los 60 en EEUU, o en la Madrid actual”, considera Astudillo.

Precisamente por ello, Ainhoa, yo no soy esa puede ser vista como una crónica alternativa a la historia oficial de la España de los noventa, diferenciada del resto por estar contada a través de los diarios de una mujer. “En esta cara B de España vemos el desencanto de una generación que creía en unos cambios que no llegaron”, afirma la cineasta, quien continúa diciendo que por eso decidió incluir textos de otras mujeres referentes para “reivindicar la literatura femenina”.

La otra cara de la moneda, la que la protagonista se reservaba para sí misma y para sus textos, mostraba casos que ni siquiera comentaba entre su círculo de amigos. “En los diarios sí que se aprecia esa parte más sensible de Ainhoa, y yo creo que no la quiso mostrar porque de alguna manera tenía miedo y de ahí la coraza. Miedo al rechazo, a no ser aceptada, a verse vulnerable…”, sostiene la cineasta.

Una coraza que, como aparece en el largometraje, servía a Ainhoa de protección ante situaciones que vivía en su día a día, incluidas las de acoso. Astudillo menciona un momento de largometraje donde habla de cómo “su jefe le acosaba”. De hecho, la acabaron echando del trabajo por no seguir el juego de su superior. La periodista apunta que esta es la muestra de un problema todavía presente, el de cuestionar la versión de la víctima. “Cuando hay un abuso siempre se pone en duda el testimonio de las mujeres”, añade.

Según la documentalista, es importante poner voz a todas esas versiones, a lemas como “hermana, yo te creo” o al “MeToo”, para “visibilizar estos temas y que exista una cierta identificación, algo que ayuda mucho”.

Cuando tu diario es Facebook

¿Podría existir un diario como Ainhoa en tiempos de Instagram? Con la llegada de las redes sociales, una gran parte de lo que somos está definido por aquello que dice la biografía de Instagram o la foto de perfil de Facebook. Poco importan escándalos como el de Cambridge Analytica. De hecho, los usuarios registrados han aumentado y Mark Zuckerberg ha anunciado una nueva funcionalidad para citas: su propio Tinder.

Aunque ahora se expone mucho más la vida personal, Astudillo cree que sigue existiendo ese entorno privado porque “lo que en realidad se expone es una autorrepresentación” que no refleja obligatoriamente “cómo está la persona”. Ainhoa Mata no utilizó Instagram, pero de haberlo hecho, según la directora, su situación no sería muy diferente: “Habría empleado alguna red social, pero en el fondo, en el contenido, las cosas no han cambiado mucho y hablaría de lo mismo”.

“Yo vi a un Ainhoa que realmente no conocía, que no era la de los diarios, sino otra”, dice el hermano de la protagonista en el documental. Sin embargo, a veces esa “realidad” se esconde tras los likes y las sonrisas para aparecer en un cuaderno escondido al fondo del último cajón, allí donde solo su autor puede leerlo.

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