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ENTREVISTA | Mateo Gil

“Querer llegar a todo el mundo es un suicidio artístico”

Mateo Gil, ganador de cuatro premios Goya, presenta ahora su última película 'Proyecto Lázaro'

Francesc Miró

Mateo Gil ha sido de esos nombres que han hecho de nuestro cine un lugar habitable. Lleva tanto tiempo metido de cabeza en este mundo que es difícil imaginarle en otros ámbitos. Ha ejercido de productor, guionista, director de fotografía y director.

Alejandro Amenábar y él construyeron el argumento de Tesis y revolucionaron el panorama español a las puertas de un nuevo milenio. Luego escribió el guión de Mar adentro, y ganó un Goya. Después redactó el de El Método y ganó un Goya. También dirigió el cortometraje Dime que yo, y... ganó otro Goya. Y después, adivinen que pasó con el libreto adaptado de Ágora. Goya.

Entre unas cosas y otras dirigió el thriller Nadie conoce a nadie y el interesantísimo wéstern Blackthorn, protagonizado por Sam Shepard y Eduardo Noriega. Ahora estrena un drama de ciencia ficción mientras termina su próxima película: una comedia que se llamará Las leyes de la termodinámica. Hablamos con él sobre Proyecto Lázaro, la historia de un hombre que en el año 2084 vuelve a la vida, seis décadas después de haber muerto víctima de un cáncer.

Ha hecho wéstern, thriller y ahora ciencia ficción. ¿No se siente cómodo en ningún género o se siente cómodo en todos?thriller

Diría más bien que me siento cómodo en todos. Pero también que las circunstancias me han llevado por ahí, es decir que no es algo que yo haya buscado. No me siento identificado solamente con un tipo de películas. De hecho, creo que Proyecto Lázaro tiene más que ver con un tipo de cine que quería hacer cuando empecé y que no pude hacer. Pero también siento que no quiero hacer siempre este tipo de películas. Hay que hacer dramas, pero no todo el rato. Ahora mismo con Las leyes de la termodinámica me apetecía hacer comedia y me han dado mucha libertad para hacer lo que quiero. Y en cuanto al wéstern, es un género que siempre me ha apasionado: haría más.

Dice que Proyecto Lázaro es ese tipo de cine que quiso hacer. ¿Por qué no lo hizo en su momento?Proyecto Lázaro

Por una mezcla de factores. Cuando empecé quería dirigir, pero era muy malo escribiendo. Ha tenido que llegar un momento en el que me permitiera el lujo de darme absoluta libertad en la escritura para que surgiera esta película. Me he dado libertad después de haber escrito suficientes guiones como para que no me importe que se queden en el cajón. Cuando empiezas, no estás dispuesto a esto.

Me duele pensar que tengo obras que no se van a hacer nunca. Mis mejores guiones están en el cajón todavía [ríe]. Pero acepto que es un hecho. Creo que con el de Lázaro tenía que pasar un tiempo. Es un guión en el que me volqué emocionalmente y que estuvo muchos años guardado.

¿Y cómo salió del cajón?

Pues conocí a un productor, Ibon Cormenzana, que estaba suficientemente loco como para decirme “venga, pa'lante”. Si no hubiese sido por él, este guión seguiría metido en un cajón. Es verdad que hace un tiempo lo leyeron varios productores, pero nadie se atrevió a llevarlo a cabo. Uno me llegó a decir que le encantaba, pero que nunca iba a producir una película así.

Da la sensación de que el cine español tiene un problema para financiar películas de ciencia ficción.

Pero es un tema exclusivamente de presupuestos, es así de sencillo. Las películas de ciencia ficción son caras y el mercado español es muy pequeño. Ahora mismo, ¿quién decide qué películas se hacen aquí? Telecinco y Antena 3. ¿Y qué quieren Telecinco y Antena 3? Pues ahí lo tienes.

Si recordamos además que ninguna de las dos es una empresa privada al uso y que tienen una concesión, está claro que hay algo en el sistema que no funciona bien. Y mira que yo estoy encantado porque Antena 3 me produce mi nueva película. Pero es difícil obviar que hay algo que no encaja.

Nos estamos perdiendo lo mejor y esto no pasa sólo en España: creo que las mejores películas que se realizan actualmente no suelen llegar al gran público. Hay un desperdicio de talento absolutamente escandaloso en muchos sitios. Y muchas veces somos los mismos autores los que no nos damos libertad: estamos tan constreñidos por una necesidad de llegar al público general que nos censuramos. Es un suicidio artístico querer llegar a todo el mundo. Si quieres gustar a todos, al final...

Rodar en inglés, como en Proyecto Lázaro o Blackthorn, ¿es una decisión financiera?Proyecto LázaroBlackthorn,

Sí, por supuesto. Películas como esta son posibles, pero es un milagro que se consigan hacer. Son posibles porque hay una vía muy difícil y que pocos productores están dispuestos a asumir, que consiste en rodar en inglés. Son películas demasiado caras para ser amortizadas en España, pero que hechas en inglés tienen un mercado que, aunque sea pequeño, abarca todo el mundo. La vendes un poco aquí y un poco allá hasta que al final logras la financiación y amortizas la inversión. Me han salido así dos películas ya: Blackthorn y esta. Son filmes que han sido soportables para el productor porque se han vendido bien fuera.

Blackthorn, por ejemplo, tenía muchísimo más castellano en el guión original. Pero al final casi todo fue en inglés porque así consigues llevarla a cabo. Esta película hubiera sido imposible rodarla en castellano.

¿Cree que la mezcla de tonos entre drama romántico y ciencia ficción pura con los que juega en Proyecto Lázaro se lo han puesto difícil?Proyecto Lázaro

Bueno, al final se ha hecho, que es lo importante. Pero insisto en que esto es casi un milagro.

¿Cómo hizo para trasladar ese tono reflexivo al rodaje?

Hablando mucho, mucho y mucho con los actores. La película fue un viaje emocional importante, especialmente para Tom Hughes. Pero sí que había un componente emocional en todos ellos. Todo el casting decidió implicarse por el guión, no por mí ni por la inversión. La historia les había tocado.

Sí que reconozco que tiene un tono extraño. Esa mezcla de romance, horror metafísico, nostalgia, humor... es un equilibrio delicado. Pero creo que nos enfrentamos a la cuestión tonal en el montaje. En el rodaje todos estábamos muy conectados.

Han pasado muchos años desde su trabajo en Tesis y ha conseguido cuatro Goyas. ¿Sigue pensando que el trabajo del guionista es el gran olvidado de la industria?Tesis

Sin duda. Y así nos va. El guionista no está suficientemente valorado en nuestro país. Ahora, por ejemplo, se están haciendo muchas series pero yo flipo con lo que se está pagando por guión. Aquí se quieren hacer series de HBO pagando a los guionistas como si estuviesen escribiendo el culebrón de mediodía.

Es un escándalo y ya no sólo por el tema monetario, sino por cómo se valora su trabajo. Hoy en día nadie paga desarrollos de guión: un productor compra un guión ya escrito, así que los guionistas escriben a pelo y solos. En España la carencia a nivel de guión es brutal.

¿Y por qué cree que esto se da especialmente en España?

No creo que se dé más aquí que en otros sitios. Es una carencia como industria. El productor no suele invertir en guiones. Pero es que también la cosa está tan jodida que es muy difícil invertir en nada. Hay mucho riesgo y miedo.

De cara al futuro, ¿quiere seguir adaptando guiones suyos?

Si te soy franco, me conformo con sobrevivir [ríe]. Y eso ya me parece arduo tal y como está la industria. Quiero seguir dirigiendo, pero también me gustaría escribir para otros. Aunque... ¡vete a saber! No es por ponerme nostálgico, ¿eh? Pero antes uno se podía ganar la vida escribiendo. Ahora ya sabes que vas a ser un arrastrado hagas lo que hagas. Escribas más o menos. Mejor o peor.

Suena muy derrotista, ¿no?

Igual estoy siendo muy drástico, pero hoy nadie se va a forrar escribiendo guiones, eso es un hecho.

En su momento Tesis  fue un filme que surgió con ánimo rupturista en el panorama del cine español. ¿Hoy sería igual de fácil hacer y estrenar una película como aquella?Tesis

Sí, creo que sí. Lo que pasa es que las cosas que habría que conseguir hoy son distintas. En aquel momento había un deseo de hacer un cine con un cariz comercial pero con factura gringa. Hoy habría que buscar otras cosas. La factura ya no es el problema ni el espectador busca lo mismo. Los retos son distintos: toda la generación de Alejandro [Amenábar] y de la gente como yo éramos muy deudores del acabado de lo que hacíamos. Somos hijos de ese cine español que quería tener una gran factura. Se han conseguido cosas increíbles con los presupuestos que manejamos. El problema de fondo del cine español es otro, porque realmente tenemos técnicos increíbles, directores increíbles, actores increíbles, etc.

Entonces, según su opinión, ¿cuál sería el gran reto del cine español ahora mismo?

Del español, y de casi todas las cinematografías europeas, el gran reto hoy es no sucumbir a la necesidad imperiosa de éxito comercial. Casi todo el cine que nos rodea está cayendo en eso. Lo que antes se conocía como 'cine de autor' es una especie en extinción que maneja presupuestos ridículos y que ve muy poca gente. Pero mejorará. Todo se resume en que te adaptas o mueres.

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