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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
LOS DISCOS DE LA SEMANA

'You want it darker', la oscura y brillante despedida de Leonard Cohen

Luis J. Menéndez

Leonard Cohen

You Want It Darker

Sony

AUTOR

★9/10

La reciente carta pública a propósito del fallecimiento de Marianne Ihlen, uno de los grandes amores de su vida además de la mujer a la que inmortalizó dedicándole So Long, Marianne, hizo que se desataran todas las alarmas. “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto”, escribió. En un año inevitablemente marcado por la jugada maestra de David Bowie, anticipándose a su propia muerte en Blackstar, You Want It Darker suena igualmente a reverencia ante su querido público, a un “hasta aquí hemos llegado”. Punto y final.

Un disco que arranca con un coro celestial y que a lo largo de sus 35 minutos está plagado de referencias explícitas al lugar que ocupa en el mundo: “Si tú eres el asistente / yo estoy fuera de juego / Si tú eres el sanador / yo estoy roto y cojo” (You Want It Darker); “Dejo la mesa / me salgo del juego / no conozco a la gente / que aparece en tu portarretratos” (Leaving the Table).

A sus 82 años ya cumplidos no hay mirada al frente posible, y por eso su decimocuarto disco es un trabajo de recogimiento y balance. También en el aspecto musical. En la línea igualmente austera de Popular Problems (2014) y Old Ideas (2012) y también apoyándose en Patrick Leonard como principal compositor (su hijo Adam figura como productor), Cohen repasa en este disco muchos de los tics estéticos que han marcado una carrera que abarca cinco décadas: el característico apoyo de voces femeninas, los pasajes orquestales, el tono cantautoral de sus primeros discos e incluso los aires a folklore griego de Traveling Light.

Tal vez a estas alturas sea imposible que el viejo poeta que compuso Suzanne, Famous Blue Raincoat, First We Take Manhattan o Take This Waltz pueda sorprendernos con una nueva colección de canciones, pero a estas alturas, y si definitivamente lo es, cuesta trabajo imaginar mejor despedida que You Want It Darker.

Azul y Negro

Dicromo (1981-1986)

Universal

ELECTROPOP

7/10

En una maniobra sorprendente (y digna de aplauso) Universal recupera toda la obra de Azul Y Negro en un solo pack con seis CD y libreto con abundante material gráfico y textos.

Es cierto que el formato de la edición decepciona un poco: cada disco se presenta en un cartoncillo con una calidad de impresión mejorable. Pero también que eso permite un precio más asequible: apenas 25 euros por una caja con 98 temas, los seis discos que Carlos García-Vaso y Joaquín Montoya publicaron entre 1981 y 1986 -La edad de los colores (81), La noche (82), Digital (83), Suspense (84), Mercado común (85) y Babel (86)- y abundantes extras como versiones maxisingles de sus éxitos y caras B.

¿Reivindicables? Aunque no todo el material brilla con la misma intensidad, temas como Me estoy volviendo loco, The Night, Fu-Man-Chu, Funky Punky Girl, El hombre lobo, Con los dedos de una mano o Vuelva usted mañana, son Historia del pop nacional, además de la banda sonora original de los ochenta en este país. Tan exageradamente ensalzadas en su día -el título de “los Kraftwerk españoles” les quedaba demasiado grande, si acaso la Yellow Magic Orchestra por su faceta kitsch y populachera y la afición a los ritmos cuasi marciales- como injustamente sepultadas por la historia con el el paso del tiempo. Merecían esta revisión.

Crystal Fighters

Everything Is My Family

Zirkulo / Pias

POP

5/10

Tercera vez que estos londinenses con coartada vascuence -en los orígenes del grupo se reivindicaban sus raíces euskaldunes y sacaban a pasear la txalaparta- nos cuentan el mismo chiste. Algo que posiblemente será más que suficiente para convertirles en habituales de nuestros festivales, pero que desde el punto de vista artístico cada vez cuesta más trabajo sostener.

Finiquitados los ecos clubbers de los inicios en el precedente Cave Rave (2013), Crystal Fighters lo fían todo a lograr la cuadratura del círculo pop. En Everything Is My Family hay melodías anémicas (Fly East o Live For You, su particular incursión en el mundo del autotune), fallidos amagos de música electrónica de baile (Ways I Can’t Tell) y repeticiones de una fórmula de sobra conocida (All Night, pese a todo, su mejor número). Pero himnos, su principal negociado, más bien pocos… o ninguno

Diego Vasallo

Baladas para un autorretrato

Subterfuge

AUTOR

7/10

Tras un silencio de seis años Diego Vasallo vuelve al primer plano de la actualidad con un disco que, curiosamente, publica Subterfuge, el más relevante sello independiente de este país. De alguna forma podría parecer que sigue los pasos de su antiguo compañero Mikel Erentxun, que jugó a reinventarse poniéndose en manos del productor indie Paco Loco para grabar A corazón abierto, su disco más relevante en años.

Pero hablábamos de Diego, que en Baladas para un autorretrato encuentra el corsé que mejor encaja con su dicción aguardentosa, principal inconveniente a la hora de llegar a audiencias mayores desde los ya lejanos años de Cabaret Pop. Nunca había encajado tan bien como aquí, con unas composiciones a medio camino del blues-rock cabaretero y descacharrado de Tom Waits y la calidez mediterránea de Paolo Conte, en ocho disparos marcados por la habitual calidad poético-literaria del donostiarra.

Jimmy Eat World

Integrity Blues

RCA

ROCK

6/10

Noveno álbum para quienes una vez, allá por el cambio de milenio, fueron abanderados de un emo-rock que aspiraba a auparse en las listas de éxitos. No lo consiguieron del todo, más allá de aquel éxito puntual que fue The Middle, y desde entonces deambulan sin pena ni demasiada gloria como material de relleno en las zonas templadas de festivales (sin ir más lejos, hace unos meses el madrileño Dcode).

Con la intención de romper esta dinámica, la banda ha echado mano de Justin Meldal-Johnsen (bajista de M83 y productor de, entre otros muchos nombres, Paramore, Tegan & Sara, Crystal Fighters o los mismos M83). Esto es, vocación ultracomercial para productos que se etiquetan con el marchamo de “independiente”. Falso. Integrity Blues es rock para radiofórmula, o al menos lo es en aquellos países donde los que deciden lo que suena en las radios no se asustan al escuchar una guitarra. Tan inofensivo como eso.

Lady Gaga

Joanne

Interscope

POP

4/10

Lady Gaga se muestra sin máscaras en su nuevo disco. Al menos eso es lo que se desprende de la portada del mismo o incluso del videoclip para Perfect Illusion, chuminada de impecable factura en la que la estrambótica artista juega a transformarse en rockera de riff pétreo y mandíbula prieta.

En una desesperada búsqueda de la autenticidad hasta tira de agenda para convocar a Mark Ronson (principal productor del disco), Florence Welch, el Tame Impala Kevin Parker, Josh Homme (que se apunta a un bombardeo) o Father John Misty.

Ni siquiera esa maniobra resulta creíble en un álbum falso como un euro de madera y lleno de ejercicios de estilo de diferente pelaje, en el que la Gaga se debate entre la balada acústica a lo Lana Del Rey, amagos de hit global (Yo-Yo, o su intento por emular el pepinazo de Uptown Funk) y experimentos que evocan aquellos lejanos tiempos en los que el rock sintetizado de Tina Turner o Rod Stewart dominaba las listas de éxitos.

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