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'Repara', el primer programa público de Valencia para erradicar conductas violentas en los hombres

Núria Crespo, Elena Terreros y Aritz Pérez, responsables del programa 'Repara' del Ayuntamiento de Valencia.

Laura Martínez

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La formación y la intervención con maltratadores es uno de los objetivos del pacto valenciano contra la violencia de género. El objetivo es evitar la reincidencia y hacer a los agresores conscientes de las consecuencias de sus actos; para sus parejas, para la sociedad y para sí mismos. Uno de los principios que rigen la Ley de Medidas de protección Integral contra la violencia de género y del sistema penal español: toda pena está enfocada a la reinserción.

El Ayuntamiento de Valencia ha puesto en marcha un programa psicosocial para erradicar conductas violentas en hombres con condenas por violencia de género o que acudan voluntariamente a replantearse sus comportamientos. 'Repara' interpela directamente al agresor, sea éste reconocido por el sistema judicial, derivado por los servicios sociales o por sus propios medios y su entorno.

La Coordinadora Feminista de Valencia protestó porque el programa se financiara con fondos del Pacto de Estado y obligó al Ayuntamiento a rectificar. No obstante, el consistorio decidió que la iniciativa era lo bastante relevante como para llevarse a cabo. “La iniciativa es de protección a la víctima y se trabaja con el agresor, el que inicia la violencia”, explican fuentes municipales, que recalcan que la lucha contra la violencia machista no debe centrarse sólo en las víctimas y debe apelar al agresor. En 2017, explican fuentes del ayuntamiento, el 80% de las personas que acudían a realizar servicios para la comunidad eran hombres y el 70% de ellos con condenas por violencia de género. En este caso, el programa está destinado a los condenados a penas inferiores que en lugar de hacer frente a una multa realizan servicios a la comunidad. La dotación presupuestaria es de 173.000 euros para dos años de proyecto.

El programa se estructura en cinco fases que comienzan con una entrevista inicial y terminan con una evaluación. La intervención dura un año y las responsables prevén poder trabajar con 5 grupos que se irán incorporando progresivamente. Aritz Pérez y Elena Terreros son los profesionales que guían a los hombres durante la intervención. Ambos se apoyan en Nuria Crespo, que se encarga de la gestión y administración del programa en el Centro de Servicios Sociales de Patraix.

Pérez y Terreros cuentan con 12 años de experiencia en Psima, una agrupación de Profesionales Sociales en la Intervención del Maltrato. Psima ha trabajado en el programa Contexto, una iniciativa de la Universitat de València y la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas similar a la que realizan con el Ayuntamiento de Valencia, del que Elena Terreros fue subdirectora. Ambos recalcan que es necesario tener una especialización para trabajar con maltratadores.

El programa integra en el mismo grupo tanto a los hombres con condenas -siempre inferiores a dos años- como a los que acuden voluntariamente o por recomendación de su entorno. La literatura científica avala la heterogeneidad en el grupo, explican, ya que los penados advierten a los que no se ha demostrado que hayan cometido delito sobre su gravedad y los voluntarios les hacen ver que pueden replantearse su conducta.

Las intervenciones se estructuran en dos horas semanales -más en contraproducente, señalan- y se trabajan los mitos del amor romántico, la gestión de emociones -en especial la ira y la frustración -, los celos, los estereotipos de género, establecer relaciones de confianza o el sexo dentro de la pareja: el falso consentimiento y las relaciones sexuales no deseadas. “Se trabaja lo que tiene que ver con relaciones de pareja saludables”, explican, especialmente la toma de conciencia.

La clave del programa es que los maltratadores sean conscientes de que han cometido un delito de gravedad, con implicaciones para sus parejas, familias y para sí mismos, que lo asuman sin culpabilizar a su pareja ni restarle importancia y, sobre todo, que tengan una alternativa emocional. “Tener una alternativa de comportamiento les engancha a venir”, destacan.

Aunque no hay un perfil de agresor -hay casi tantos como agresores y agresiones-, sí hay factores de riesgo, como la precariedad o la exclusión social y el consumo de sustancias tóxicas. “La mayoría han ejercido la violencia mucho tiempo antes de que llegue la condena (...) piden perdón y no pasa nada hasta que un día pasa”, explica Terreros en referencia al momento de la denuncia.

“Hasta ahora no se ha llamado a la acción al agresor, no había alternativa para modificar la conducta. Los agresores pueden cambiar y es una realidad avalada científicamente. Con estas intervenciones el riesgo baja y cambian la actitud”, sentencian.

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