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The Guardian

Una investigación revela que la Universidad de Edimburgo jugó un papel “descomunal” en la pseudociencia racista

Pancarta en un campamento de protesta en el Old College de la Universidad de Edimburgo

Severin Carrell/Chris Osuh

1 de agosto de 2025 22:30 h

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La Universidad de Edimburgo, una de las instituciones educativas más antiguas y prestigiosas de Reino Unido, jugó un papel “descomunal” en el diseño de teorías pseudocientíficas racistas, según una inédita investigación histórica que también ha arrojado luz sobre cómo la institución se benefició de la esclavitud transatlántica.

De acuerdo con una investigación oficial a la que ha tenido acceso The Guardian, la universidad recaudó una suma que como mínimo equivaldría hoy a 30 millones de libras esterlinas [unos 34,7 millones de euros] a través de donantes y antiguos alumnos relacionados con la esclavitud de los pueblos africanos, con las plantaciones, y con las riquezas generadas por el sistema de explotación en todo el Imperio Británico.

En los siglos XVIII y XIX la Universidad de Edimburgo se convirtió en un “refugio” para profesores que desarrollaron teorías de supremacismo blanco y desempeñaron un papel fundamental en la creación de “pseudociencias raciales” desacreditadas según las cuales los africanos ocupaban el escalafón más bajo de una supuesta jerarquía racial.

Fundada en el siglo XVI, la antigua universidad mantiene un patrimonio de 9,4 millones de libras esterlinas [unos 10,8 millones de euros] que procede directamente de donantes relacionados con la esclavitud, las conquistas de la era colonial y estas pseudociencias. Ese patrimonio se ha destinado a financiar conferencias, premios y becas vigentes en la actualidad.

Sir Peter Mathieson, el rector que encargó la investigación, dice que aunque las conclusiones de la investigación son “duras de leer”, la Universidad de Edimburgo no puede aplicar “memoria selectiva” sobre su historia y sus logros.

La reina Isabel II junto con Peter Mathieson durante una visita al Instituto de Cambio Climático de Edimburgo

En un comunicado oficial, Mathieson ha pedido disculpas sinceras en nombre de la universidad por “su papel, no solo por el beneficio material obtenido gracias a prácticas y sistemas que causaron tanto sufrimiento, sino por la contribución a producir y perpetuar un pensamiento racializado que ha afectado de manera significativa a las comunidades étnica y racialmente minoritarias”.

Otros hallazgos de la investigación

Para contribuir en la construcción de dos de sus edificios más famosos, el Old College on South Bridge (década de 1790) y la antigua facultad de medicina cerca de Bristo Square (década de 1870), la universidad pidió explícitamente donaciones a graduados cuya actividad económica estaba vinculada al comercio transatlántico de esclavos, según el mismo documento.

Las donaciones equivalían a aproximadamente 30 millones de libras esterlinas, teniendo en cuenta solo la variación de los precios [unos 34,7 millones de euros]. Teniendo en cuenta el aumento de los salarios desde entonces, la cifra equivaldría hoy a 202 millones de libras [unos 234 millones de euros]. Por último, si se considera el crecimiento económico registrado desde entonces, la cifra equivaldría en la actualidad a 845 millones de libras [unos 978 millones de euros].

La universidad gestionaba un mínimo de 15 dotaciones financieras derivadas de la esclavitud en África y otras 12 del colonialismo británico en la India, Singapur y Sudáfrica. Diez de ellas siguen activas en la actualidad, con un valor mínimo de 9,4 millones de libras esterlinas [unos 10,9 millones de euros] a día de hoy.

La universidad conserva aproximadamente 300 cráneos de personas esclavizadas y desposeídas. Fueron recogidos en el siglo XIX por frenólogos de Edimburgo que relacionaban erróneamente la forma del cráneo con el carácter y la moral de una persona.

Menos del 1% del personal de la universidad y poco más del 2% de sus estudiantes son negros. Un porcentaje muy por debajo del 4% de la población para todo Reino Unido, pese a que Edimburgo es reconocida como una institución de enseñanza global.

Los autores del informe terminan con serias dudas sobre el papel que desempeñó la universidad como sede de la Ilustración escocesa durante los siglos XVIII y XIX, cuando se hizo conocida por el trabajo de eminencias como el economista Adam Smith o el filósofo David Hume.

Qué hacer con el legado económico de la esclavitud

El hecho de que una parte de la historia de la universidad esté “relacionada con la esclavitud y con el colonialismo, con la apropiación violenta de cuerpos, de mano de obra, de derechos, de recursos, de tierras y de conocimientos es profundamente estremecedor, sobre todo para una institución tan estrechamente vinculada con los valores humanísticos y liberales de la Ilustración escocesa”, escriben.

Como forma de combatir el racismo institucional que impregna a la institución, los autores del informe piden que la universidad destine ese legado financiero a la contratación de académicos negros y de minoritarias, así como a investigar y enseñar sobre racismo y colonialismo.

Dentro de la serie de 47 recomendaciones, los autores también piden a la institución que deje de aceptar como válida la definición de antisemitismo promovida por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por sus siglas en inglés), dado que coarta el “libre debate” sobre las políticas y acciones de Israel en Gaza y Cisjordania (en Reino Unido, una mayoría de universidades reconoce la definición de antisemitismo de la IHRA).

Los autores del informe solicitan a la universidad que se deshaga de manera urgente de todas sus inversiones en empresas que tengan contratos importantes con el Gobierno de Israel.

El rector Mathieson asegura que la universidad está evaluando “activamente” su adopción de la definición de la IHRA, así como sus inversiones en empresas vinculadas a Israel después de que miembros del personal y estudiantes de la universidad organizaran una serie de protestas acusándola de complicidad con el accionar israelí en Gaza.

Campamento de estudiantes en solidaridad con Gaza en los terrenos del Old College de la Universidad de Edimburgo

Mathieson dice que entiende los sentimientos que hay detrás de la petición pero que no puede retirar el apoyo a la definición de antisemitismo de la IHRA, ni vender participaciones en empresas que se enfrentan un boicot antes de completar la evaluación. “Obviamente, se trata de un tema muy candente y de actualidad”, ha explicado durante una entrevista con The Guardian.

Mathieson admite que la investigación sobre el pasado colonial de la institución ha llegado a conclusiones “profundamente impactantes” y “verdaderamente incómodas”.

Una de ellas fue enterarse por los apuntes de la década de 1790 de los estudiantes de Dugald Stewart que su profesor, uno de los filósofos morales más famosos, enseñó a miles de estudiantes que los europeos blancos eran racialmente superiores. Se da la paradoja de que tanto Stewart como Adam Ferguson, su mentor, fueron “abolicionistas de toda la vida”. Pero en el sur de Estados Unidos sus teorías raciales fueron usadas para justificar la esclavitud.

Además de celebrar sus éxitos, dice Mathieson, la universidad ha tenido que aceptar duras verdades sobre su pasado. Según el rector, se trata de la investigación histórica más exhaustiva jamás realizada por una universidad de Reino Unido.

“Creo que una gran parte del informe es dura de leer, pero confío en su exactitud porque confío en los expertos que lo han redactado”, dice. “Creo que buscábamos la verdad, que es la verdadera misión de una universidad, y eso incluye la verdad sobre nosotros mismos, además de la verdad sobre cualquier otra persona”.

Mathieson y los altos cargos de la Universidad de Edimburgo encargaron el informe después de que en 2018 la Universidad de Glasgow hiciera una revisión pionera sobre sus vínculos con el esclavismo, y de que llegaran también a Edimburgo las protestas organizadas en EEUU por el Black Lives Matter tras el asesinato en Minneapolis de George Floyd (2020). La investigación de Edimburgo ha sido liderada por el profesor Tommy J. Curry, especialista en teoría crítica de la raza, y por la doctora Nicola Frith, experta en reparaciones.

Entre otros hallazgos, hay pruebas de que la universidad recibió dinero generado con los impuestos a los barcos que transportaban azúcar y tabaco producidos por esclavos, y de que había invertido las donaciones generadas gracias a la esclavitud de los africanos en bonos de guerra, en bonos coloniales, y en fincas de las Highlands escocesas.

El informe también acusa a la universidad de “inercia” con el tema del abolicionismo de la esclavitud. Pese a que en su claustro había profesores que lideraban la campaña abolicionista, la institución decidió no unirse a tres universidades y facultades escocesas que elevaron una solicitud al Parlamento pidiendo la abolición de la esclavitud.

“Escocia tiene una deuda moral por haber sostenido una ideología que durante siglos contribuyó a explotar, matar y dominar a personas racializadas”, dice Curry. “No hay nada que argumentar frente al hecho de que las personas que orquestaron el colonialismo venían de Edimburgo; no es el único lugar del que vinieron, pero en aquella época la Universidad de Edimburgo estuvo a la vanguardia en la creación y proliferación de estas teorías”.

En 2020, Edimburgo se convirtió en uno de los centros de protesta del movimiento Black Lives Matter cuando algunos estudiantes y trabajadores exigieron un cambio de nombre en un bloque de pisos bautizado por el filósofo de la Ilustración David Hume, autor de una nota al pie de página abiertamente racista donde se sostiene que los negros eran inferiores.

La estatua de David Hume en la Royal Mile de Edimburgo

Despertando la furia de algunos historiadores, la universidad accedió a un cambio temporal en el nombre del edificio, que pasó a llamarse ‘40 George Square’. Un informe posterior encargado por la universidad ha recomendado que este nuevo nombre sea permanente y la creación de un nuevo comité para evaluar un cambio de nombre en otro edificio moderno, el Dugald Stewart, debido a sus teorías sobre la raza.

Medidas anticolonialistas

Según Mathieson, muchas de las recomendaciones del informe sobre descolonización presentado por el equipo de 24 académicos, investigadores y consultores serán aceptadas sin más por la universidad, mientras que otras requerirán más consideración y fondos. “Si finalmente perdemos el coraje porque no nos gustan las conclusiones, la decisión original de realizar el trabajo queda invalidada”, dice. “Sabíamos que esto no iba a ser fácil”.

La universidad creará un grupo dedicado a la implementación de las medidas aconsejadas por el informe. Según Mathieson, una de las que apoyará activamente será el establecimiento en la Universidad de Edimburgo de un centro para el estudio del racismo, el colonialismo y la violencia contra las personas negras, buscando un local como espacio comunitario y ayudando a encontrar filántropos que aporten fondos, entre otras fuentes de financiación externa.

Mathieson señala que la universidad también tiene mucho trabajo por delante para comprender por qué son tan pocos los estudiantes y miembros del personal negros. Un contraste con los estudiantes asiáticos, que representan un tercio del total, con casi 9.300 procedentes de China.

“Sin duda”, la Universidad de Edimburgo financiará nuevas becas para estudiantes pertenecientes a grupos minoritarios, apunta Mathieson. “Algunos de los recursos de la universidad pueden destinarse y se destinarán a este fin”, añade antes de señalar que, tal vez, la universidad no pueda reasignar algunos fondos vinculados a la esclavitud o al colonialismo si las condiciones en que fueron donados restringen su uso a unos fines específicos.

Traducción de Francisco de Zárate.

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