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En tierra hostil, la presidenta del Banco Central Europeo se lanza a la conquista del público

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).

Aldo Mas

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No puede decirse que salga del todo favorecida la francesa Christine Lagarde, la nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE), en los últimos artículos publicados en los principales diarios generalistas alemanes.

En uno de ellos, aparecido en el periódico de centro-izquierda Süddeutsche Zeitung, una ilustración de Stefan Dimitrov presenta a Lagarde con la mano levantada. En la punta de los dedos lleva cuatro objetos, una hucha con forma de cerdito, un coche, una casa y un extraño monigote verde. En el periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, la ilustradora Nina Simon retrataba mejor y con más detalles a la presidenta del BCE. No obstante, ésta aparecía en su retrato parcialmente cubierta de hierbas verdes, bajo un titular que alertaba sobre “los riesgos de una política monetaria verde”.

Así, estos periódicos, dos referentes informativos de la prensa seria germana, mostraban preocupación por los temas que ha puesto Lagarde sobre la mesa en sus primeros grandes “exámenes orales” del pasado mes de diciembre. En su primera rueda de prensa y su audiencia en el Parlamento Europeo. En esas citas, Lagarde reivindicó que ella tendrá su “propio estilo de comunicación”. Con él, la jurista y otrora ministra francesa no sólo se dirigirá a periodistas. También lo hará, según ella, “al público en general”.

De ahí debió surgir la idea de dibujarla con sencillos objetos en la mano en el Süddeutsche Zeitung. En esa imagen parecería que Lagarde se dirige a niños.

Lo de dibujar a Lagarde con plantas sobre el cuello del Frankfurter Allgemeine Zeitung viene a cuento de los “bonos verdes”. Ésta es “una idea que no ha sido bien recibida por todos y que ha dado lugar a renovadas críticas según las cuales el BCE no se toma lo suficientemente en serio su papel en la estabilidad de los precios”, recuerda a eldiario.es Alexander Kriwoluzky, responsable de estudios macroeconómicos del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW) de Berlín.

Precisamente desde Alemania suelen pronunciarse las críticas más sonadas contra el BCE. Suelen ser muy comentadas las del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, una de las voces que ha cuestionado con dureza la acción del predecesor de Lagarde, el italiano Mario Draghi. Esto, incluso cuando al banquero transalpino se le atribuye haber mantenido al euro con vida en los momentos más difíciles que se recuerdan desde la instauración de la moneda única.

“La crítica en Alemania sobre la política del BCE la disparan los muy bajos tipos de interés. La crítica tiene menos que ver con el estilo de comunicación que con lo que dicen muchos políticos alemanes sobre el BCE, ya sean del [partido ultraderechista] Alternativa para Alemania o de una parte de la Unión Cristiano Demócrata (CDU)”, comenta Kriwoluzky, aludiendo a los sectores más conservadores de la política germana. “Además, cada cierto tiempo hay economistas alemanes que critican las políticas del BCE”, abunda este experto.

“Contrarrestar percepciones equivocadas”

En su despacho de Fráncfort, la metrópolis financiera de Alemania –y del 'viejo continente'– Lagarde tendrá que seguir trabajando en el aprendizaje del alemán para persuadir así de las bondades de su acción. Pero poner el foco en el estilo de comunicación, con la declarada intención de transcender el alcance meramente periodístico, no sólo le servirá en el aparentemente hostil suelo de Alemania.

Nicolas Veron, analista del prestigioso think-tank Bruegel, una organización dedicada al estudio de asuntos económicos con sede en Bruselas, mantiene que la intención de Lagarde es “fortalecer el marco institucional del BCE”. “Querer conectar con el gran público es ciertamente un desafío. Pero para que un poder sea sostenible tiene que verse apoyado y contar con una aceptación pública mayoritaria”, dice Veron a eldiario.es.

“Esto no significa que el público tenga que seguir todas y cada una de las acciones que tome el BCE, pero ahora hay una necesidad manifiesta de trabajar en cómo se percibe el BCE para contrarrestar las percepciones equivocadas que puedan existir”, abunda el analista de Bruegel.

Comunicar de otro modo ante el auge populista

En tiempos de auge de la ultraderecha en Europa, con partidos ultranacionalistas y euroescépticos como pueden ser, por ejemplo, Alternativa para Alemania (AfD) en el país de la canciller Angela Merkel, la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, la Liga Norte italiana o Vox en España, la comunicación institucional del BCE parece ser ahora una cuestión de especial relevancia para Lagarde y compañía.

Lagarde ya ha dicho que empleará en sus comunicaciones futuras “un lenguaje diferente” de manera que sus mensajes puedan “entenderlos mejor aquellos que no tienen un conocimiento profundo sobre las cuestiones” sobre las que se decide en Fráncfort.Está por ver si el énfasis comunicativo que ha expuesto la nueva presidenta del BCE significa que su institución acabe reforzada.

En Berlín, Kriwoluzky, el experto de DIW, se muestra algo escéptico. “Integrar a la población es muy difícil. Mi impresión es que la gente crítica con el BCE va a sentirse identificada con los populistas y los nacionalistas. Contra eso difícilmente puede luchar una institución financiera”, según este investigador.

“Normalmente un banco central se gana el reconocimiento de la población manteniendo los precios estables. El BCE lo ha estado haciendo desde hace ya 20 años. Tal vez, en tiempos de políticas monetarias poco convencionales también se necesite una manera de comunicar diferente. Pero yo desconozco cómo tiene que ser esa forma de comunicar”, abunda Kriwoluzky. Los europeos aún deben esperar para tener claro qué significan las promesas del nuevo estilo de Lagarde.

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