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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La izquierda abertzale y su relato perdido

Pintada contra la secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia, en la puerta de una Casa del Pueblo.

Javier Arteta

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La ambigüedad de EH Bildu ante el acoso al domicilio  de la secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendía, y los ataques a distintas sedes de partidos vascos parece evidenciar el largo camino que esta formación aún debe recorrer para ser considerada una fuerza política normalizada a todos los efectos. Cierto es que sus dirigentes han 'rechazado' estos actos de minorías radicalizadas y 'descolgadas' de su mundo. Cierto es, igualmente, que han expresado su solidaridad con los agredidos. Pero siguen omitiendo la palabra 'condena'. Y, sobre todo, siguen acompañando sus críticas a estas acciones intolerables con buenas dosis de comprensión hacia quienes las promueven.

Por ejemplo, Mertxe Aizpurua, diputada en el Congreso de los Diputados, asegura que tales acciones coactivas son “consecuencia de una situación extrema que está pasando un preso vasco” (al cometer un pequeño desliz, asesinando a un ser humano, como lo era el concejal pamplonés, Tomás Caballero). “Si no existiera esa situación –añade-, no sucedería esto”. Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu, es bastante más concluyente cuando, tras decir que “no comparte la estrategia” del nuevo radicalismo, afirma que “lo realmente grave es el mantenimiento de una política penitenciaria excepcional por parte del Estado”. Y, al final, se remata la faena con la idea de que la formación abertzale no está dispuesta a aceptar la terminología política e ideológica que se les quiere imponer y que “no lleva a ninguna parte”.

Una vez más, la izquierda abertzale sigue empantanada en ese problema del relato, que no es otro que el de su relato particular: el que le impide reconocer  el daño causado por el terrorismo liberticida de ETA en el pasado. Y el que le sirve ahora para diferenciarse del resto de fuerzas políticas de Euskadi ante las agresiones perpetradas por minorías que añoran la violencia intimidatoria de otros tiempos. Ellos no aceptarán lo que 'los otros' (es decir, todos los demás) pretendan imponerles. 

Y eso que Arnaldo Otegi situó a los suyos en el lado de las víctimas, porque también ellos han recibido pintadas, según he leído estos días en El Correo. “Unos –ha declarado Otegi- nos quieren en la condena para decir que hemos traicionado los ideales y otros para decir que por fin nos hemos hecho demócratas; no vamos a entrar al juego de unos ni de otros”. 

Y en ese último punto me surge la duda. Y me pregunto si no entraron en ese juego quienes decidieron legalizarse “conforme al canon de la legalidad ordinaria y constitucional” –Ley de Partidos incluida-,  como una “nueva formación política de la izquierda abertzale”, en ruptura con anteriores modelos organizativos, para “impedir su instrumentalización por organizaciones que practican la violencia o por partidos políticos que fueron ilegalizados y disueltos por razón de su connivencia con ella”. Una nueva formación política que habla también del rechazo a las diferentes formas de violencia y terrorismo, “tal y como legislativamente han sido definidos en los diferentes apartados del artículo 9 de la Ley Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos”.

¿De verdad que no entraron en el 'juego' del sistema democrático que antes negaban quienes, el 8 de febrero de 2011 depositaron, en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio del Interior el acta de constitución y de Estatutos de Sortu? ¿Por qué entonces tanto remilgo, por parte de EH Bildu, a la hora de hacer causa común con los demás partidos vascos, en defensa conjunta de las libertades de todos, ante las agresiones de minorías violentas que aún pululan por nuestras calles, añorando el terrorismo de antaño?

¿Y por qué no acaban de reconocer abiertamente que lo que hizo ETA a lo largo de tantos años estuvo mal, fue injusto, provocó mucho dolor y es, por tanto, condenable? ¿Tanto les cuesta volver a reconocer a ETA como “sujeto activo de conductas que vulneran derechos y libertades fundamentales de las personas”? ¡Si está escrito en el acta de constitución de Sortu! ¿Qué es lo que la izquierda abertzale, al menos la que se agrupa en el 'partido-guía' de la coalición,  no acaba de entender de sus Estatutos y declaraciones de principios? ¿O ya no forman parte de su propia memoria?

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