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“Aquí no está a salvo nadie”

Eva García Sáenz de Urturi, autora de 'El silencio de la ciudad blanca', con Elisabeth Ochoa de Eribe, guía turística de Vitoria

Iker Rioja Andueza

“Estamos a 29 de julio. Llevamos cinco días de asesinatos en Vitoria. Mi nombre es Elisabeth Ochoa de Eribe, tengo 40 años y, por lo tanto, estoy en situación de riesgo. Aquí no está a salvo nadie”, advierte en el centro de la plaza de la Virgen Blanca, mientras una banda ensaya de fondo una versión de ‘Lau teilatu’, una guía que llevará a un nutrido grupo de curiosos por los puntos donde se están sucediendo los crímenes que traen de cabeza al inspector de la Ertzaintza Unai López de Ayala, alias Kraken, y cuyas víctimas tienen como denominador común contar una edad redonda y tener apellidos compuestos típicamente alaveses. Es la ruta de la novela negra de moda, ‘El silencio de la ciudad blanca’, la más vendida en el País Vasco y la cuarta de España y cuya trama se desarrolla precisamente estos días coincidiendo con las fiestas de la ciudad de la autora, Eva García Sáenz de Urturi.

“El libro es una guía turística magnífica de la ciudad”, admite Ochoa de Eribe antes de llegar a la plaza de las Burullerías, junto a la vieja catedral de Santa María, el escenario del primero de los asesinatos dobles. La escritora, que acompaña hoy a sus lectores en este recorrido recién estrenado por la Oficina de Turismo, describe con detalle decenas de puntos emblemáticos y comercios de la capital vasca e incluso recorre las cartas de ‘pintxos’ de hasta 22 establecimientos hosteleros. Es el resultado de “tres años y medio de labor de documentación y otro año y medio más de redacción”, reseña García Sáenz de Urturi, cuyo trabajo tiene ya cinco ediciones que van matizando algunas imprecisiones del texto original y que sigue vendiéndose a pares aquí y allá.

La comitiva de Ochoa de Eribe llega finalmente a la catedral. La ruta literaria tiene algo de autocensura. Aunque muchos como Enrique llevan su ejemplar bajo el brazo y conocen con detalle sus personajes y, desde luego, quién es el temible asesino, otros no han empezado a recorrer las calles de la ciudad blanca o están a pocos capítulos del final. Y no se trata de hacer ‘spoilers’.

Delante del templo, una escultura de otro escritor, Ken Follet, observa con preocupación en dirección a Santa María. Sus sospechas están fundadas. No sólo es que en vísperas del Día del Blusa y de la Neska, uno de los más simbólicos para Vitoria desde 1915, hayan aparecido dos cadáveres desnudos con una escenificación muy particular, es que es un ‘modus operandi’ calcado al de otra serie de homicidios que conmocionaron Vitoria a mediados de la década de 1990. Pero aquel asesino ya está entre rejas. De hecho lo arrestó su propio gemelo, un recto policía. ¿Ha aparecido un imitador o no era su hermano el asesino? ¿O en realidad sí era su hermano? Pueden seguir leyendo. Aquí tampoco habrá ‘spoilers’. ¿O sí?

En la novela aparecen parejas de muertos en la Casa del Cordón, en la balconada de San Miguel o junto al caminante, en la plaza del Arca. Entretanto, los policías y periodistas que protagonizan la ficción –que podría convertirse ahora en serie de televisión, según algunos rumores- recorren los murales de Vitoria, que como en Filadelfia han permitido regenerar fachadas medievales semiabandonadas, o tradiciones tan propias como la procesión de los faroles. “El problema es que los vitorianos no nos lo creemos. No nos sabemos vender”, comentan dos hombres que participan en la ruta sobre las potencialidades turísticas de una ciudad que acumula anécdotas de Isabel la Católica, Adriano VI y otros tantos personajes clave de la historia universal.

La comitiva va acabando su recorrido. Lo hace en la calle de Eduardo Dato. Es el lugar predilecto para los caminantes de Vitoria y donde viven, uno frente al otro, los gemelos Ortiz de Zarate, policía y condenado, condenado y policía. “Auguro que en poco tiempo va a ser un lugar de peregrinación”, bromea Ochoa de Eribe sobre los portales a ambos lados del paseo.

La visita termina. Han sido más de dos horas por lo más umbrío de una ciudad en la que, aparentemente, nunca pasa nada. Los crímenes se suceden y es urgente dar con el asesino. “Aquí no está a salvo nadie”, repite a todo el que le escucha la guía con apellido compuesto alavés. La autora, sin embargo, tiene todavía tiempo para departir unos minutos más con sus seguidores y comentar anécdotas, explicar de dónde se ha inspirado para sus personajes y tramas. En poco tiempo firma decenas de ejemplares. “Espero que disfrutes recorriendo las calles de la ciudad blanca”, le dedica a una lectora extremeña.

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