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Euskadi mejora sus índices de pobreza y bienestar pese al impacto de la pandemia pero se agrava la desigualdad

Una persona pide ayuda en la calle

Alazne Aldayturriaga

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Los índices de pobreza y bienestar en Euskadi han mejorado entre 2018 y 2020 a pesar de la crisis derivada de la pandemia por la mejor evolución del territorio más poblado, Bizkaia. Ahora bien, en el mismo período se ha incrementado la desigualdad “no por el empobrecimiento de las personas sino porque las más favorecidas se han enriquecido más”. En el indicador AROPE, que muestra el riesgo de pobreza y exclusión, se ha observado una “significativa” mejora con un descenso del 20,7% al 19,9%.

Estas son algunas de las conclusiones obtenidas de la última encuesta de pobreza y desigualdades, realizada entre junio y septiembre de 2020, en plena pandemia, que se ha presentado este miércoles en Vitoria. “Son datos esperanzadores, pero no nos conformamos, ni mucho menos”, ha declarado Beatriz Artolazabal, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales.

El índice de pobreza real ha disminuido de un 6,1% en 2018 a un 5,6% en 2020, lo que equivaldría a 120.000 vascos, pese a que la encuesta fuera realizada en plena pandemia de la COVID-19. Además, el índice de bienestar sube hasta el 90% y un 75% de los ciudadanos de Euskadi vive en situación de “bienestar completo”. Estos resultados significan, según ha explicado la consejera, que “el sistema vasco de protección social” —donde entran la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), la Prestación Complementaria de Vivienda (PCV), los ERTE o programas sociales como Azken Sarea Indartzen y Lehen Urratsa— ha servido de “muro de contención” contra las consecuencias de la COVID-19.

Los indicadores específicos relativos a la pobreza real han mejorado. La pobreza vinculada al mantenimiento, en relación con los ingresos, se ha estabilizado con respecto a 2018 en el 8%. Sin embargo, en este periodo se ha reducido la distancia entre los ingresos disponibles en las familias y el umbral de pobreza, que ha pasado de un 25,1% a un 23,5%. La pobreza energética ha sufrido, asimismo, un cambio de tendencia respecto a los índices de 2018 y la inseguridad en el acceso a la alimentación también se mantiene en “niveles inferiores a los del periodo de 2012-2016 y, en muchos casos, incluso por debajo de los observados en 2008”. No obstante, la pobreza infantil crece hasta el 11,7% en menores de 14 años, el porcentaje más alto desde 2008, según señala el informe.

Aunque el índice real de pobreza ha disminuido, no ha afectado de la misma manera a todos los grupos sociales. En el caso de las familias monoparentales —una gran parte son 'monomarentales', según ha afirmado Luis Sanzo, responsable del Órgano Estadístico del Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales— y las familias extranjeras con hijos menores ha aumentado el nivel de pobreza a causa de la crisis de la COVID-19.

En lo relativo a los territorios históricos, la pobreza desciende en Bizkaia del 7% al 5,4%, pero aumenta en Álava de un 6,3% a un 7,3% y en Gipuzkoa del 4,5% al 5,1%. Aun así, Álava se mantiene por debajo del nivel de 2016, en Bizkaia es similar y en Gipuzkoa ha aumentado y sigue una línea ascendente. Las comarcas en las que más sube el índice de pobreza real es en Vitoria, Ayala, Alto Deba, Bajo Deba y Tolosa-Goierri, es decir, en las zonas de “no servicios”. Sin embargo, en las comarcas en las que se concentra el sector de los servicios sigue una línea más estable, como es el caso de Bilbao.

Aumento “preocupante” de la desigualdad

En el caso de los índices de bienestar social, el informe recoge que se ha reducido de “forma importante la proporción de personas de 18 a 44 años sin recursos suficientes para independizarse”. La ausencia de bienestar a causa de los ingresos baja del 22,4% en 2018 al 19,6% en 2020. La evolución de los indicadores de falta de bienestar es “predominantemente favorable”. En concreto, el número de hogares que no tienen capacidad de disfrutar de al menos una semana de vacaciones al año desciende hasta el 14,8% y la falta de acceso a internet por razones económicas afecta a dos de cada cien hogares.

La desigualdad social, sin embargo, ha sufrido un aumento “preocupante” desde 2018. La razón no es el empobrecimiento de la sociedad, sino que las personas más favorecidas “se han enriquecido más”. El 20% de la población más favorecido tiene una renta 4,4 veces más alta que el 20% más desfavorecido, y “la peor evolución” es la del peso de los ingresos del 10% de la población más desfavorecida, que se rebaja al 3,18%. Asimismo, repunta el porcentaje de hogares con personas activas que están en paro o carecen de una ocupación laboral estable y llegan a ser dos terceras partes de la población en situación de pobreza.

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