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La difícil convivencia entre los aviones y las aves que sobrevuelan Bizkaia

Un avión acercándose a las pistas de aterrizaje

Luis Miguel Barcenilla

Según los registros de Aena, durante 2017 se contabilizaron 108 avistamientos de aves en una distancia de 0,5 a 8 millas del aeropuerto de Loiu (Bizkaia), en su mayoría buitres. En lo que va de año, la cifra se acerca peligrosamente al total del pasado año, lo que indica una creciente importante de avistamientos. Las aves, que siguen entrando en contacto con el espacio aéreo donde operan los aviones comerciales, significan una problemática que tienen que atajar en cooperación la estación aeroportuaria y la Diputación Foral de Bizkaia, cada una a un lado del vallado.

El último caso se registró el pasado 29 de julio, segundo en tres meses en el que se da una colisión entre un ave de grandes dimensiones y un avión tripulado. El accidente provocó que el avión, de la compañía Vueling, que se dirigía a París con alrededor de 160 personas a bordo, tuviera que volver al aeropuerto de salida. El piloto se vio obligado a volver al aeropuerto tras el choque pues sólo poseía un motor operativo. El hecho sucedió a la altura de Getxo. Este segundo y último caso en un corto periodo de tiempo ha provocado la preocupación de la comunidad de pilotos, pues ocurrió, a diferencia del primer caso, durante el levantamiento del vuelo, momento crítico. El motor dejó de funcionar por completo. Los pasajeros a pesar del 'final feliz', recibieron un buen susto en el regreso inesperado a tierra pocos minutos después del despegue, se vieron obligados a desembarcar y su vuelo fue cancelado. La nave pasó a manos de los mecánicos.

El primer accidente en el que se vieron involucradas aves del entorno de las pistas de Loiu este 2018, se dio también con la compañía Vueling y un buitre (o un ave carroñera de características similares). Ocurrió el 6 del pasado mes de mayo cuando un avión procedente de Alicante, en maniobras de descenso en las cercanías de las pistas, impactó con un ave. Concretamente sobrevolaba Zamudio (Bizkaia). El animal fue absorbido por unas de las turbinas tras el choque. Su cuerpo cayó, acompañado de pequeñas piezas metálicas desprendidas de la turbina, sobre la vecindad. Los 180 pasajeros que ocupaban el Airbus, al igual que en el último caso, se llevaron un buen susto. El comandante de la nave no tuvo que hacer frente a un aterrizaje de emergencia, ni siquiera el motor sufrió daños como para dejar de funcionar. Sí como para mantener el avión, casi una semana, fuera de servicio.

Tras el primer accidente el 6 mayo, que fue finalmente calificado por Fomento como 'Evento de Especial Relevancia', que supone activar un protocolo interno específico para abordar este tema como un riesgo posible para la seguridad aérea, la diputada foral de Sostenibilidad y Medio Natural, Elena Unzueta, informó en la comisión de Juntas Generales de Bizkaia de su disposición a colaborar con Aena, concretamente con el Comité de Gestión de Riesgos, para analizar ese tipo de situaciones, pues es esta gestora la competente para gestionar la seguridad aérea.

Sin embargo, Unzueta ya explicó que tomará las “medidas excepcionales” necesarias para la conservación de la fauna y flora de Bizkaia. Desde Aena han señalado que “en ninguno de los incidentes con aves registrados en el aeropuerto, se ha declarado emergencia. Los aviones han aterrizado con sus medios habituales, con maniobras para las que los pilotos están entrenados, y no se ha comprometido la seguridad”. De hecho, la directora del aeropuerto de Bilbao, Cristina Echeverría, ha hecho un llamamiento a la tranquilidad.

Unzueta indicó también en la Comisión que el muladar donde se alimentan este tipo de aves carroñeras se encuentra en Karrantza (Bizkaia), un lugar separado del aeropuerto por más de 50 kilómetros: “Más lejos no lo podemos llevar, se nos acaba el territorio”. A lo que añadió que el aumento de avistamientos no se debe a la falta de suministros alimenticios del lugar, que estuvo un tiempo desabastecido por el temporal.

Con todo esto, también durante el mes de mayo se dio luz verde desde el Gobierno vasco para la utilización de Mallabia (Bizkaia) como vertedero para los residuos sólidos urbanos de Gipuzkoa. Unzueta, advirtió ante las Juntas Generales que esto supondría un “problema gravísimo” pues está situado en una entrada de aeronaves y “la basura atraería a más aves”. En definitiva, la autorización de verter más residuos sobre Mallabia dificultaría la labor de control y aumentaría el quebradero de cabeza de las instituciones y el aeropuerto. Tras la queja conjunta de Diputación y Aena se frenó la apertura de un segundo 'comedero' para buitres.

La Diputación tuvo un primer acercamiento formal con la dirección del aeropuerto el 31 de mayo, a través del Comité de Fauna para tratar los avistamientos y hallar una solución ante posibles futuros accidentes. Desde Aena señalaron que la situación de Bizkaia no es la peor del norte de la península, más bien un “problema general”. La próxima reunión se llevará a cabo tras el periodo vacacional de verano, en el mes de septiembre. La directora del aeropuerto de Loiu, explicó además, que se han formado “un comité de coordinación en materia de fauna formado por pilotos, por Aena, Diputación y Gobierno Vasco” para solventar los problemas. Aseguró que volverán a congregarse en una segunda fecha aún no concretada a nivel local. Según Echeverría, “el encuentro nacional está previsto para el otoño”.

Virajes fuera de la hoja de ruta

Los pilotos son, con los viajeros, los grandes afectados. Los primeros, obligados en muchos casos a tener la capacidad de hacer ciertos movimientos y virajes fuera de la hoja de ruta, a despegar o aterrizar con habilidad tras la colisión con uno de los animales que planea en las cercanías de las pistas. Y todo ello, con más de un centenar de personas en el propio avión. Por ello, desde el COPAC (Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial), Ricardo Huercio ha pedido la actuación inminente de las instituciones, que como exige, deben “ponerse las pilas”. Sobre todo, tras este aumento en la aparición de carroñeras en zonas de vuelo. Entre mayo del 2017 y mayo de este año, se han contabilizado más de 400 avistamientos en el aeródromo de Bilbao según un registro del Ministerio de Fomento a petición de Jon Iñarritu, senador de EH-Bildu, que había preguntado al Senado. De la respuesta, además, se puede extraer que el número de 'bandadas' ha ido en aumento y que en los últimos meses se han avistado aves en mayor medida, aunque como se apunta en el mismo documento “los datos son suministrados por la tripulación de la aeronave, que en algunos casos no especifica el número de avistamientos”.

Ante estas cifras y tras dos accidentes de la misma índole, el portavoz de COPAC, Ricardo Huercio, se ha mostrado preocupado ante posibles casos futuros de mayor gravedad. Ha pedido a la Administración que se “actúe y se tomen medidas de forma urgente”. Los comandantes de los Airbus siguen una instrucción constante en simuladores para salvar estas circunstancias, están suficientemente entrenados, pero como ha señalado “nunca es fácil” enfrentarse a ello: “Existe un entrenamiento específico para ensayar las consecuencias que puede tener la colisión con un ave, en caso de astillamiento de parabrisas, la parada de motor, fallo hidráulico, problemas eléctricos o aproximaciones de emergencia”.

“El trabajo en cabina por parte de la tripulación tras un impacto ha de ser rápido. Analizan la gravedad operacional mediante unos protocolos y listas de chuequeo. La coordinación entre la tripulación de cabina, lo que se llama ‘recursos de cabina’ es en lo que se hace hincapié en los simuladores”, ha explicado Huercio.

Los pilotos piden seguridad

Desde el COPAC quieren “poner de manifiesto” el problema de seguridad que causa un accidente así. Las aves planeadoras carroñeras son muy imprevisibles y algunas, como el buitre leonado, además, agresivas, lo que como ha destacado Huercio, aumenta el factor sorpresa. El portavoz ha hecho un llamamiento a la actuación y la praxis: “Tomar medidas burocráticas y quedarse ahí no sirve de nada, es ‘pan para hoy y hambre para mañana’. Hay que destinar recursos a los expertos en fauna para tratar de mitigar los problemas con estos animales. En un proceso que no es rápido, tiene sus plazos, pero sentado en una mesa no se hace nada. Hay que poner en práctica desde ya alguna medida destinada a subsanar posibles accidentes futuros y garantizar la seguridad”.

Y para esas implantar esas medidas, Ricardo Huercio ha apuntado a la Diputación Foral de Bizkaia y al Gobierno vasco, de quien es la competencia “tras el vallado” del aeródromo. “A los aeropuertos se les exige que trabajen mediante sus Planes de Fauna, que tiene una duración para implementarse con eficacia. Según los expertos norteamericanos, entre tres y cinco años”, ha apuntado. En caso de que cada cual no realice de la forma más optimizada su trabajo, en palabras del profesional del pilotaje, “podríamos lamentarnos en un futuro”.

En cuanto a los usuarios, los otros grandes damnificados, Huercio se ha pronunciado de forma tajante y ha subrayado la importancia de mantener el vuelo: “Los pasajeros, cuando una carroñera entra en un motor o impacta, enseguida se dan cuenta de ello por el olor a carne quemada, a sangre. La tripulación, una vez solventada la emergencia, avisa a los pasajeros. Nunca antes, lo primordial es tener la nave controlada”

Ya sea por mala gestión ambiental o por un factor geográfico y natural, el portavoz del COPAC ha advertido de que “lo que ha ocurrido en Loiu no ha ocurrido en ninguna pista de España. Ha ocurrido con aves de envergadura menor, o con otro periodo de tiempo entre los accidentes. Dos casos en tres meses con buitres leonados es una cifra como para preocuparse”.

Cristina Echeverría trató el tema el miércoles pasado, tres días después del último accidente: “Es una cuestión que está sucediendo a nivel europeo, se ha sido muy proteccionista con ciertas especies y es posible que estén cambiando sus hábitos”. La directora del aeropuerto de Loiu reconoció “que es un tema que ocupa y preocupa”. Echeverría quiso sustituir la palabra “grave” con la que el comandante del último avión involucrado describió el incidente, por la palabra “relevante”, como ya hizo Fomento. También quiso recordar, en un guiño a la Administración, que hay que tener en cuenta el transporte aéreo a la hora de decidir la apertura de un vertedero o un muladar. “Coordinación, coordinación, coordinación”, sentenció.

El senador Jon Iñarritu, destacó que es un problema “global” y hay que “afrontarlo” desde distintos ángulos. Aunque los foros y reuniones para abordar el tema no llegaran hasta después de las fechas del verano, tras el segundo incidente, Iñarritu ha enviado una batería de preguntas para la respuesta del Senado. De esta forma persigue presionar la repuesta gubernamental y la acción de las diferentes administraciones competentes. Ya tras el caso del 6 de mayo se llevó a las Juntas Generales y se consiguió aprobar una serie de medidas de emergencia en municipios del ‘Txorierri’ como Sondika (no así en Derio, donde ni se llegó a debatir, probablemente por la alcaldía del PNV). Lo mismo se persigue ahora desde la formación política Bildu: llevarlo en moción para su aprobación en los plenos futuros en Leioa y Getxo (lugares sobre los que planeaba la aeronave durante el segundo accidente) y en Juntas Generales.

Este pasado miércoles 1 de agosto, los alcaldes de los seis municipios de ‘Txorierri’, de Loiu, Sondika, Derio, Zamudio, Lezama y Erandio han reclamado, muy preocupados, “medidas y soluciones concretas”. Tras reunirse con la dirección del aeropuerto y los responsables de las instituciones vascas, en una junta con la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y la Dirección General de Biodiversidad y Calidad Ambiental, los seis alcaldes han mostrado su enfado ante la falta de medidas que garanticen la tranquilidad de los pueblos vizcaínos.

Aves en vigilancia

Aunque el choque con aves de pequeño tamaño es algo frecuente y no significan un gran obstáculo para las maniobras de pilotaje, según las aerolíneas, la colisión contra aves de un tamaño considerable –como un buitre– son extrañas y pueden significar grandes problemas para los comandantes. La presencia de colonias de aves carroñeras en las inmediaciones de las pistas ha supuesto un serio riesgo para la seguridad del tráfico aéreo, por ello, desde Aena se han ido instaurando programas de vigilancias en las inmediaciones de los aeropuertos españoles. Como indican sus manuales de ‘Medio Ambiente’, “`para combatir esta amenaza de forma natural” se dispone de “un servicio de control de fauna” basado en “técnicas de cetrería moderna”. Uno de los ejemplos más ilustrativos es el caso de Madrid-Barajas Adolfo Suárez. Más de 60 halcones adiestrados se encargan a diario de “mantener el espacio aéreo de las pistas libre de aves”. El aeropuerto de Loiu también cuenta con su servicio de aves disuasorias. Entre 30 y 40 halcones vigilan las pistas de la mano de sus ‘halconeros’. Especialmente, por la cercanía costera, son las gaviotas las presas de los halcones que vigilan Loiu. Este servicio de vigilancia natural, según declaró Echevarría, “un servicio medioambientalmente amigable” que lleva en funcionamiento aproximadamente 20 años. Las aves rapaces hacen un vuelo de reconocimiento por las pistas, lo que ahuyenta la posible entrada de pequeños pájaros en el espacio aéreo.

Dentro de las prácticas medioambientales recogidas por las instalaciones de Loiu, se recogen tanto la adaptación como el respeto: “El aeropuerto de Bilbao, consciente de la importancia singular que los temas medioambientales han adquirido en nuestros días y las implicaciones que las actividades aeronáuticas y aeroportuarias pueden tener en éstos, se ha comprometido a tratar de prevenir y mejorar su relación con el entorno y su respeto por la naturaleza”.

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