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Vascos en Cantabria, como los alemanes en Mallorca

Control en la frontera entre Euskadi y Cantabria durante el estado de alarma.

Eduardo Azumendi

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En Euskadi, 247.000 familias tienen más de una vivienda. Es decir, una de cada tres (28 %) cuenta con un piso o una casa de estas caraterísticas, lo que refleja el poder adquisitivo de la sociedad vasca y el afán por 'colonizar' las provincias limítrofes. Cantabria, el norte de Burgos y La Rioja son los principales lugares en los que los vascos adquieren una vivienda fuera de Euskadi, destinada en la mayoría de los casos a segunda residencia. No obstante, algunos de estos pisos se destinarían también a vivienda habitual, como es el caso de pueblos como Castro Urdiales, en Cantabria. La costa mediterránea y las regiones de origen de la población que emigró en la década de los años 60 (la mitad de la sociedad vasca tiene orígenes en el resto del país) completan el puzzle de las preferencias.

La apertura de la frontera este viernes entre Cantabria y Euskadi visibilizará con fuerza el flujo de vascos hacia la tierra 'prometida' de Cantabria, un fenómeno que data de muchos años y donde pueden jugar un papel parecido al de los alemanes en Mallorca. La icónica imagen del presidente Miguel Ángel Revilla y el lehendakari Iñigo Urkullu escenificando la apertura de fronteras entre Cantabria y Euskadi tras adelantar dos días el fin del estado de alarma habla de comunión entre las dos comunidades, aunque el flujo de 'turistas' vascos siempre es en la misma dirección: Cantabria.

Solo madrileños y catalanes aventajan a Euskadi en la clasificación de la segunda residencia en España. En total, los vascos disponen de 269.198 segundas viviendas, porque un hogar puede tener dos o incluso tres. Son datos de la Encuesta de Necesidades y Demanda de Vivienda 2017, elaborada por el Observatorio Vasco de Vivienda, que ya está ultimando el último informe.  Y de estas 269.198, casi 141.000 se usan como segunda residencia vacacional en exclusiva, o bien en el País Vasco, en el resto de España o incluso en el extranjero (Francia, preferentemente). Eso, significa que el 16 % de las familias vascas tiene una segunda residencia vacacional. Una gran paradoja si se tienen en cuenta los problemas de acceso a la primera residencia para los jóvenes, ya que apenas existe oferta de pisos, tanto de nueva construcción como de segunda mano, para los segmentos más necesitados de la población.

Inversión

Porque las otras 129.000  tienen otro uso: la inversión. “La vivienda es un bien de inversión para muchas personas; el ladrillo sigue teniendo valor. Unas están en uso de alquiler y después están las deshabitadas, en manos de propietarios que no las alquilan, que no se fían del alquiler básicamente y se encuentran en espera de destino”, señala el director del Observatorio de Vivienda, Mario Yoldi. La mayoría de estas 129.000 viviendas dedicadas a la inversión se encuentran en Euskadi.

Por territorios, los guipuzcoanos siguen teniendo en La Rioja el lugar elegido para tener esa su casa de veraneo o de fin de semana. El segundo destino preferido es Navarra, le sigue Huesca (la afición al esquí). Otros destinos destacados de segunda residencia para el guipuzcoano son Madrid y Alicante. También un buen número se decanta por el País Vasco Francés (Hendaya, Urrugne...) o las Landas.

Para los vizcaínos, Cantabria es la tierra 'prometida', con inclinación también por el norte de Burgos y la zona levantina. Para los alaveses, el destino principal de compra se reparte entre La Rioja, Bizkaia y Gipuzkoa.

“A los vascos”, recalca Yoldi, “nos gusta nuestra comunidad, pero tanto o más el resto de España a la hora de comprar la segunda residencia vacacional. De las 141.000 segundas viviendas de este tipo, 103.000 están en el resto de España y 1.927 en el extranjero, sobre todo, Aquitania”. “La vivienda”, añade el director del Observatorio, “sigue siendo un bien de inversión. Las alternativas son invertir en otros activos financieros más inseguros. La segunda vivienda es una tendencia estructural en España. El poder adquisitivo es importante. Los vascos representan el 6 % de la demanda de segunda residencia en el país, cuando es el 4,5 % de la población. Tenemos más peso del que nos correspondería”. 

Jon Leonardo, catedrático emérito de Sociología Urbana de la Universidad de Deusto, apunta que “el mundo de la vivienda es relativamente opaco y en situaciones de crisis financiera reverdece al ser el refugio de inversiones especulativas”. España tiene un potencial de vivienda secundaria muy superior al de cualquier país de Europa porque tiene un gran atractivo. En el caso de los vascos, “la vivienda secundaria cerca de Euskadi se confunde con núcleos de expansión residencial del área metropolitana de Bilbao”. Como la cántabra Castro Urdiales, con precios de los pisos y casas mucho más asequibles que en Euskadi y un valor seguro.

Coincide con Yoldi en que la oferta de vivienda secundaria es un rasgo estructural. “Mientras en Europa es un 5 %, en España es entre el 12-14 %. Es un atractivo para el inversor vasco ante los altos precios que hay en la propia comunidad autónoma”.

Las capitales vascas se encuentran entre las cinco o seis con las viviendas más caras de España. “El mercado inmobiliario es rígido, donde el precio se debe, fundamentalmente, a su localización. Eso provoca una asimetría entre oferta y demanda. El problema de acceso a la vivienda debido a los precios tan altos es un rasgo estructural del mercado inmobiliario vasco. Y cuanto mejor ubicadas están las casas se convierten en un bien con el que especular”. 

A eso se añade que Euskadi tiene escasez de suelo urbanizable, con lo que resulta la vivienda secundaria es un bien de inversión. “La vivienda retiene valor, en un momento de crisis es un refugio porque tiene un valor permanente. Se puede sacar al mercado en cualquier momento, con lo que el precio se mantiene más o menos estable. Solo hay que esperar al mejor momento”.

Muestra de privilegio

Para Iñaki Moro, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad del País Vasco, la segunda residencia siempre ha sido una manifestación de privilegio, de clase social. “En Europa, el porcentaje es muy bajo. Pero en España se han juntado el hambre con las ganas de comer. Y en el caso de Euskadi hay mucha demanda al tratarse de un territorio congestionado, con una alta densidad de población, como Bilbao y San Sebastián…Eso puede influir en la necesidad de expandirse, que viene acompañado de un importante poder adquisitivo y  de una sociología propia de los vascos que la hemos ido asimilando a lo largo de generaciones de salir, de estar en contacto con la naturaleza frente a una vida cotidiana marcada por el hábitat industrializado”.

Moro destaca la querencia de los vascos por las zonas limítrofes, hasta el punto de que una parte de la segunda residencia se han transformado en la primera. “hay una población flotante muy destacada de vizcaínos empadronados en Bilbao, pero que su primera residencia está en Castro Urdiales”.

Lo que no existe es el fenómeno inverso, turistas españoles o extranjeros con segunda residencia residencia en Euskadi. “Puede que haya algo muy localizado de madrileños en la costa guipuzcoana, pero es que la oferta de segunda residencia en Euskadi es muy limitada. Las Directrices de Ordenación Territorial ya limitaron esa oferta en su día. Se trataba de evitar que explotara el fenómeno de la segunda residencia porque trae consecuencias indeseables urbanísticamente y podría colapsar algunos municipios. Hay poca oferta y es muy cara. La costa vasca es un lugar muy codiciado, pero con precios inasumibles para la mayoría”.

Del conjunto de casas adquiridas en Euskadi, apenas el 2 % son compradas por personas del resto de España.

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