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“Las secesiones pacíficas son una excepción”

Joshua Keating.

Aldo Mas

Berlín —

La proclamación de independencia “suspendida” que se escuchó el martes en el Parlamento de Cataluña puede ser el comienzo de un “conflicto congelado” en España. Así lo teme el periodista estadounidense Joshua Keating (Nueva York, 1985). Se refiere con esos términos al tipo de conflictos que han aflorado en los últimos tiempos en el espacio postsoviético. Keating es el autor del libro Invisible Countries (Países invisibles), un volumen que publicará el año próximo Yale University Press.

Ese libro es producto de largos viajes de Keating por diferentes regiones del mundo alejadas de Occidente cuya realidad desafía los límites del Estado-nación, incluyendo territorios del planeta donde hay naciones que buscan la separación de un Estado. Tras haber pasado por Abjasia, Somalilandia o el Kurdistán, Keating observa con preocupación el conflicto en Cataluña.

Que las tensiones entre el Gobierno español y Cataluña se conviertan en un conflicto congelado “es el escenario más probable”. “Ello implicará más protestas y violencia callejera como la que ya hemos visto”, previene, después de ofrecer alguna reflexión con ideas para futuras soluciones: “Debería de ser más fácil para aquella naciones que existen dentro de un país tener algún tipo de representación política a un nivel internacional. Tendría que existir algún tipo de organismo internacional que represente a naciones que no tengan Estado”.

Usted escribió en un artículo en el The New York Times hace unos días que las separaciones pacíficas de países son extremadamente raras. ¿Por qué?

Las separaciones pacíficas son la excepción. Es increíblemente raro que pueda aparecer un país nuevo, separándose de otro, de forma pacífica. Sólo me viene a la cabeza el ejemplo de la separación de Checoslovaquia de la que surgieron la República Checa y Eslovaquia. Aquello tampoco fue resultado de un proceso muy democrático, pues parte de un acuerdo político que no obligó a la gente a votar la separación. A menudo, por razones obvias, los estados no ceden territorio de forma voluntaria. Por otro lado, se puede pensar que el mundo está formado por un club de países. En ese club los miembros no suelen admitir a otros nuevos miembros. Los estados tienden a apoyar a los que ya existen.

¿Qué piensa de esa idea del presidente estadounidense Woodrow Wilson según la cual el mundo sería más pacífico si cada grupo humano tuviera su propio Estado?

Wilson dijo esto justo después de la Primera Guerra Mundial. Lo hizo pensando en los grandes imperios europeos, para dividirlos. Pero eso era muy difícil de hacer, sobre todo, porque la gente no vive en pequeños grupos. En cualquier sitio que pongas una frontera, habrá gente que se va a encontrar en el sitio equivocado de la línea divisoria. Esto se ha visto tras la disolución de la Unión Soviética, en la Guerra de los Balcanes, en Oriente Medio. Trazando fronteras no se puede evitar que haya colectivos que formen minorías. Por eso en este tipo de separaciones suele haber limpiezas étnicas, como ocurrió en la exYugoslavia.

Su libro aborda los que usted llama “países invisibles”. ¿Qué papel ocupa entre ellos la Comunidad Autónoma de Cataluña?

Me parece que toda esta crisis catalana se podría haber gestionado de otra manera, de un modo distinto a llevar a la policía con balas de goma y la intención de cerrar los colegios electorales. Se podría haber ignorado el resultado de la votación porque era ilegal. La forma en la que el Gobierno lidia con esta situación no le va a ayudar. Nada de lo hecho hasta ahora va hacer ganar más simpatía a su causa. Yo entiendo que si hubiera habido un referéndum de verdad, en el que el Gobierno español hubiera defendido por qué Cataluña debe seguir siendo parte de España, hay encuestas mostrando que una mayoría de los catalanes no quieren un país nuevo. Que la mayoría de los catalanes hayan querido votar no significa que la mayoría quiera marcharse.

¿Debe ser Cataluña independiente?

No soy yo quien debe responder a eso. Parece que la crisis en España está entrando en un territorio aún inexplorado, porque no hemos visto nada así en la Europa contemporánea. Me da la impresión de que el Gobierno español va a intentar suprimir este movimiento separatista, viéndolo como completamente ilegítimo. La otra posibilidad es que Cataluña se convierta, de facto, en un país independiente sin ningún tipo de reconocimiento internacional.

Debería de ser más fácil para aquellas naciones que existen dentro de un país tener algún tipo de representación política a nivel internacional. Tendría que existir algún tipo de organismo internacional que represente a naciones que no tengan Estado. La gente en el Kurdistán habla mucho de esto. Si hubiera más flexibilidad a la hora de entender qué es un país, entonces sería más fácil ofrecer un espacio a naciones sin Estado como Cataluña donde expresar su identidad. En definitiva, que se exprese sin necesidad de amenazar la unidad de España, en este caso.

¿Qué le parece el papel del Comité Europeo de las Regiones, organismo consultivo que representa a entes regionales y locales de Europa?

Fuera de Europa no existe algo así. No tenemos ni una plantilla para para hacer algo que realmente sirva para que se puedan expresar esas naciones.

¿Ve usted a Cataluña convirtiéndose entonces en un país nuevo?

Hay muchos países que no están reconocidos en el mundo. Muchos de ellos los he visitado para escribir mi libro. Por ejemplo, Abjasia, en Georgia, o Transnistria, en Moldavia, Somalilandia en Somalia. Resultaría raro ver algo así en un país de la Unión Europea. Pero creo que sería muy desafortunado si Cataluña se convierte en algo así, una especie de pseudoestado. Es decir, un Estado no reconocido.

Para mi libro visité ejemplos bien conocidos y otros menos conocidos, desde el Kurdistán, pasando por Abjasia, Somalilandia hasta reservas de indios americanos, como los mohawk, que están instalados en parte de la frontera entre Estados Unidos y Canadá y allí están comenzando a afirmar su soberanía política. También estuve en Kiribati, un país insular del Océano Pacífico que se enfrenta a su desaparición por el cambio climático y la subida del nivel del mar. En ese país se plantea la cuestión: ¿qué pasa si un Estado-nación deja de tener territorio físico? No tengo respuesta para eso.

¿Cuándo son capaces de imponer su voluntad las minorías?

Donald Trump ganó la elección presidencial perdiendo el voto popular. Siendo estadounidense, no puedo decir que las minorías no pueden tomar el poder. Ahora mismo están lidiando con ella en el Kurdistán. Los kurdos han ampliado su control sobre el territorio en Irak. Las poblaciones allí no son necesariamente kurdas, porque hay turcos, árabes y yazidíes o no musulmanes. Esas minorías tienden a oponerse a la idea de la creación de un Estado kurdo. No quieren verse como una minoría.

¿Qué hace falta para que un país se separe con éxito de otro?

Es muy importante que estén presentes una serie de factores que unifiquen a su gente. Por ejemplo, que el colectivo comparta la lengua, una herencia cultural, la religión. En definitiva, que exista esa idea de una cultura nacional. Lo explicó muy bien el autor estadounidense Benedict Anderson en su libro Comunidades imaginadas. Es muy importante el papel de la lengua y los medios de comunicación en la construcción de identidades nacionales. Pero para que un movimiento secesionista tenga éxito depende esencialmente de que tenga apoyo internacional.

Por ejemplo, Kosovo está reconocido por un centenar de países, incluidos las grandes potencias, ya sea Estados Unidos o Reino Unido. Abjasia, donde estuve, sólo está reconocido por Rusia y un puñado de países poco relevantes a nivel internacional, como Nicaragua o Nauru. En Abjasia se escucha mucho el reproche a Estados Unidos: “¿Porqué no nos reconoce Estados Unidos cuando tenemos la misma legitimidad que Kosovo?”.

¿Son comparables casos como el de Kosovo y Cataluña?

En Kosovo, Sudán del Sur o Timor Oriental siempre se argumentó la opresión en favor del separatismo. Pero en Cataluña ese argumento es más difícil de utilizar. Allí no hay una historia reciente de genocidio, sí de dictadura, pero no en los últimos años. La razón humanitaria para estar a favor del separatismo es difícil de creer en el caso catalán.

En muchos de los países que usted visitó hubo guerras civiles o conflictos que no han terminado. ¿Ve que en Cataluña pueda reproducirse algo así?

No me lo quiero imaginar. Sería triste para Cataluña. Espero que no ocurra. En el espacio postsoviético, a conflictos como el de Abjasia, los llaman conflictos congelados. No son conflictos en los que hay una guerra en curso, pero se quedan como cuestiones políticas por resolver. Esto me parece más probable como escenario para Cataluña e implicará más protestas y violencia callejera como la que ya hemos visto.

Estados Unidos suele ser reticente a la creación de nuevos países. Por mucho que ahora Washington se oponga a movimientos separatistas, eso no ha impedido el surgimiento de nuevos países. Donald Trump ha mostrado su apoyo a Mariano Rajoy en la crisis catalana. ¿Es una mala señal para Rajoy?

De un tiempo a esta parte, Estados Unidos siempre se ha opuesto a la secesión. Pero luego se la replantea cuando se convierte en un hecho consumado sobre el terreno. No se recuerda muy bien ahora, pero incluso antes del final de la Guerra Fría, Estados Unidos se opuso al desmembramiento de la Unión Soviética ¡Y era nuestro gran enemigo en la Guerra Fría! Estados Unidos estaba a favor del final del comunismo pero aquí estábamos aterrorizados por lo que pudiera pasar con la ruptura de la Unión Soviética. George Bush padre dio un famoso discurso en Ucrania en contra de la secesión. Hizo lo mismo en Yugoslavia.

Al principio, Donald Trump se mostró abierto a cambios en el mapa internacional. Alguno de sus asesores dijo aquello de que los problemas en Libia se podrían resolver dividiendo el territorio en diferentes países. Sin embargo, en muchos temas, la política exterior de Donald Trump está siendo más convencional de lo previsto, dejando a un lado las locuras que dice en Twitter.

La Rusia de Vladímir Putin parece estar interesada actualmente en la desestabilización de la Unión Europea. Desde Moscú se dice querer una España “próspera y unida”. ¿Que opina usted?

Rusia se opuso a la independencia de Kosovo. Pero ha estado a favor de movimientos de secesión como el de Abjasia u Osetia del Sur. Luego tenemos la anexión de Crimea. También se ha apoyado desde Moscú a las regiones rebeldes de Ucrania. También ha habido un apoyo más sutil, de parte de medios de comunicación rusos, al separatismo catalán. Al menos, a mí me parece que se les ha estado dedicando mucho tiempo a los separatistas catalanes en los canales rusos como RT.

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