“Soy la mujer del 'anuncio racista de Dove' y no soy una víctima”
“Eres muy guapa... para una chica de piel oscura”, estas son las palabras que llevo escuchando desde mi más tierna infancia. Soy una mujer nigeriana, nacida en Londres y criada en Atlanta. He crecido sabiendo muy bien que, para la sociedad, las personas de tez oscura –especialmente las mujeres– serían mejores con la piel más clara.
Sé que la industria cosmética ha alimentado esta concepción con su largo historial de mujeres de tez clara, mestizas o blancas presentadas como el estándar de belleza. Históricamente, e incluso en algunos países a día de hoy, se usa a mujeres oscuras para demostrar la capacidad de un producto para blanquear la piel, ayudando a las mujeres a alcanzar ese estándar de belleza.
He visto cómo afectaba este discurso a las mujeres de muchas comunidades de las que he formado parte. Y esta es la razón que me llevó a no dudar ni un segundo cuando Dove me ofreció la oportunidad de ser el rostro de la campaña de un nuevo gel de baño.
Tener la oportunidad de representar a mis hermanas de piel oscura para una compañía cosmética internacional me pareció la manera perfecta de mostrar al mundo que estamos aquí, somos bellas y, lo que es más importante, somos valoradas.
Todo cambió cuando una mañana me desperté con un mensaje de un amigo preguntando si de verdad era yo la mujer que había visto en una publicación en la red. Me metí en internet y descubrí que, en contra de mi voluntad, me había convertido en la cara de una publicidad racista.
Si ahora mismo buscas en Google “anuncio racista”, el primer resultado es una foto de mi cara. Estaba emocionada de formar parte de un anuncio y promover la fuerza y la belleza de mi piel, así que encontrarme con que había sido recibido con indignación fue un trago bastante amargo.
Se llamaba a boicotear los productos Dove, y amigos de todo el mundo se pusieron en contacto conmigo para saber cómo me encontraba. Estaba totalmente abrumada solo viendo lo polémico que se había hecho el anuncio.
Si hubiese llegado a tener el más mínimo indicio de que me iban a representar como inferior, o como el “antes” de un reportaje de “antes y después”, habría sido la primera en negarme en rotundo. Habría salido (in)felizmente por la puerta. Es algo que va contra todos mis ideales.
Sin embargo, la experiencia con el equipo de Dove fue positiva. Me lo pasé genial en el set. Todas las mujeres en el rodaje tenían claro el concepto y el objetivo final: usar nuestras diferencias para subrayar que todas las pieles se merecen cariño.
Recuerdo que todas estábamos ilusionadas de llevar camisetas del color de nuestra piel y convertirnos las unas en las otras. No teníamos muy claro cómo iba a quedar tras el proceso de edición, ni quiénes de nosotras acabarían saliendo en el anuncio, pero todas parecíamos estar implicadas durante el rodaje, incluida yo.
Entonces salió el primer anuncio de Facebook: un vídeo de 13 segundos en el que una mujer blanca, otra asiática y yo, nos quitamos las camisetas y nos convertimos las unas en las otras. Me encantó. A mis familiares y amigos les encantó. La gente me daba la enhorabuena por ser la primera en salir, por estar fabulosa y por representar la magia de las mujeres negras. Estaba orgullosa.
El anuncio entero de 30 segundos se emitió después en Estados Unidos, y volví a estar tan feliz que creía poder tocar el cielo. Éramos siete en la versión completa, diferentes orígenes y edades, cada una de nosotras respondiendo a la misma pregunta: “Si tu piel fuera una etiqueta de ropa, ¿qué diría?”
Una vez más, yo era la primera mujer en aparecer en el anuncio, describiendo mi piel como “20% seca, 80% deslumbrante”, y salía de nuevo al final. Me encantaba, y parecía que a la gente de mi entorno también. Creo que la edición íntegra para televisión expone mucho mejor el mensaje.
Está claro que hay mucho que decir con respecto a la obligación de los publicistas de mirar bajo la superficie y considerar el impacto que pueden tener sus imágenes, especialmente en relación con mujeres de grupos marginados. Es importante analizar si tu contenido consigue que la voz del consumidor no sea sólo escuchada, sino también valorada.
Puedo entender por qué las capturas que se están compartiendo en internet han sido mal interpretadas, teniendo en cuenta que Dove ya ha sufrido críticas en el pasado por la misma cuestión. Hay una clara falta de confianza, y siento que la indignación inicial de la gente está justificada. Dicho esto, también veo cómo se han dejado de lado muchos aspectos. El relato se ha sin un contexto que permita a los consumidores formarse una opinión completa.
Aunque entiendo que la reacción de Dove haya sido pedir disculpas por cualquier ofensa causada, creo que también deberían haber defendido su visión creativa, y la decisión de incluirme a mí, una mujer claramente negra, como rostro de su campaña. No soy una víctima silenciosa de una campaña de belleza incomprendida. Soy fuerte, bella y no desapareceré.