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Selectividad con mascarilla a 36 grados en Madrid

Estudiantes esperan a entrar al examen de selectividad en Madrid.

Marta Maroto

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“Te quiero, mucha suerte”. Un coche para frente a la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. “¡Espera mamá, la mascarilla!”, reclama a la carrera una adolescente. Con nerviosismo, repasando a última hora apuntes coloreados de fosforito y mascarillas ha arrancado este lunes la EvAU, la prueba de Evaluación para el Acceso a la Universidad, en la Comunidad de Madrid.

Un mes más tarde de lo habitual, cerca de 41.000 alumnos se examinan esta semana de la antigua selectividad, un 20% más que el año pasado. El principal motivo de este aumento es la posibilidad de responder preguntas mezcladas de las dos opciones de examen, una medida excepcional para compensar que las clases se paralizaron el pasado 11 de marzo. 

Y aunque a la salida de la primera prueba, Lengua y Literatura, la sensación general era de satisfacción, estudiantes como Lucía, de 18 años, que todavía no sabe qué carrera quiere estudiar, reconoce que, “anímicamente”, la pandemia “no ha venido bien”. A su lado, Laura, con su misma edad y aspirante a veterinaria, explica: “Tenemos peor base para entrar en la universidad porque el en tercer trimestre hemos tenido que ser autodidactas”.

Además de los nervios sobre un examen que condicionará su futuro en la universidad, los alumnos han tenido que seguir los protocolos sanitarios, aunque el dispositivo no ha podido evitar la formación de aglomeraciones en el momento de acceder a las aulas. Se había citado a los alumnos a las 8:30, una hora antes de que comenzase la prueba, para organizar una llegada escalonada. Pero la importancia de la cita ha hecho que muchos fuesen previsores y llegasen antes.

Además de las mascarillas —“qué agobio, y con la mascarilla y el calor que hace, peor”, decía Irene en el primer descanso—, que se recomendaban cambiar por una nueva en cada examen, del gel desinfectante, el respeto de la distancia social está pintado con marcas en el suelo y en las puertas para ordenar el paso de los alumnos. A cada uno se le había asignado un aula de un color, rojo, azul, amarillo o verde, en la que va a hacer todos los exámenes y cuyo rastro debe seguir por las baldosas si quiere salir o ir al baño.

Dentro de las clase las ventanas han estado abiertas y los alumnos se han ido colocando dejando varias mesas de separación para guardar 1,5 metros de distancia. Ha aumentado por tanto el número de aulas y el personal de conserjería, que en el caso de la Complutense se ha multiplicado por tres, explica David Berna, responsable del edificio de Biología, por el que estos días van a pasar medio millar de alumnos, entre 540 y 580. 

Otra de las medidas para asegurar un aforo reducido al 33% es que se ha extendido de tres a cuatro los días de las pruebas. Este lunes se han examinado los alumnos de la rama de ciencias de las asignaturas troncales, Lengua, Historia e Inglés o Francés, mañana martes es el turno de los de ciencias sociales, humanidades y artes. El miércoles y el jueves se reservan para las asignaturas opcionales y el viernes para incidencias. 

A diferencia de otros años, los grupos no se han formado por orden alfabético sino por clases del instituto. “Parecía que estuviéramos en clase”, se reía Lucía. Algo que, según han dicho varios grupos de estudiantes, les ha hecho sentir más cómodos y contrarrestar los nervios propios de los exámenes, al ver al menos, entre tanta medida de seguridad, caras conocidas. “Como toda esta experiencia es nueva para nosotros, no nos sorprende”, decía Eva. “Es la nueva normalidad”, se resignaba Miguel.

Apenas se ha notado el refuerzo policial prometido por el consejero de Universidades de la Comunidad de Madrid, Eduardo Sicilia, para evitar aglomeraciones. Sí están presentes las unidades del Samur, una de las preocupaciones hasta última hora de los sindicatos. Con mascarilla y a 36 grados de temperatura, que marcaba el termómetro al mediodía, todas las precauciones son pocas. El agua y la comida hay que llevarla de casa, según el protocolo que ha mandado la Consejería.

Y además de este apoyo externo, cada sede de exámenes, según la instrucción, cuenta con una sala de cuidados, para posibles casos de ansiedad, y con otra de aislamiento, por si se detectan en alguien síntomas compatibles con la Covid-19. Ya en las instrucciones que se les ha entregado a los alumnos se pedía que no hacer el examen a cualquier persona que pudiera presentar la enfermedad, que deberá intentarlo en septiembre.

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