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RELEVO DE BORJA-VILLEL

Lo que tiene que decir Lavapiés sobre el adiós del director de todo un museo nacional como el Reina Sofía

Manuel Borja-Villel (a la derecha), despidiéndose el pasado martes de las personas y colectivos de Lavapiés de la red Museo Situado

Antonio Pérez / Somos Lavapiés

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Que distintas personas y colectivos de un barrio como Embajadores - Lavapiés reaccionen ante la noticia de que un museo nacional como el Reina Sofía vaya a cambiar de director, tras conocerse que quien ha estado al frente del mismo desde hace 15 años no piensa presentarse a la reelección en el cargo, dice mucho de una parte de la gestión de Manuel Borja-Villel y de su equipo al frente de la institución.

Agrupados bajo la red Museo Situado, distintos actores de Lavapiés han querido agradecer al director saliente, a través de las redes sociales y de un comunicado hecho público su último día de trabajo en el museo, que durante su etapa en el Reina Sofía éste haya abierto de par en par sus puertas al barrio en el que se ubica y no sólo las traseras sino también las principales.

Basta saber que el pasado martes, el mismo día en el que hizo pública su decisión de no seguir en el Reina, Borja-Villel acudió a la asamblea del Museo Situado que se celebraba por la tarde para explicar personalmente los motivos de su marcha a los miembros de esta red y despedirse de cada uno de ellos para sospechar la especial relación que bajo su dirección ha creado la institución con el barrio, sobre todo durante el último lustro.

A los presentes en esa asamblea Borja-Villel (Manolo para la mayoría) llegó a decirles que ellos eran lo verdaderamente importante del Reina Sofía, por encima incluso de un emblema como el Guernica.

Agujereando el Museo

Unos y otros hablan y presumen de que en estos años se ha “agujereado” el museo, lo cual significa que se han derribado muros y formas de interrelación, en un claro ejemplo de lo que en el balance de su trayectoria al frente del Reina Sofía Borja-Villel ha dicho estos días que es de lo que más se enorgullece, lograr “que sea un lugar en el que aquellos cuya voz no se haya oído sean escuchados”.

En una entrevista con Somos Lavapiés de hace cerca de dos años, Ana Longoni, quien fuera parte del equipo de Borja-Villel en el museo en calidad de directora de Actividades Públicas y del Centro de Estudios recordaba que fue la convulsión que la muerte del mantero Mame Mbaye provocó en su día en el entorno del museo cuando vieron claro que éste no podía permanecer al margen de lo que estaba pasando a escasos metros de sus puertas, comenzando desde entonces un acercamiento hacia los numerosos colectivos sociales y vecinales que trabajaban en Lavapiés para, junto a ellos, abrirlo a sus vecinos y a sus realidades. 

Desde entonces, el Reina Sofía se fue ganando la confianza del vecindario, estableciendo una relación entre iguales, escuchando y respondiendo a demandas concretas: primero se logró que personas sin papeles pudieran tener un carnet de usuarios de la biblioteca del centro, algo que los habilitaba a usar ese espacio y que, además, generaba un documento público que les permitía acreditar que están en Madrid, útil a la hora de tramitar la residencia; más tarde, se recuperó para el barrio el jardín del museo, que “se ha aprendido a usar y a sentirlo como propio”; luego, se instauró la asamblea mensual del Museo Situado, que hasta delibera sobre los recursos que la institución puede dedicar a este programa y crea un presupuesto participativo... El museo se fue habitando y no sólo visitando.

Durante la época más dura de la pandemia también estuvo abierto para reuniones y acciones de distintos colectivos del barrio y poco después hizo de altavoz nacional e internacional al manifiesto surgido en Lavapiés, Una ética de la catástrofe, mediante el que se exigía al alcalde de Madrid un modelo de ciudad más justo y un plan conjunto de emergencia social.

Ante las “realidades precarias de muchas vidas” de su más cercano entorno, el Reina Sofía de Borja-Villel y de su equipo optó por “encontrar nuevas formas de dar visibilidad a estas situaciones extremas y a las iniciativas que aspiran a paliarlas”. Escuchó, conoció y dio voz “a quienes de forma más directa se veían afectados por experiencias y situaciones de desigualdad, discriminación y vulnerabilidad en el barrio”.

Críticas y reivindicación

Sin duda, este posicionamiento del Reina Sofía hacia la realidad de Lavapiés, coherente con la línea expositiva del museo, ha contribuido a algunas de las críticas recibidas por Borja-Villel en su etapa en la dirección del museo. De él se ha dicho, entre otras cosas, que ha tenido una gestión muy personalista y que ha politizado la institución.

Días antes de conocerse su adiós, el periódico ABC puso en duda la legalidad de sus últimas renovaciones como director, información que ha sido desmentida tanto desde el Reina Sofía como desde el Ministerio de Cultura. También, un perfil publicado en el diario El Mundo lo tachaba de “podemita”.

Para sus vecinos de Embajadores (el ya exdirector del museo reside en el barrio), Borja-Villel ha sido víctima de una “campaña mediática montada en su contra por sectores artísticos y de derechas”, cuando “desde el punto de vista numérico poco pueden decir en su contra” dado que, entre otras cosas, según recoge la agencia EFE, “durante los 15 años que ha estado al frente del museo se han organizado más de 200 exposiciones, se ha convertido en uno de los más visitados de España (de 1,5 en 2008 a más de 4 millones y medio antes de la pandemia), y se han disparado sus ingresos propios del 5 al 40 % (contando con la donación de obras)”.

Desde este jueves el museo queda provisionalmente en manos de los hasta ahora subdirectores artísticos y gerente, Mabel Tapia y Julián González Cid, lo que quiere decir que durante esta etapa de transición la relación entre el Reina Sofía y el barrio de Lavapiés seguirá siendo la misma (de hecho Tapia es la actual representante de la institución en las reuniones del Museo Situado).

A partir del 1 de febrero se abrirá el proceso de selección para encontrar una nueva dirección. Ante la posibilidad de que cuando ésta llegue la relación Reina Sofía-Lavapiés pueda virar, los colectivos del barrio que forman Museo Situado han querido aprovechar la despedida y agradecimiento a Borja-Villel para lanzar un escrito advirtiendo que no hay marcha atrás y que “el Museo Reina Sofía es de la gente y que las vecinas y vecinos hemos venido para quedarnos”.

Para lo bueno y para lo malo, el Reina Sofía y Lavapiés están unidos físicamente. El Museo se ha reconocido “punta de lanza de la gentrificación turística de barrio (dado que atrae a inversores, turistas y nuevos pobladores con más poder adquisitivo)”, pero también “ámbito articulador de iniciativas que, de la mano de colectivos y asociaciones, confronta este estado de las cosas y aspira a ser partícipe de la construcción de una sociedad más igualitaria, sostenible y justa desde el común”.

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