Cuando la publicidad tapa al arte
Muchos vecinos del barrio están de uñas
con los malos aprendices de pintores urbanos que garabatean los muros del barrio. Sin embargo, hay veces que la realidad da la vuelta como una tortilla en la sartén y sucede lo contrario: son otros elementos los que estropean las pinturas de las paredes.
Es el caso del trampantojo de la calle San Bernardo 48, en el edificio en rehabilitación de la antigua librería Fuentetaja. Allí, un soporte para publicidad tapa
el estupendo mural de Alberto Pirrongelli haciendo una contorsión increíble para adaptarse al muro. Una pintada también contribuye en la parte baja de la pintura a su deterioro.
El gran maestro
Un trampantojo (“trampa para el ojo”) es una técnica que consiste en simular pictóricamente una fachada o un tramo de calle. Pirrongelli es el gran maestro, podemos contemplar dos de sus obras maestras con sólo cruzar la Gran Vía, en la calle Montera.
El pintor fue durante años el mejor exponente del cartelismo cinematográfico en Madrid, sus manos adornaron las fachadas de la Gran Vía durante años y hasta su mural de Gandhi para el cine Callao fue utilizado como imagen en la entrega de los Oscar.
En aquellos años (hace cinco que la impresión digital y la fragmentación de las salas acabaron con esta profesión para él) las telas eran lavadas y reutilizadas una y otra vez, por lo que pintar en las paredes es, por extraño que parezca, un arte menos efímero de lo que él estaba acostumbrado.
Del edificio de San Bernardo sólo han dejado la fachada a la espera de su rehabilitación. Mientras, no estaría de más un poco de respeto para la obra de Pirrongelli.
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