El Escorial: bautizada por las vistas
Entre la Corredera Baja de San Pablo y Jesús del Valle encontramos la calle de El Escorial, que se contagia brevemente del bullicio de la Corredera en su primer tramo para convertirse en una calle tranquila en el cruce con Molino de Viento. A partir de ahí El Escorial es la silenciosa bajada de la colina que en tiempos albergó el mítico molino.
El nombre de la calle, que ya aparece con esta denominación en el plano de Texeira, llega hasta los tiempos de la construcción de San Lorenzo de El Escorial. Allí tuvo casa Mateo Vázquez, famoso consejero de Felipe II, quien le dijo al monarca que desde el lugar se divisaba la basílica en construcción. El rótulo lucía en la casa de Vázquez cuando el lugar aún no estaba urbanizado y así ha permanecido hasta nuestros días.
Hoy hay pocos negocios abiertos en la calle, especialmente después del primer tramo. A la vista de los letreros se aprecian, eso sí, algunos añejos, no todos en funcionamiento. Sobreviven uno de material eléctrico y una carpintería, otros, como una cerrajería de imponente letrero espejado, permanecen cerrados.
Entre los comercios que supuran solera está Fidel, una casa de comidas que hace poco dejó de estar en manos de un matrimonio que lo había llevado por décadas. Allí sigue habiendo comida casera y manteles de cuadros, aunque ahora la carta se consulte en Facebook.
El punto malasañero, la modernidad, se la dan a la calle una escuela de teatro para aficionados y una galería de arte adornada en el exterior con un bonito graffity que sólo admite aficionados.
Memoria de la calle
Rosa Mary vende encurtidos y pan donde la calle de El Escorial se asoma a la Corredera desde el año ochenta. Nació en la calle del Barco y vivió desde los catorce en la de El Escorial, después trabajó una buena temporada en la frutería que regenta su marido en la vecina Corredera. Toda una vida que le dan la seguridad y el orgullo de barrio necesarios para narrarnos la vida de la calle.
Nos cuenta que en el local de enfrente, en el bar La Realidad, hubo durante muchísimos años “un bar de bravas” que hicieron la delicia de su adolescencia. Evoca una churrería histórica que estuvo justo en frente de su negocio, y que fue muy visitada en los ochenta, cuando no tocaba vivir la noche. Esta dio paso a La Paca, un pub hoy desaparecido de los dueños de la cercana Doña Pepita, en la esquina con la calle de la Madera.
“Este mismo local – su tienda- fue una lechería anteriormente, recuerdo también los ultramarinos de un poco más abajo, una cacharrería junto a la carpintería que hoy se ha convertido en una casa, como también lo ha hecho la una panadería que había junto a Casa Fidel”
Toda una vida ligada al barrio la de Rosa Mary, aunque es muy joven para recordar otro establecimento histórico de la calle de El Escorial, una mancebía que se mantuvo durante siglos en el número 24 de la calle y que aún en la postguerra seguía en funcionamiento.
También, entre las historias pasadas en esta calle está la de la vecina María Beano, quien en 1808 vivía en el número 16 de El Escorial (en el cuarto segundo). Viuda y madre de tres hijos, se dice que tenía relaciones con el capitán Pedro Velarde, a quien salió a buscar desde su casa durante los sucesos del 2 de mayo encontrando la muerte de un tiro en el pecho camino de Monteleón. El escritor Arturo Pérez Reverte la convirtió en personaje de su libro 'Un Día de Cólera', rescatándola del olvido.
Decía Juan Antonio Cabezas en su Diccionario de Madrid que de la calle de El Escorial destacaban sus bonitos balcones engalanados de geranios. No son estos meses, proclives a las heladas, los mejores para observar balcones, pero la calle de El Escorial sigue ofreciendo un tranquilo y bonito paseo por el barrio.
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