Prueba del Mercedes E 300 de Estate, un híbrido enchufable único en su especie
Sobre el papel, un coche híbrido enchufable es ideal en tiempos como los actuales de incertidumbre sobre la tecnología que se impondrá en el futuro. Gracias a su batería puede cubrir los trayectos cotidianos de la mayoría de los usuarios con cero emisiones, siempre que uno se tome la molestia de cargarlo cada día, y su motor de combustión permite afrontar los desplazamientos largos con la tranquilidad del repostaje asegurado.
Si exceptuamos el mal uso al que aludíamos (tres de cada cuatro híbridos enchufables circulan con la batería agotada, según diferentes estudios), los inconvenientes de este tipo de vehículos se limitan a un cierto exceso de peso, debido a las baterías, y a un precio hoy por hoy bastante elevado que no está al alcance de todos los bolsillos.
Todo lo dicho es aplicable punto por punto al modelo que acabamos de probar, el Mercedes E 300 de Estate (carrocería familiar), toda una rara avis sin rivales de sus mismas características y una elección casi perfecta para una clase muy precisa de cliente que, además de unas grandes necesidades de espacio, tenga la capacidad de pagar sin mayor quebranto los más de 70.000 euros que cuesta incluso sin buena parte de las opciones que más lo hacen brillar.
Quien puede afrontar un desembolso semejante y se decide por un coche recargable en la red eléctrica dispondrá con toda seguridad de un punto de carga en su vivienda o, al menos, en su oficina o despacho. A poco responsable que sea, lo enchufará mientras duerme (o trabaja) de modo que la batería esté siempre lista para ofrecer una autonomía eléctrica de 50 km con la que moverse durante la jornada, y que le vale a esta versión la etiqueta Cero de la DGT.
Una vez enchufado el coche por medio de la toma situada bajo el piloto trasero derecho, la batería de 13,5 kWh se recarga (del 10% al 100%) en una hora y 30 minutos si se utiliza el cargador integrado de 7,4 kW. La operación precisa de una hora más si la realizamos a una potencia de 3,7 kW.
Además de esta batería de alto voltaje, el conjunto propulsor del E 300 de Estate incluye un motor eléctrico y otro térmico, diésel, de dos litros de cilindrada que entregan en conjunto 306 caballos y están asociados a una caja de cambios automática de nueve velocidades de funcionamiento irreprochable, como es tradición en Mercedes. Tan propio de la marca alemana es también el confort de rodadura, que tiene pocos competidores a la altura.
Por seguir con el target de un modelo como este, será alguien que necesite de mucho espacio, tal vez porque deba acomodar dos o tres sillitas infantiles en la parte trasera, y que no ansíe un SUV, cosa cada vez más infrecuente, sino una carrocería más tradicional y sumamente demandada en países como Alemania o Italia, aunque no en España. Eso sí, aquí la presencia de la batería en el maletero le hará perder 160 litros de capacidad (y facilidad) de carga con respecto a las versiones de combustión: 480 frente a 640 litros.
El inconveniente a la hora de viajar puede verse compensado por los beneficios cotidianos que otorga el distintivo Cero, como circular sin restricciones y aparcar gratis en zonas de estacionamiento regulado. En cuanto al precio, el híbrido enchufable cuesta apenas 1.800 euros más que el modelo casi equivalente en potencia, el E 350 d Estate de 286 caballos.
Para regular adecuadamente el alcance eléctrico en el día a día, se cuenta en el E 300 de Estate con cuatro modos de gestión del sistema de propulsión: Hybrid, E-Mode (100% eléctrico), E-Save (que mantiene el nivel de carga de la batería) y Charge, en el que el motor térmico, a costa de cierto aumento del consumo, recarga la batería por si la necesitamos más adelante, por ejemplo para entrar en un garaje o en un área de bajas emisiones.
El vehículo es capaz además de procesar parámetros como el tráfico, la orografía de la ruta y la información procedente de los sistemas de ayuda a la conducción con el fin de reducir el consumo y ahorrar energía eléctrica. Entre otras maneras, lo hace modificando el grado de retención en las fases de desaceleración en función del tráfico que el radar detecte delante o del destino introducido en el navegador, al que nos dirigirá frenando lo mínimo en autopista o con más intensidad al llegar a un cruce o una rotonda.
Asistente Eco contra sus dos toneladas de peso
El asistente Eco es una herramienta fundamental en la eficiencia de este familiar de 4,93 metros de longitud y casi 2.150 kilos de peso, y trabaja informando al conductor a través de indicaciones en el cuadro de instrumentos y de señales hápticas en el acelerador, es decir, variando el nivel de resistencia que ofrece para evitar en lo posible que el motor térmico entre en funcionamiento. El punto donde se siente la resistencia cambia en función de la carga de la batería: se sitúa a mitad del recorrido del pedal si está llena y se acerca al principio según se consume la energía.
El coche dispone de cinco programas de conducción -Eco, Comfort, Sport, Sport Plus e Individual- con los cuales podemos graduar la entrega de potencia, desde un funcionamiento suave, asociado a los modos más eficientes del sistema híbrido antes mencionados, hasta la respuesta franca y contundente que se obtiene combinando el modo Hybrid de aquel y los Sport o Sport Plus de este selector para exprimir los más de 300 CV disponibles.
Como apuntábamos al principio, el E 300 de Estate es un ejemplar único porque no hay otro coche en el mercado que conjugue tantas rarezas: carrocería familiar cercana a los cinco metros de largo, esquema de propulsión basado en un motor diésel y tecnología híbrida recargable en la red. Con estos mimbres, el familiar de Mercedes consigue el más difícil todavía: acelerar de 0 a 100 km/h en 6 segundos y, al mismo tiempo, consumir menos de 6 litros de combustible cada 100 km en uso mixto por ciudad y carretera, por no hablar de las emisiones de CO2 de solo 44 g/km.
Ojo, de todos modos, con pisar el acelerador alegremente en cuanto salimos del garaje: el elevado peso del coche no ayuda a contener el consumo de energía por debajo de los 35 kWh/100 km y, sumado al hecho de que el inicio de la marcha se produce por defecto en modo eléctrico (E-Mode), puede provocar que los 50 kilómetros de autonomía homologada se queden en unos cuantos menos. La otra autonomía está garantizada por un depósito de gasoil de 66 litros que permite recorrer más de 800 kilómetros a plena carga y buen ritmo.