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Fernanda García Lao, escritora: “No necesitamos tiranos para convertirnos nosotros solos en consumidores adormecidos”

Fernanda García Lao, autora del libro 'Nación Vacuna' (Candaya, 2017)

José Miguel Vilar-Bou

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Fernanda García Lao (Mendoza, Argentina) es narradora, dramaturga y poeta. Vivió en España durante casi dos décadas. La editorial Candaya nos trae 'Nación vacuna', novela que hace pensar en aquello que dijo Joyce de 'La historia es una pesadilla de la que intento despertar'. En su libro, a veces desde el humor, encontramos un mundo alterado ('distópico', por utilizar la palabra más convencional) donde Argentina ha ganado la Guerra de las Malvinas, pero a un alto precio. En esta sociedad pesadillesca donde la vida y los afectos son cosificados, el funcionario Jacinto Cifuentes recibe el encargo de seleccionar un grupo de mujeres para realizar un disparatado servicio patriótico. En esta entrevista, Fernanda reflexiona sobre la literatura y sobre el mundo.

¿Cómo nace 'Nación Vacuna'?

Construyo a partir de imágenes que me parecen inquietantes, sin preocuparme por la trama. Enseguida aparecen personajes que componen un elenco que provoca tensiones dentro del relato. En el caso de 'Nación vacuna', una de las primeras imágenes fue la de Jacinto, el personaje protagonista, seleccionando mujeres, haciendo preguntas de formulario, y anotando a máquina. Lo vi en una oficina de los ochenta, todo un poco sucio, entre verde y gris. Luego escuché el modo en que hablaba. Siempre me intriga más el lenguaje que la acción. Una escena es responsable del nacimiento de la siguiente. Me gusta imaginar texturas, modos de decir que van creando las huellas que imprimen la voz que narra.

¿Por qué acercarte a la distopía, con la guerra de las Malvinas como telón de fondo?

Suelo alterar las coordenadas tradicionales del relato: tiempo y espacio. Esta novela nació fuera de este tiempo, y no coincidía con la historia argentina, pero se le parecía mucho. Era una distorsión dentro de la distorsión. Convengamos que soy de un país en el que la realidad no coincide muchas veces con la narración que se hace de ella. Por otro lado, necesitaba inventar algunas reglas. Idear una especie de territorio apto para la pesadilla. Por eso moví la capital a Rawson, apareció una Junta de Gobierno algo extravagante, un proyecto siniestro, que no tiene relación directa con hechos del pasado pero que encarna cierta fantasía de redención en torno a las islas perdidas en combate.

¿Por qué has optado por una narración fragmentada? ¿Tiene relación con tu vocación poética?

En parte, la poesía es responsable. Disfruto de los textos rasgados, me cuesta leer sin vacíos, sin elipsis. Pero además algo de la forma surgió directamente de la naturaleza de Jacinto, que es quien respira el texto. Está fragmentado, solo, aparte. Vive en un anexo. Y fue afilador de cuchillos. Cada texto es un recorte.

'Nación vacuna' nos habla de un sistema estatal asfixiante. ¿Debemos buscar conexiones con el momento presente?

Sin pretenderlo, creo que hay mucha conexión con lo que sucede a nivel mundial. Los estados interviniendo tan directamente en la vida de los ciudadanos, marcando y controlando lo que se puede y no se puede hacer. Si bien la Pandemia habilita determinadas medidas de emergencia, las requiere, del mismo modo ha revelado la precariedad de los sistemas de salud, la pobreza de un sanitarismo capitalista cuya única medida consiste en mandarte a casa. Un sistema que reconoce su impotencia y aun así requiere de tu obediencia. Claro, frente a la posibilidad del contagio, no hay mucho que discutir. Mejor guardarse. Pero eso no significa perder la mirada crítica sobre la situación.

Jacinto Cifuentes vive en una sociedad absurda, que se mueve por inercia, cuyos ciudadanos son cosificados… El sueño de un tirano.

Creo que todos somos un poco eso. Consumidores adormecidos. No se requiere de ningún tirano. Uno se entrega solo. Ahora que se nos prohíbe la circulación del cuerpo, las mercancías vienen a vos. La casa en la que uno habita hace las veces de sucursal de tu banco, de oficina, de colegio, de cine, restaurante, etc. Y si no tenés casa, estás más a la intemperie que nunca, en una ciudad vacía.

Tus personajes viven sin afectos, aislados. Parece imposible una comunicación real. ¿Qué te llevó a recrear un mundo así?

La respuesta está implícita en tu pregunta. Recreo lo que veo en el mundo.

¿Sigue siendo la guerra de las Malvinas una herida abierta para Argentina, o es algo olvidado?

Creo que las Malvinas siguen presentes en el imaginario, no tanto en la práctica. Los así llamados héroes, regresaron y fueron negados. Tuvieron que pelear por sus derechos, por una pensión, por atención psiquiátrica. Hubo muchos suicidios entre los que volvieron de la guerra. Y silencio frente al absurdo inicial, de apoyar una contienda que sólo pretendía distraer para no evidenciar que la dictadura cívico-militar estaba naufragando en su función, perdiendo poder. A nivel simbólico no ha disminuido su vigencia.

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