Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Vicente Chumilla, pintor: “Alucino con la capacidad de los españoles para ver lo que nos separa en vez de lo que nos une”

El pintor Vicente Chumilla

José Miguel Vilar-Bou

0

Vicente Chumilla (Yecla, 1956) tuvo claras dos cosas a los catorce años: Quería pintar y vivir en Madrid. Ambas las logró. Desde los ochenta, ha desarrollado una carrera en la que ha oscilado entre lo figurativo y lo abstracto, pero siempre desde el expresionismo. Se ha atrevido con todos los formatos: pintura, grabado, escultura, dibujo, collage… En la actualidad trabaja en una serie de dibujos y collages hechos a partir de carteles arrancados en la calle y que va compartiendo con sus seguidores en las redes sociales. Afirma que el clima social se cuela inevitablemente en sus creaciones. El actual momento, “convulso y de exageración”, no está siendo caso aparte.

Te defines como autodidacta.

Es para simplificar, porque solo uno no aprende. Necesitas a otros. Yo me formé en Yecla de la mano del pintor Miguel Palao y después también tuve mucha ayuda en don José María Párraga. Ellos dos eran amigos. José María fue algunos veranos de vacaciones a Yecla. Yo lo conocí entonces y también lo visitaba en Murcia. Conversaba mucho con él. Realmente Párraga me influyó más como persona que como pintor. También me ayudó cuando me vine a Madrid. Me dio direcciones de amigos para encontrar trabajo. Me he arrimado siempre a gente que me gustaba como artista y de la que podía aprender. A hacer grabados aprendí en el Círculo de Bellas Artes, donde conocí a don Francisco Arjona, pintor y grabador que me enseñó mucho.

¿Cómo fue tu primer contacto con la pintura?

Con catorce años me pusieron a trabajar en una fábrica de muebles en Yecla como tallista de madera. Tenía que aprender a dibujar y tal. De casualidad, un día apareció por allí Miguel Palao. Quedé deslumbrado. Supe que quería pintar. Fui a su estudio, conversé con él y empezó a darme clases. Y así comencé. Luego, tanto Palao como Párraga habían estado en Madrid. Esa es la otra cosa que tuve clarísima desde el principio: Quería pintar y vivir en Madrid. Y lo conseguí después de mucho tiempo porque por cuestiones familiares -tuve que seguir trabajando, colaborar con mi familia- al final me vine con veinticinco años.

Madrid supondría un gran cambio.

Sí, porque además vine en un momento muy interesante: Era 1981. En esa época empezaba una eclosión de galerías de arte. Había un ambiente cultural muy llamativo y todo eso me influyó muchísimo. Me quedé deslumbrado con esa explosión de actividad. Creo que llegué en el momento justo. Luego, por supuesto, se juntaron otras circunstancias: Me casé, etc.

El expresionismo es una constante en tu obra. ¿Cómo fuiste fraguando tu estilo?

Yo creo que hay dos tipos de pintores: un pintor racional, que acaba haciendo geometría o pintura hiperrealista y otro más impulsivo, con tendencia al caos, la desorganización y el expresionismo. Esta segunda era ya de por sí mi tendencia natural, y además, en Yecla, Miguel Palao me había descubierto a los expresionistas. Pero a eso se añade que en los ochenta, en Madrid, sobre todo en las primeras ediciones de ARCO, los jóvenes quedamos deslumbrados con los pintores alemanes, hasta el punto de casi renunciar a nuestra tradición para apoyarnos en la suya.

En tu trayectoria has explorado tanto la abstracción como la figuración.

Son dos polos entre los que ando siempre debatiéndome, pero siempre en base a la intuición, el impulso y el expresionismo. Hace como cinco años me cansé de hacer pintura abstracta. De pronto necesitaba volver a la influencia de Miguel Palao. Lo tomé como un tributo, pero sobre todo como una vuelta al principio para arrancar de nuevo.

Un modo de reconectarse a las raíces.

De hecho, cada cuatro o cinco años vuelvo a exponer en Yecla. Enfrentarte a tus amigos y tu familia, que son tan sinceros y crueles, te ayuda a tomar tierra, a no perderte: “Pero por qué pintas estas tontunas” (ríe). En 2019 tendré una exposición allí.

Durante cinco años has realizado junto a la historiadora Jara Díaz charlas de divulgación del arte, una de ellas precisamente en Yecla.

En estos años hemos hablado prácticamente de todo: desde el Renacimiento hasta el Expresionismo. La cosa surgió un día conversando sobre arte en mi taller. Vi que nos complementábamos en nuestros comentarios y me di cuenta de que eso mismo, charlar, podíamos hacerlo delante de la gente. Y funcionó muy bien. En Yecla conversamos sobre Fernando Carpena, un pintor tradicional yeclano.

Alguna vez has dicho que tu obra se contagia del clima social del momento. ¿Qué se está colando ahora en tus trabajos?

Ahora mismo estoy alucinando con la capacidad que tenemos los españoles de ver lo que nos diferencia de los otros. Lo nuestro no es centrarnos en lo que nos une, sino en lo que nos separa. Nuestra especialidad es el enfrentamiento. Me parece que vivimos un momento convulso, de exageración… Y esto te acaba influyendo: Ahora estoy cogiendo carteles viejos de la calle y con ellos construyo personajes. Parto del mundo publicitario para hacer algo intimista. Como no soy reportero gráfico, en vez de fotografías hago collages. Es un procedimiento con el que me siento libre, espontáneo, más un narrador que un pintor. La pintura es más reflexiva, más íntima.

Etiquetas
stats