Ciudadanos eligió este sábado su comisión gestora que les conducirá a la asamblea general del 15 de marzo, de la que saldrá proclamada su nueva dirección tras la debacle del 10-N, cuando perdieron 2,5 millones de votos y, de ellos, casi cien mil en la comunidad murciana. La reunión de su Consejo, celebrada en un hotel madrileño, evidencia el complicado momento que vive la formación naranja, descabezada de su hasta ahora líder, Albert Rivera.
Todo hace indicar que Cs ha comenzado la casa por el tejado. El presidente del Consejo, Manuel García Bofill, leyó al comienzo de la reunión una lista de 16 personas (Villegas, Hervías… riveristas sin Rivera), que las delegaciones territoriales desconocían previamente, y se procedió a votarla sin debate previo. La elección de esa gestora, a mano alzada por los casi centenar y medio de asistentes, supuso un termómetro para medir la temperatura del partido liberal. Casi el 91,5% votó a favor, mientras tan solo cinco miembros del Consejo lo hicieron en contra y seis se abstuvieron. El resultado se aproxima bastante a lo que se denomina elección a la búlgara, esa expresión que se originó a partir de los congresos del Partido Comunista de Bulgaria, en los años 60 y 70, durante los cuales salía elegido como secretario general, una y otra vez, por aplastante mayoría y sin contestación, el pro-soviético Todor Zhikov.
Una de las voces más críticas, aunque no está entre los cinco que se opusieron, fue la del vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, quien según consta en una grabación filtrada del cónclave naranja, aseguró sentirse defraudado y abochornado por cómo se había procedido a la elección de la mencionada gestora, votando primero y debatiendo después: “Hemos defraudado a los españoles y, lo que es peor, 20 días después de las elecciones no hemos hecho un análisis de lo que ha pasado”, aseveró. No obstante, la de Igea sigue siendo una de las opiniones más respetadas en el seno de Cs. Conviene resaltar que en la gestora no hay representantes de ninguna de las tres comunidades -excepción hecha de Madrid- donde gobierna Cs con el PP. Es decir, de Andalucía, de Castilla y León y de Murcia. Otra voz crítica, que en este caso sí votó en contra de la lista elegida, fue la del dirigente asturiano Ignacio Prendes, ex-UPyD.
La inclusión en el citado órgano de transición del vicepresidente madrileño, Ignacio Aguado, y de la vicealcaldesa, Begoña Villacís, dice bastante de por dónde pueden ir las cosas. Cs ha sido, hasta la fecha, un partido centralista cuyas 'sucursales' o 'franquicias' nunca han dado un paso sin contar con el beneplácito de la dirección nacional. Recuérdese el episodio de los pactos de gobierno en la Región de Murcia donde su estrategia y desenlace vinieron amasados y cocinados desde su sede central, siendo sus responsables regionales meros figurantes en la trama, por mucho que se reivindiquen como arduos negociadores.
Volviendo al Consejo del sábado, no consta que los representantes murcianos mostraran queja alguna por quedar fuera de la gestora, como sí hicieron Igea o el vicepresidente andaluz, Juan Marín, este último con mayor dosis de tibieza. Por su parte, la dirigente murciana Isabel Franco se limitó a tuitear a posteriori que “las mejores noticias” eran que la canaria Melisa Rodríguez fuera su “voz durante esta transición” y que ello era “una muestra de autenticidad”. Y añadió que ella (Rodríguez) y el resto de integrantes de la gestora “forman el mejor equipo posible para dirigir el partido en los próximos meses”. Fin de la cita.
Tradicionalmente, Murcia, en general, ha pesado poco en los órganos directivos estatales de los partidos. Como se solía decir con sorna en el pasado, “pinta menos que un concejal de Cuenca en Madrid”. Ni siquiera en el PP, por mucho que su secretario general sea de Cieza y presuma a menudo de ello. Y ya no digamos en el PSOE o en Podemos. Los murcianos seguimos formando parte de ese furgón de cola, empotrados en una esquina inferior de la península ibérica, tal y como reflejaba, tan oportuno como siempre, este domingo en su viñeta el dibujante José Manuel Puebla, cuando dos interlocutores se cuestionaban cuántos centros de salud o institutos de enseñanza tendríamos en la Región si, como asegura una encuesta reciente y quizá influenciada por 'el efecto látigo' de Vox, el sentir mayoritario de los murcianos pasa por devolver al Gobierno central las competencias en sanidad y educación. Vamos, que iríamos listos si tuviéramos que vivir pendientes de las migajas que nos siguieran lanzando, unos y otros, desde sus despachos en la capital del reino.
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