Los humedales son zonas cubiertas de agua temporal o permanentemente que tienen una dinámica propia. Son ecosistemas mixtos, terrestres-acuáticos, imprescindibles para la biodiversidad. Existen muchos tipos de humedales, naturales y artificiales: lagos, charcas, manglares, turberas, oasis, mares poco profundos, marismas, arrozales, etc. Son una fuente de agua y alimentos, permiten la recarga de acuíferos y se comportan como sumideros de CO2. El cambio climático y la agricultura industrial intensiva sigue siendo su mayores amenazas y las figuras de protección con las que cuentan son insuficientes o quedan sobre el papel. Los humedales son ecosistemas fundamentales pero ya han desaparecido el 60%, en nuestro país, ante la pasividad de los distintos gobiernos encargados de protegerlos
La Convención intergubernamental Rámsar, ha incluido setenta y seis humedales en su lista internacional desde 1982. De ellos, tres pertenecen a la región murciana: el Mar Menor, las Lagunas de Campotéjar en Molina de Segura y las Lagunas de las Moreras en Mazarrón. En el caso del colapso del Mar Menor la paradoja está en que la llegada masiva de agua alimentó una agricultura intensiva, incrementada en las últimas décadas, que vierte agua cargada de nitratos de los fertilizantes que usan, provocando eutrofización y anoxia, matando la pradera marina y asfixiando la fauna. A esto se unen los vertidos mineros, el urbanismo extremo, los vertidos de aguas residuales, el dragado de los fondos para dar paso desde el Mediterráneo a barcos de mayor calado y la ganadería intensiva de la zona. Frente a esta situación se produjo una movilización sin precedentes de la sociedad civil en toda la Región, y fuera de ella, que culminó en la aprobación de la Ley 19/2022, de 30 de septiembre, para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar Menor y su cuenca, un paso significativo en el desarrollo de medidas para proteger este enclave singular. Otro paso hacia la regeneración es la creación de humedales seminaturales en la franja del Mar Menor, incluyendo la reconexión de la rambla del Albujón en las proximidades de su desembocadura con una superficie de humedal, emulando en parte el funcionamiento natural que esta rambla tenía antes de ser encauzada.
Los humedales están desapareciendo a un ritmo mucho mayor que los bosques, lo que disminuye la disponibilidad de recursos acuíferos y la disminución de su capacidad de mitigación y adaptación al cambio climático global. Nuestra Región es un territorio muy vulnerable a los efectos del cambio climático y debiera liderar la reducción de los impactos humanos que lo provocan, con medidas como la salvaguarda de estos espacios. La agricultura intensiva de exportación, el crecimiento desmesurado del regadío, la sobreexplotación de recursos hídricos y la contaminación de las aguas representan grandes amenazas para los humedales y son consecuencia de una deficiente gestión del agua y del territorio. En este aspecto, la irresponsabilidad directa y la laxitud de las administraciones públicas son pasmosas. Todo esto, como tormenta perfecta, provoca el grave deterioro de los humedales murcianos y, especialmente, la crisis del Mar Menor. El propio Plan Estratégico de Humedales del gobierno reconoce e identifica estas amenazas como algunos de los mayores impactos sobre los humedales españoles.
La recuperación y conservación de estos ecosistemas deben ser un objetivo prioritario de las políticas estatales de biodiversidad, y debería serlo también para los gobiernos autonómicos, dado su papel regulador del agua, un recurso cada vez menos disponible. Desde diversos ámbitos, como Ecologistas en Acción, han reclamado al Ministerio para la Transición Ecológica la declaración urgente de las lagunas costeras como primer hábitat en peligro de extinción en el Catálogo Español de Hábitats en Peligro de Desaparición, documento que lleva esperando casi quince años su publicación.
El camino para el mantenimiento y la regeneración de los humedales pasa por la disminución y la reconversión del regadío intensivo. Es necesaria una moratoria de nuevos proyectos de ganadería industrial y aumentar el apoyo a la producción ecológica. Hay que cambiar la política hidráulica tradicional, centrada en la ejecución de grandes obras y luchar contra la contaminación de nuestras aguas superficiales, subterráneas y costeras. También hay que adecuar las políticas forestales a las necesidades de un país árido como el nuestro y diseñar un objetivo de incremento del uso de variedades locales adaptadas al clima. La conservación de los humedales pasa, en su caso, por la gestión sostenible de los recursos hídricos y las actividades económicas en las cuencas hidrográficas de referencia.
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