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Vox Murcia o cómo morir de éxito en la región más conservadora de España

La diputada nacional por Murcia, Lourdes Méndez, junto a Santiago Abascal y el diputado murciano Pascual Salvador

Santiago Cabrera Catanesi / Erena Calvo

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Irregularidades en cobros de afiliaciones; colocaciones a dedo; destitución completa de la dirección provincial; expulsión de diputados y acusaciones de encubrir un fraude electoral. Vox Murcia ha pasado de ser la gran apuesta de Abascal –obteniendo los mejores resultados en las generales del pasado 10N– a convertirse en un quebradero de cabeza para la dirección nacional. La incapacidad para gestionar el éxito de la agrupación y las relaciones internas con Murcia han transformado el bastión de Vox en una trampa mortal.

Las siglas del partido de Abascal se hicieron un hueco en la Región en 2014, pero de los fundadores no queda nadie. “Los resultados en las elecciones a la Unión Europea de aquel año fueron decepcionantes, y los que conformaron el partido se marcharon”, señalan antiguos miembros de la formación. En 2019, la extrema derecha se coronó en las elecciones autonómicas murcianas con cuatro diputados –convirtiéndose en llave del actual gobierno entre PP y Cs–. Remató su triunfo siendo primera fuerza en las generales con 199.440 votos, el 28% de apoyos.

De los comienzos del partido se puede encontrar en la actualidad a Mabel Campuzano y Pascual Salvador: la primera es una de los tres diputados murcianos expulsados del partido hace escasos días; el segundo es el único parlamentario regional afín a Abascal que se salvó de la criba. En 2015 se unieron a la formación Francisco Carrera y Juan José Liarte, desterrados junto a Campuzano por quitar de la cuentas bancarias del grupo parlamentario a dirigentes nacionales, además de despedir a cuatro empleados.

Un partido sin cimientos

El conflicto catalán, recuerdan fuentes cercanas al partido, disparó el crecimiento de la agrupación. “Fue algo desorbitado y se nos fue de las manos porque todos teníamos nuestros trabajos y le dedicábamos al partido el tiempo libre”. “Murcia se veía una de las apuestas fuertes de Vox por su tendencia conservadora”, señala el consultor y secretario del Colegio de Ciencia Política de la Región de Murcia, Francisco Javier López Carvajal.

Elementos como la crisis del independentismo; el rechazo a los menores extranjeros no acompañados –menas–; la fuerte dependencia de trabajadores inmigrantes en el campo murciano y el llamado 'sentimiento de españolidad' fueron caldo de cultivo para el éxito del partido en el territorio. Mensajes que calaron hondo en el ideario conservador de la Región, con 25 años de gobiernos de derecha a sus espaldas.

“Vox tuvo un crecimiento muy rápido pero no tenía una estructura de partido sólida como para evitar tener una crisis interna” expresa Carvajal, que ve en Podemos y Ciudadanos –como partidos de 'nuevo cuño' frente a PP y PSOE– el mismo problema. A nivel regional, el politólogo no ve un liderazgo fuerte: “Está José Ángel Antelo –presidente de la gestora de Vox en Murcia–, al que intentan potenciar lo máximo posible, pero no hay bases fuertes. El éxito electoral les sobrepasó”. Carvajal señala que, salvo Luis Gestoso y Lourdes Méndez Monasterio –ambos diputados nacionales de Vox por Murcia–, “el resto son neófitos”, gente con ninguna experiencia en el campo de la política.

Las guerras internas

Antes de las elecciones autonómicas en mayo de 2019, se unió a Vox “mucha gente, interesada y desinteresada, al partido”, indican fuentes críticas cercanas a los diputados expulsados de Vox. Entre ellas, el actual presidente de la gestora, Antelo, que no se afilió hasta comienzos del pasado año, pocos meses antes de los comicios.

También se unió Luis Gestoso –tras pasar por PP y Ciudadanos–, al que muchos del sector crítico de Vox señalan como el principal foco de discordia de la formación en Murcia. Militar dentro de la reserva, coincidió con Santiago Abascal en Amurrio –Álava– cuando era miembro del PP vasco, y entre ellos surgió una fuerte amistad: “Es su hombre en la Región”, lamentan las mismas fuentes.

Mabel Campuzano y sus compañeros “alucinaron” cuando, después de los resultados de Vox en las regionales murcianas, Abascal cortó la cabeza a toda la dirección provincial. “Fue su reconocimiento: destituirnos y nombrar una gestora presidida por José Ángel Antelo”, añade. El actual presidente de Vox Murcia es también tercer concejal y portavoz de la agrupación en el Ayuntamiento de Murcia, y la diputada asegura que cuando asumió el cargo no sabía “nada de política”.

Los motivos de Abascal para tomar el control del partido en la Región nunca quedaron claros. La versión oficial sostiene que Pascual Salvador –que era el anterior presidente de la dirección provincial– dimitió “por acumulación de funciones”. Voces críticas hablaron de una guerra interna que quería ganar Gestoso, y señalaron que los responsables del partido en Murcia no querían dimitir, pero se habían visto obligados por la dirección nacional.

Irregularidades, asignaciones a dedo y presuntos fraudes

Lo cierto es que a la caída de toda la plantilla provincial de Vox le precedieron varios escándalos en el seno del partido. En abril de 2019 los diputados Pascual Salvador y Francisco Carrera, así como el coordinador de la formación en Cartagena, Luis Armada Dorda, fueron señalados por presuntos delitos económicos e infracciones. En diciembre del mismo año, la Fiscalía se posicionó a favor de que la Justicia investigue a los tres dirigentes por la supuesta caja B de Vox relacionada con el ingreso de la cuota de los militantes y por un delito de estafa.

Carrera –expulsado del partido junto a Campuzano y Liarte– sobrevivió a la primera purga con un nuevo cargo en la dirección provincial de Antelo, pero volvió a tener discrepancias con Abascal después de que este medio desvelara que su hijo había sido contratado como personal eventual del grupo de Vox en el Ayuntamiento de Murcia.

Un cargo que le ha durado ocho meses, ya que ha sido cesado esta misma semana por el partido. El joven de 28 años, que terminó hace cuatro la carrera y lleva año y medio colegiado como letrado, tenía derecho a un sueldo anual bruto de 49.000 euros. Para sustituirle han nombrado a María José Rodríguez, exjefa de prensa del Grupo Parlamentario Vox en la Asamblea Regional; una de las cuatro personas que fueron despedidas por Liarte, Campuzano y Carrera.

En un documento al que ha tenido acceso este periódico, Carrera lamenta la “miseria moral ”que demuestra una decisión “como el despido del hijo de un opositor para demostrar poder; es simplemente repugnante y muestra la calidad humana de quien lo hace”. El diputado asegura que la contratación la hicieron Juan José Liarte y Luis Gestoso, “con el visto bueno de la dirección nacional”. Y reconoce que ha tenido que soportar muchos ataques por ello, “internos y externos a Vox”.

La expulsión definitiva de Carrera deja al diputado a expensas del apoyo de sus compañeros, que han declarado la guerra a la dirección provincial de Vox. Prueba de ello fueron los dos audios y una conversación que apuntan a José Ángel Antelo como sujeto activo en el encubrimiento de fraude electoral que Juan José Liarte entregó a la Fiscalía.

Nuevas alianzas

El caos interno del partido no ha impedido a Vox crear nuevos lazos en la Región. El presidente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), José Luis Mendoza, ha apoyado públicamente la retórica ultraconservadora de la extrema derecha. La implantación del veto parental –suspendida mientras el Tribunal Superior de Justicia estudia el recurso del Ministerio de Educación– y el concepto de la 'ideología de género' han sido armas arrojadizas en el discurso del presidente de la católica.

Las relaciones entre la UCAM y Vox no se circunscriben al ideario de Mendoza y la formación: tanto Antelo como varios miembros de la gestora provincial trabajan o tienen relación directa con la institución educativa. Fuentes del sector crítico de Vox acusaron al presidente de la católica de querer “adueñarse” del partido.

La diputada expulsada asegura que Gestoso quiere ser “el próximo presidente de la Comunidad, y aunque sabe mucho de intriga política es muy limitado. Por ello necesitaba hacerse con un grupo de colaboradores, y ahí entra la UCAM”. Una relación que la propia institución negó tajantemente: “Es totalmente falso ese pretendido interés [por la dirección provincial de Vox], que no existe más que en la mente de quien no tiene otro objetivo que el de perjudicar a esta entidad”.

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