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Celtas Cortos, casi 30 años de música “festiva”

Parte del grupo Celtas Cortos, con Goyo Yeves a la derecha / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

No todos los grupos musicales que actúan en sanfermines están de acuerdo con los conciertos gratuitos, esos que atraen a todo tipo de público, curiosos incluidos, que no conocen el repertorio y, en ocasiones, tampoco desean conocerlo. Celtas Cortos está curado de espanto porque acumulan más de 2.000 actuaciones durante su carrera y porque la gran mayoría han sido por contrataciones festivas, realizadas por ayuntamientos. Sanfermines es una de esas localizaciones, y de las más habituales. El saxofonista del grupo vallisoletano, Goyo Yeves, reconoce que ha habido actuaciones en estas fiestas en las que han conseguido enganchar al respetable y otras en las que no tanto. Incluso tiene su propia teoría, casi como cualquier habitual de San Fermín, que es que a la plaza de los Fueros, menos céntrica, pueden acudir más personas interesadas expresamente en la música que a la plaza del Castillo. “Estamos acostumbrados a este contexto, porque hemos sido un grupo de fiestas populares, atraemos a diferente tipo de público, y Pamplona en sanfermines… buff. Es un mundo, un ente tan grande que a veces está por encima del concierto; y hemos tenido de todo”, expresa.

Este año, les toca precisamente actuar en pleno centro festivo (plaza del Castillo, a partir de las 24:00 horas), y lo hacen en colaboración con la banda de música de Tudela, un formato “peculiar” en el que se han especializado tras su último disco, Contratiempos (que salió a la venta a finales de 2014), en el que grabaron cuatro canciones con la banda sinfónica del Conservatorio de Valladolid, el papel que asumirá la banda tudelana. Han logrado adaptar sus canciones a ese modelo, y Yeves cree que triunfa porque es una novedad, porque al público le llama la atención ver a una banda local con una música distinta (en el caso de Celtas Cortos, sigue mandando el folk, la influencia celta, la mezcla y las letras con carácter social) y porque se trata de un tipo de música que encaja perfectamente con fechas como estas, un 10 de julio en Pamplona. Se trata, no obstante, de un tipo de actuación más propia de un auditorio y para ser degustada “tranquilamente”, pero la decisión ya está tomada “y las canciones son las de siempre, muy festivas, con algún tema nuevo, y la gente ya las conoce”, afirma.

Para Celtas Cortos, un grupo que se acerca a los 30 años de vida (ahora ha cumplido 29), esta es una experiencia más. Y Yeves insiste en remarcar esas tres décadas de vida porque defiende que siguen muy activos aunque más alejados del foco mediático. Recuerda, además, que incluso en los años más flojos han acumulado decenas de conciertos contratados por instituciones. Aunque, eso sí, como ya adelantaron en 2014 en una entrevista en Qué, exigen cobrar al menos algo del presupuesto por adelantado por la tardanza de algunas instituciones al hacer los abonos, porque la crisis ha apretado y porque no es fácil mantener ese nivel de conciertos con, al menos, siete integrantes (lo más habitual era que fueran ocho) sobre el escenario. Ahora, eso sí, Yeves asegura que ve “otra alegría” en las contrataciones actuales.

Este saxofonista y flautista es uno de los cuatro miembros originales de Celtas Cortos que se mantienen en la formación, desde aquella banda que en 1984 tocaba como parte del Instituto Delicias y que ha sufrido idas y venidas. La más importante, la marcha de su cantante y referente, Jesús Cifuentes, en 2002, pese a la que el grupo decidió seguir adelante con otra voz (Antuán Muñoz). Fue, reconoce, un momento “difícil” y la discográfica les advirtió de que no veía sacar un segundo disco con otro cantante. Las aguas volvieron a su cauce en 2006 con la celebración de los veinte años de Celtas Cortos (y la grabación del disco 20 soplando versos), cuando Cifu volvió a la formación. “Decidimos tirar para adelante y hubo un resurgimiento, por ejemplo con el éxito 40 de abril”, destaca.

“Queremos seguir haciendo ruido”

Con todo, ha pasado mucho desde aquella época “en la cresta de la ola”, entre 1991 y 1993, cuando, apoyados en sus discos más exitosos, Cuéntame un cuento y Tranquilo majete, la banda llenaba campos de fútbol; ahora están en otro punto, y afirma que lo llevan “con toda la naturalidad del mundo. Es normal que esas guindas de la tarta no estén siempre ahí”. En gran medida, porque siguen viviendo de la música, y “nos sentimos unos privilegiados, porque esto era un sueño que perseguíamos desde críos y ahora es nuestro trabajo. Seguimos con ganas de subirnos mañana a un escenario y pasado mañana también. Esta es nuestra vida, es lo que hemos hecho siempre y lo hacemos con ilusión y con honestidad”.

¿Y cuáles son los retos para el futuro? “Siempre experimentamos cosas nuevas, con nuestro propio estilo. La música siempre te deja objetivos y cuestiones por hacer”, afirma. Yeves asegura, por ello, que hay Celtas Cortos para rato: “El próximo año no sabemos qué va a pasar, pero seguiremos inventándonos algo. Queremos seguir haciendo ruido, decir que estamos ahí”. Y, como meta, se proponen seguir trabajando el extranjero, y no solo en Francia, que es un destino al que han acudido con más asiduidad, sino especialmente en Latinoamérica, porque “no hemos ido desde hace mil años”. “Siempre hay movimiento y hay que estar a la que salta”.

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