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Arnaldo Otegi no consigue superar el escollo de Podemos

Otegi habla con los periodistas tras una charla en la UPV.

Iñigo Sáenz de Ugarte

En esta campaña, a Arnaldo Otegi le gusta decir en los mítines que él es filósofo. Es una faceta que no se conoce mucho a este licenciado en Filosofía y Letras de 58 años. En el mitin de Vitoria del jueves, echó mano de una frase de Kant que resumió en: “Tres cosas ayudan a superar las dificultades: la esperanza, el sueño y la risa”. Si hablamos de dificultades para EH Bildu, la mayor en esta campaña es impedir ser sobrepasado por Elkarrekin Podemos, como ocurrió en las dos últimas elecciones generales. Pueden mantener la esperanza –si están en lo cierto la mayoría de los sondeos– y conservar ese sueño, pero el riesgo es tan grande que deja poco espacio para las risas.

El habitualmente estable y plural escenario de la política vasca se vio sorprendido –no exactamente convulsionado– por las dos victorias de Podemos en esas citas. A EH Bildu le sacó 11 puntos en diciembre de 2015. Seis meses después, fueron casi 16. En Navarra Unidos Podemos triplicó los votos de la izquierda abertzale en junio. Una parte muy importante del electorado vasco y navarro decidió que el mensaje que quería enviar a Madrid lo representaba mejor Podemos que Bildu.

Pero el reloj político de Euskadi lo marcan las elecciones autonómicas, no las generales, y ahí EH Bildu no puede permitirse otro resbalón. Como dijo el presentador del mitin de Bilbao –el mayor de su campaña con no menos de 5.000 personas pero que no pudo llenar el pabellón de Miribilla–, “tenemos que activar a los que votaron alguna vez a Bildu”.

La respuesta que ha dado la coalición ha sido desde el primer día proponer un tripartito al PNV y a Podemos, que ha sido rechazado por ambos. Otegi lo ha defendido de forma dramática: “Este país se nos está escapando de las manos, un país que tiene hipotecado su futuro”. Lo confirma el eslogan de la campaña: “Hemen eta orain” (Aquí y ahora).

También lo ha hecho tirando de números. Por utilizar la expresión que tanto se ha escuchado en Madrid estos meses, aquí los números sí dan en teoría, porque se trata de las que serán las tres principales fuerzas de la Cámara vasca: “¿Os imagináis un país en el que el Gobierno tuviera el apoyo del 80% de los parlamentarios y el 70% de los votos?”, preguntó en Vitoria.

El tripartito imposible

De momento, ese cálculo debe quedarse en el terreno de la imaginación. Las elecciones de 2012 ya dejaron claro al PNV que EH Bildu era su principal rival en Euskadi. Los peneuvistas han desdeñado la oferta de Otegi como imposible. Si acaso, han alertado a sus votantes del peligro que supondría una alianza Bildu-Podemos con al menos una referencia a la inevitable Venezuela, en boca de su presidente, Andoni Ortuzar.

Tampoco ha tenido mejor recepción en Elkarrekin Podemos. Pili Zabala, su candidata a lehendakari, dijo el jueves en Galdakao que la propuesta no ofrece “garantías de avance social y democrático”. Para Podemos, habrá un Parlamento plural que exigirá “pactos entre diferentes”. Ni hablar de matrimonios con EH Bildu, ni siquiera de conveniencia.

Mientras el PP alerta de un futuro pacto entre nacionalistas destinado a romper España y la candidata socialista Idoia Mendia acusa a Zabala de ser “una independentista declarada”, los dirigentes vascos de Podemos no esconden su falta de interés en un proceso soberanista “aquí y ahora”. Sus mensajes no pueden ser más diferentes a los de Bildu. Esa actitud no descarta en absoluto pactos en el Parlamento, pero sí una colaboración permanente hacia un objetivo común, que para Bildu sólo puede ser la independencia.

En la primera semana de campaña, Otegi apostó por su idea de pacto y por eso salvó a Podemos de las críticas más duras, enfocadas en el PNV, como si prefiriera no mentar al principal responsable del doble fracaso en las generales. Al igual que ocurrió al principio en la política española, parecía que no sabía cómo hincar el diente a Podemos. De hecho, en el primer mitin que hubo una crítica clara y directa a Podemos procedió de un invitado, el diputado de ERC Gabriel Rufián.

Euskadi no es Cataluña

Hasta que a Otegi se le acabó la paciencia y en los mítines de Bergara y Getxo, ya en la segunda semana, atacó con dureza. En Bergara, dijo que Podemos alega que se puede pactar un referéndum con el Estado: “Nosotros afirmamos que quien dice eso sencillamente está mintiendo, porque la experiencia histórica demuestra justo lo contrario”.

Eduardo Maura, diputado de Podemos y director de la campaña vasca de su partido, terminó después de despejar cualquier duda sobre la propuesta de Otegi, a la que definió como decepcionante: “Mi sensación es que esa oferta está hecha a imagen y semejanza de Cataluña, y yo no creo que Euskadi y Cataluña se parezcan”.

En Getxo, Otegi ya no podía seguir manteniendo la ficción de que el pacto es posible y cargó con todo: “¿Qué es lo que os ha decepcionado? ¿Que nuestra propuesta recoge que complementamos las pensiones hasta 1.080 euros? ¿La creación de 40.000 puestos de trabajo en el sector público? ¿El regreso de los exiliados económicos? ¿Que los vascos y vascas decidamos nuestro futuro?”.

Hubo tiempo para una puya más: “A nosotros, señor Maura, nos gustaría ilusionarnos con su propuesta. Lo que pasa es que no sabemos cuál es”.

Si el concepto de derecho a decidir puede admitir muchas interpretaciones, está claro que la de Elkarrekin Podemos no está marcada por la urgencia: “La independencia no es la prioridad”, dijo a este diario Pili Zabala. “El principal problema es la falta de empleo y la precariedad laboral”.

Podemos no ha hecho ningún intento por mantener a los votantes que pudo haber recibido en las generales procedentes de EH Bildu a través de un discurso soberanista que busque romper amarras con Madrid. Sólo ha dicho que está a favor de un mayor autogobierno y de que se apruebe una ley similar a la Ley de Claridad canadiense. Entró en vigor en el año 2000, cinco años después del referéndum secesionista de Quebec, para obligar a que otro referéndum tenga una pregunta clara y una mayoría reforzada. En ambos casos, quien tiene la última palabra es el Parlamento canadiense, sin que la ley diga cuál debe ser esa mayoría. La Ley de Claridad no se caracteriza precisamente por su claridad.

Está por ver cuántos votos de las generales conservará Podemos. Pili Zabala, una mujer de modales suaves y mirada triste, no tiene el verbo agresivo y contundente habitual en los dirigentes del partido. Cuando intervenía en un mitin al lado de Íñigo Errejón, el contraste era casi alarmante.

Pablo Iglesias hizo una fugaz aparición en el comienzo de la campaña y no se volvió a saber de él. Errejón ha hecho dos viajes a Euskadi. Este viernes Iglesias acude al Festival de Cine de San Sebastián a la presentación del documental de Fernando León de Aranoa sobre Podemos. Está claro que su partido lo habría necesitado en la segunda semana de campaña. Quizá el hecho de que Nagua Alba, líder de Podemos en el País Vasco, sea errejonista no tenga nada que ver.

La inhabilitación de Otegi no ha debilitado a Bildu. A causa de ella, se ha hablado mucho, en general en términos favorables, de las tres cabezas de lista: Miren Larrion, Maddalen Iriarte y Jasone Agirre; una profesora y doctora en Ingeniería Industrial y dos periodistas. La primera ha llamado la atención de muchos periodistas, que la consideran la única sorpresa de una campaña bastante previsible.

El votante de Bildu sabe ahora que su formación tiene banquillo para la primera línea con una imagen además diferente a la de los dirigentes de la izquierda abertzale de las últimas dos décadas. Lo que no tienen es lo que tampoco tenían antes: un socio estable en el fragmentado mapa político vasco. Incluso si quedan en segunda posición, parece que van a ser otros partidos los que lleven la iniciativa, al menos durante los próximos cuatro años.

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