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Celiacos, no millonarios

Una tienda con productos sin gluten especiales para personas celíacas. |

Cristina Sobremazas

Ser celíaco supone un gran impedimento, con consecuencias para la salud y para los bolsillos de los que padecen esta enfermedad. Sin embargo, el paso del tiempo y el trabajo de las asociaciones involucradas en esta problemática han conseguido ir supliendo las grandes carencias que existían hasta el momento en este aspecto.

La intolerancia al gluten del trigo, cebada, centeno y, en muchos casos, avena propicia una reacción inflamatoria en el intestino delgado que dificulta la absorción de nutrientes. El 75% de los pacientes están sin diagnosticar y existen tres tipos de enfermedades celíacas: La sintomática, con síntomas muy diversos; la subclínica, sin síntomas ni signos, pero con pruebas positivas; y latente, dividiendo estos en tipo A, que han nacido con ello pero se recuperaron al completo y de tipo B, que lo han desarrollado en algún momento durante su vida. 

Para facilitar el diagnóstico de la enfermedad existen asociaciones como la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), que ofrecen apoyo y asesoramiento a personas enfermas y sus familiares. A través de la página web y las redes sociales se proporciona todo tipo de información, disponiendo, a su vez, de una aplicación móvil que facilita la compra de productos sin gluten e incluso introduce un escáner de código de barras para saber si los productos están controlados.

Según FACE, “estas asociaciones se crean para ofrecer los servicios que se deberían estar realizando desde la Administración pública, por lo tanto, hasta que los organismos competentes realicen correctamente su trabajo, es una labor fundamental que alguien debe asumir”.

 

También explican que a la hora de darse cuenta de si una persona puede ser celíaca hay que intentar acudir a una asociación cercana para informarse de los posibles síntomas y estar atentos a ellos, dependiendo de si el paciente fuera niño, adolescente o adulto. En el primer caso, vómitos constantes, anemia, desgaste de los dientes o pelo frágil podrían servir como alerta de la enfermedad, así como en el caso del adolescente es, más bien, estreñimiento, dolor abdominal o cefaleas. Para los adultos, depresión, pérdida de peso o colon irritable suelen servir como pista, siempre teniendo en cuenta que los síntomas varían según la persona.

Celia Diego es la madre de Martina, una niña de 9 años a quien le detectaron la enfermedad con 4. “Se tiraba días y días con descomposición, siempre estaba cansada y adelgazaba mucho”, cuenta. Al hacerle las pruebas se confirmó su intolerancia al gluten. “Empezó una dieta y ganó peso. Parecía otra niña, con ganas de jugar y con buen carácter”.

Precios

Lo cierto es que el precio de los productos ha ido mejorando, pero aún son unos cuantos euros más los que se incrementa el precio de la lista de la compra, sin tener en cuenta que puede haber varios miembros de la familia con esta enfermedad.

“Los productos son más caros y se inflan sin ningún motivo razonable. Estimo que nuestra compra diaria nos supone aproximadamente un 50% más que antes”, añade Celia, la madre de Martina. En realidad, el único tratamiento fiable para esta enfermedad es no comer gluten, además de productos naturales, más aconsejables que los manufacturados, ya que estos podrían contener trazas.

“Hace años los productos específicos sin gluten solo se vendían en farmacias y herbolarios y gracias a la lucha de las asociaciones se consiguió que pudieran comercializarse fuera de ellas, lo que hizo bajar un poco su precio pero no lo suficiente”, lamentan desde FACE.

Ir al supermercado se vuelve todo un reto al tener que mirar, constantemente, las etiquetas de todos los productos que se compran. Poco a poco, las grandes superficies también atienden a esta necesidad y, por ejemplo, Carrefour estrenó el pasado septiembre una sección sin gluten y muchos productos (que no todos) del Mercadona son sin gluten.

Aún así el problema continúa al acudir a restaurantes: “En casa lo tenemos todo controlado, ella tiene su armario sin gluten para que no se 'contamine' con nuestra comida”, explica Celia. Sin embargo, al intentar comer fuera ha notado muchas veces que “lo tratan como una cosa extraña o, directamente, no te aseguran que los alimentos no puedan tener gluten, y así no se complican”.

Asimismo, es cierto que existen restaurantes con menús especiales para celíacos donde “hacen un esfuerzo por facilitarte la comida”. Y dentro de esta lista hay para todos los bolsillos. De hecho, el Hotel Bahía, el Hotel Chiqui o incluso Telepizza tienen una carta especial en Santander para los afectados por esta enfermedad.

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