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El “extraño” examen oral que rompió las normas de las oposiciones de la Sanidad vasca: “Tanta perfección no es habitual”

Múgica y Darpón, en la presentación de Bioaraba

Iker Rioja Andueza

En los exámenes prácticos de Urología dentro de la oposición de 2018 del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) las notas medias fueron bajas, muy bajas, pero un reducido grupo de opositores -14, casi tantos como plazas había en juego, 13-, sacó un resultado brillante o directamente perfecto, extremo que en otras categorías médicas se ha tomado como indicio de la existencia de filtraciones. La especificidad de este caso es que la prueba práctica, después de rellenada, se expuso oralmente ante el tribunal a pesar de que el manual de la OPE requería el “anonimato” en las correcciones para evitar sesgos y favoritismos hasta el punto de que en otras especialidades algunos opositores han sido expulsados solamente por poner su nombre en las hojas. 

En la investigación interna realizada por Osakidetza, la secretaria del tribunal, que se opuso desde el inicio a este sistema de “lectura pública” por contravenir la normativa interna, explicó sus sensaciones sobre el desarrollo del examen oral: “No tengo ninguna prueba pero tengo una sensación extraña. Había gente que lo sabía todo y gente que no sabía ni dónde le daba el aire. Había personas que entraban, leían y todo estaba bien. Me fui con una sensación horrorosa a mi casa. Me parecía realmente extraño”. 

Los vocales más veteranos del tribunal de Urología propusieron la fórmula del examen oral antes de la celebración de la OPE. “La expresión es muy importante. Es un caso clínico, es como una sesión clínica, no es un test. Y siempre ha sido así”, explicaba a los investigadores de Osakidetza, encabezados por Jorge Lasuen, el doctor Juan Pablo Sanz. Otros vocales argumentaron que se trataba de facilitar la corrección, tanto por ahorrar tiempo como para poder entender la letra de los aspirantes.

La propuesta de los especialistas en Urología se topó con las reticencias del presidente, Jon Guajardo, y, sobre todo, de la secretaria, Iratxe Regidor, encargada de velar por la regularidad del proceso. “La secretaria y yo tuvimos dudas”, admite Guajardo. Pero la dirección de Osakidetza dio el visto bueno alegando que era una prerrogativa que “se permitía sólo a facultativos” porque lo del anonimato era simplemente una normativa “interna” no reglamentada con su publicación en el boletín oficial. Más claramente lo explica Regidor: “Yo me opuse. Leímos el manual y el sistema no cumplía para nada con el anonimato. No aportaba nada. Llamé por teléfono [a los responsables de Recursos Humanos] y me dijeron que sí. Me siguió pareciendo alucinante y pedí una autorización escrita. No me había quedado tranquila con la conversación. Pensé que podía tener consecuencias posteriores”.

Preguntada por el anonimato, la vocal Ana Loizaga le quitó importancia. A su juicio, seguía preservándose porque ellos “no conocían” a muchos de los que allí exponían sus casos clínicos aunque es una obviedad que, al hacerlo, ya quedaban identificados. En todo caso, todos los miembros del tribunal rechazan haberse valido de ese sistema para beneficiar o perjudicar a los candidatos. 

“Tanta perfección no es habitual”

Así las cosas, en vísperas de la OPE, Regidor envió un correo electrónico a los opositores explicando los cambios. Llegado el día, se hizo la prueba teórica -elaborada por el doctor Javier Extramiana en nombre del IVAP (Instituto Vasco de Administración Pública)- y, posteriormente, la práctica. En el momento de la “lectura pública”, el tribunal se repartió en dos salas para tardar la mitad de tiempo. Tres vocales darían las puntuaciones acompañados en un caso por el presidente y en otro por la secretaria. 

Según Regidor, fueron pasando uno por uno delante del tribunal a exponer los casos clínicos. Todo era muy rápido. A su juicio, era “complicado” que “con esa plantilla” de corrección y una persona leyendo se pudiesen fijar las notas tan velozmente. El vocal Víctor Escobar asume que había cierta “subjetividad” a la hora de dar los puntos porque “no había un criterio unificado” para hacerlo. “Mi sensación personal es que es difícil corregir así, sinceramente”, abunda la funcionaria, que afirma que en Urología “todo ha sido muy extraño”. “Me resultó extraño que unos se supieran tan bien las respuestas. Tanta perfección no es habitual”, incide.

En Traumatología, el miembro del tribunal Enrique Uriarte también advirtió que los exámenes de los mejores opositores eran “fotocopias” entre sí y que se parecían “una barbaridad” a la plantilla de corrección. Y, en Angiología, se descubrió también que los candidatos con notas más altas habían acertado las mismas preguntas, fallado en las mismas -incluso escogieron la misma opción incorrecta- y hasta decidido no contestar a las mismas.

Durante su larga comparecencia, la secretaria explicó en detalle las cautelas que ella y el presidente establecieron para que no se conociera el contenido del examen práctico antes de la OPE. Este ejercicio lo elaboraron los vocales del tribunal. En principio, cada uno sólo conocía su parte y no la totalidad de la prueba. Antes del día de los exámenes, sólo ella disponía de la relación completa de preguntas. Alega incluso que “durmió” literalmente cerca de las copias para protegerlas. Por eso insiste en que “oficialmente” no hubo fugas de información y repite que “en reuniones del tribunal” no se habló de las preguntas. “En reuniones del tribunal, repito, no”, remarcó en varias ocasiones Regidor.

Los vocales, sin excepciones, han negado que conocieran del examen más allá de la parte que ellos mismos habían preparado. Ello contrasta con un testigo que afirma que días antes del examen Extramiana se reunió de manera poco menos que clandestina en una vivienda con opositoras de su centro, el hospital universitario de Álava (HUA). “Les mostró en su ordenador las preguntas de desarrollo que iban a salir en el examen”, indica esta fuente, que enumera las personas asistentes al encuentro que coinciden con las que posteriormente lograron algunas de las mejores notas.

A vueltas con las notas

Nada más terminar el examen -todas las especialidades médicas tuvieron lugar en la biblioteca de Las Nieves del campus de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en Vitoria- el presidente del tribunal llevó los resultados a una sala de ese edificio donde habitualmente seguían el proceso altos responsables de Osakidetza, incluida la propia directora general, María Jesús Múgica, en algunas ocasiones. Y, ante la “variabilidad” de las notas, se decidió hacer una segunda corrección.

Algunos vocales rebajan esta revisión al hecho de que se hiciera el examen oral en dos salas y a que era necesario unificar criterios por si había disfunciones. Pero la realidad es que ya se vio en un primer momento lo raro de los resultados con dos bloques tan diferenciados: los suspendidos -incluidos varios ceros- y los perfectos. Lo admite un miembro del tribunal, Antón Arruza. “Se nos transmitió que esa campana [de Gauss, sistema para evaluar la coherencia estadística de un proceso] no era homogénea. Llamó la atención de Servicios Centrales”, explicó en su declaración interna.

En este contexto, el tribunal se volvió a reunir. Aseguran los testigos que no se hicieron cambios significativos. Pero hasta nueve opositores vieron cambiada su calificación en esa parte práctica, cuatro a la baja y cinco al alza. Para uno de ellos supuso el aprobado. Lo más llamativo de todo ello es, sin embargo, es que esa nota revisada no se colgó en la página 'web' oficial del proceso, en la que se mantuvo durante semanas y meses la original. Es más, el informe estadístico que Osakidetza encargó a la Universidad de Oviedo para analizar toda la OPE y la información remitida a la Fiscalía ante las denuncias de sindicatos como ESK y LAB se basó en las primeras notas. La propia secretaria, Regidor, avisó cuando prestó declaración en septiembre -cuatro meses después de la OPE- de que el error no había sido subsanado.

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