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“En el tribunal de Cardiología se comprometieron para que los que tenían que sacar la plaza la sacaran”

Ángel Loma Osorio e Izaskun Obieta, cuando declararon como testigos en el Palacio de Justicia de Vitoria

Iker Rioja Andueza

Dentro de las oposiciones médicas del pasado año en el Servicio Vasco de Salud, la de Cardiología es una de las que más polvareda levantó, si bien por el momento ninguna persona ha sido imputada en la investigación penal abierta por la juez de Vitoria Yolanda Varona. En la segunda prueba, la de casos clínicos prácticos, hubo tantos exámenes perfectos como plazas en juego, 22, y algunos de los opositores que había logrado puntuaciones altas en la parte teórica quedaron fuera. Antes de la celebración de los exámenes, el 19 de mayo de 2018, el vocal del tribunal Ángel Loma Osorio alertó de que se iban a producir filtraciones para beneficiar a opositores muy concretos, los colegas de hospital de sus compañeros de tribunal. Después de conocidas las notas, insistió en la denuncia. Pero Osakidetza hizo caso omiso y determinó que no había pruebas hasta que se vio forzada a abrir una investigación interna después de que saltaran a los medios de comunicación irregularidades en Anestesia o Angiología. 

La dirección del Servicio Vasco de Salud encargó esa investigación a Belén Greaves, conocida por haber sido secretaria de la Ejecutiva del PNV (Euzkadi Buru Batzar) y por haber ocupado varios cargos institucionales. Del último de ellos, el de directora del Instituto Vasco de Consumo (Kontsumobide) dentro del organigrama de Salud, tuvo que dimitir tras haber sido reprobada por el Parlamento. Siendo portavoz del PNV en la comisión de Sanidad, en 1996, defendió la limpieza de las OPE. Como funcionaria, Greaves también ha formado parte de tribunales.

Greaves le tomó declaración a Loma Osorio durante más de 48 minutos y el cardiólogo del hospital universitario de Álava, que llegó a ser alto cargo del Servicio Vasco de Salud hace varias décadas, habló sin pelos en la lengua. “¿El hecho de que se esté grabando no implica que no pueda hablar con comodidad, no? Recuerdo esa frase de 'todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra'...”, preguntó a su interlocutora, con la que luego mantendría algún momento de tensión por sus afirmaciones.

Sin esperar a que se le formulase ninguna pregunta, el declarante ya alertó de que las filtraciones son una práctica sistemática en la organización desde que se configuró el modelo autonómico después de la transferencia del Insalud. “Mucha gente asume que lo adecuado es que las plazas se den a aquéllos que sus jefes dicen que lo merecen”, se puede escuchar en la grabación de la comparecencia del facultativo, que forma parte de la documentación judicial a la que ha tenido acceso este periódico.

Y añade: “No quiero acusar a nadie pero es un clima que existe y en el que he visto más o menos envuelto a mi pesar. He sido directivo de esta organización y he hecho algún intento bastante infructuoso para que fuera de otra manera”. “La norma es como es y el hecho de que sea imperfecta no significa que haya que trampearla”, razona el testigo sobre el sistema de oposición y sobre el hecho de que los jefes de servicio no dispongan de mecanismos para retener a sus residentes. 

'Vox populi'

También fue claro sobre sus sospechas concretas respecto a la OPE de su especialidad, la de Cardiología. Una de las novedades de esta convocatoria era que, precisamente en aras a buscar una mayor transparencia, el Departamento de Salud encomendó a un organismo externo, el Instituto Vasco de Administración Pública (IVAP), que asumiera una competencia histórica de los tribunales y se encargara de confeccionar al menos la parte teórica de las pruebas o, en algunos casos, todo el examen. Pero como el IVAP no dispone de especialistas en materias tan concretas, acabó tirando de la lista de profesionales de Osakidetza que le facilitó la propia dirección del ente.

En el caso de Cardiología, el que recibió el encargo del IVAP fue Loma Osorio. Él explica que desde el principio se conjuró para evitar fugas en esa parte y propuso que la prueba práctica se externalizase también al IVAP para evitar la participación del tribunal. Lo hizo por su “experiencia previa” y porque, en los hospitales vascos, es “vox populi” que para lograr una plaza tienes que ser uno de los elegidos por los padrinos que las reparten.

Loma Osorio relata que abandonó “más o menos amistosamente” una reunión con el resto de vocales del tribunal en la que estaban cerrando los preparativos de la OPE y que, al llegar a casa, recibió la llamada de otra colega del comité, Izaskun Obieta, del hospital Alfredo Espinosa y que había trabajado con él en Vitoria años atrás. Relata el cardiólogo que Obieta le contó cómo el resto de colegas “manifestaron su disgusto” por que se negó a ser “partícipe” del plan preconcebido para dar las plazas a quien se las “merecía en justicia”, según su criterio. Además, le explicó que habían manifestado su deseo de seguir adelante: “Se comprometían entre todos para que los que tenían que sacar la plaza la sacaran”.

¿Cuál fue la reacción de la comisionada de Osakidetza después de semejante revelación? Lejos de pedirle más concreciones, Greaves preguntó al propio Loma Osorio si había compartido sus preguntas con el resto de miembros del tribunal. Le afeó también que usara para las comunicaciones relativas a la OPE un 'email' personal y no el corporativo. “¿No piensa que esa actitud suya [...] ya estaba rompiendo la cadena de confidencialidad?”, le llegó a preguntar.

“¡Pero usted no tiene ninguna prueba!”

De hecho, uno de los puntos en que más ha incidido la investigación interna es en que Loma Osorio contó con colaboradores externos para confeccionar su parte teórica, entre ellos su hijo, contraviniendo el sistema fijado por el IVAP. Más adelante, la propia interrogadora afirma: “¡Pero usted no tiene ninguna prueba de que se hayan compartido, más que el 'susmo' ['sospecha', en euskara]”. Y Greaves le recuerda a Loma Osorio que “no estuvo presente” en la reunión en que la que afirma que se conjuraron para llevar adelante la filtración selectiva. En otro punto de la conversación, la investigadora le pide al testigo que le deje hablar: “Déjeme hacer una hipótesis. Usted ha hecho muchas...”.

En la declaración de la presidenta del tribunal, la doctora Luisa Díez, Greaves le pide a su interlocutora una valoración de su trabajo al frente de esa OPE de Cardiología. Lo hace, sobre todo, por “la tensión que ha padecido al tener una persona como ésta desde el principio no formando parte de las decisiones normales y mayoritarias del tribunal”. 

El propio Loma Osorio ya admite que “no es el más popular” ni en la organización ni en su hospital, ya que ninguno de los opositores de su centro logró un examen perfecto y, por consiguiente, una plaza fija. Tampoco la única colega de Obieta. Sin embargo, varios de ellos sí realizaron una prueba teórica notable. “No hay correlación entre sacar bien en el primero y el segundo”, insiste el cardiólogo, que apoya sus denuncias en abundantes datos estadísticos. Incluso sospecha que su propio cuestionario pudo ser filtrado en la misma sala del examen, a pequeña escala, ya que el tribunal sólo dispuso de él la misma mañana del 19 de mayo al haber estado custodiado por el IVAP. La instructora lo despacha con ironía al creer imposible que nadie se pueda memorizar preguntas en ese momento previo: “¿O sea que ustedes los cardiólogos tienen una cabeza de la pera?”.

Obieta, en todo caso, sí ha corroborado la versión de su colega y se alineó con Loma Osorio en todas las iniciativas de denuncia de las irregularidades. Ambos han declarado ya como testigos en la investigación judicial y se han ratificado en líneas generales en las prácticas que describieron con detalle en el expediente informativo interno de Osakidetza.

Se da la circunstancia de que esta investigación fue abierta la primera semana de junio, una semana después de que no se hubieran tomado en consideración los mismos hechos. Loma Osorio explica cómo 48 horas antes de que estallara la polémica en torno a la OPE en la prensa se reunió con los entonces director de Recursos Humanos, Juan Carlos Soto, y directora general de Osakidetza, María Jesús Múgica, dimitidos por este caso en los meses siguientes. En el encuentro estaba también Díez. Asegura que aquel encuentro duró tres horas y fue un “interrogatorio con guion, superprofundo”, aunque concluyó con la decisión de no adoptar ninguna medida.

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