El Aeropuerto de Barcelona-El Prat se merece un acuerdo, un buen acuerdo
El acuerdo anunciado el pasado lunes, 2 de agosto, por lo que se postula la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat, con una dotación estimada de una inversión pública de 1.700 millones de euros, supone un logro en el avance de situar Barcelona y Catalunya en el mundo.
Esta ampliación debe orientarse estratégicamente a reforzar el papel de hub del aeropuerto barcelonés, con una orientación a los vuelos de medio y largo radio, mejorando la conectividad transoceánica actual.
Asimismo, en el acuerdo también se contempla la conectividad de los aeropuertos de Girona y Reus, mediante la creación de nuevas estaciones de AVE, que permitirán la conectividad en media hora con el Área Metropolitana de Barcelona.
En el acto, celebrado el pasado mes de junio en Esade por más de doscientas entidades fuertemente representativas de la sociedad civil catalana, se expuso mediante un manifiesto la necesidad de articular esa ampliación del aeropuerto por las razones ahí expuestas y que he resumido en los párrafos anteriores, y también que esa ampliación debía darse con las máximas garantías y respecto por el medio ambiente. Ello era lo adecuado en una infraestructura del siglo XXI, y porque afectaba a una zona de protección europea, que requiere del visto bueno de la Comisión Europea, para su aprobación. Y por lo tanto, actuando ésta, y también los respectivos gobiernos catalán y español de garantes de las actuaciones a realizar y de las compensaciones suficientes que deban darse en su caso.
Por todo ello, creo que estamos ante una demanda de racionalidad económica y medioambiental que exigían, como pedía la sociedad civil en ese acto, la búsqueda de un acuerdo que, con el objetivo en el interés general, supiese articular el desarrollo de esta imprescindible y estratégica infraestructura en un entorno con altos niveles de protección ambiental y que pudiese ser también un acicate a medio plazo de la mejora de la competitividad de la economía catalana y española, y más en momentos de crisis pandémica.
De ahí que se valore positivamente ese acuerdo, que deberá concretarse más detalladamente en la elaboración del Plan director del Aeropuerto. A nuestro entender, la falta de acuerdo y la confrontación, únicamente hubiese supuesto seguramente mayores titulares, pero no mejores beneficios para la sociedad a la que sirven. Por ello, entendemos y continuaremos entendiendo la necesidad de dialogar, negociar y acordar. En este caso, la fecha de finales de septiembre se encontraba ya muy próxima, y llegar a un acuerdo, a un buen acuerdo, sin apurar el calendario, y dando una proyección de compromiso ante una infraestructura estratégica como es el aeropuerto de Barcelona es una buena noticia con la que se ha iniciado afortunadamente este mes de agosto.
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