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Lo del novio

Isabel Diaz Ayuso y Alberto González Amador.
13 de marzo de 2024 00:19 h

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El compañero de Isabel Díaz Ayuso ha sido denunciado por la Fiscalía por dos delitos de fraude fiscal y uno de falsedad documental al haber indicios de que quiso ahorrarse más de 350.000 euros de impuestos ficcionando gastos y facturas, como ha adelantado en exclusiva este martes elDiario.es. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido capaz de justificarlo horas después en la saña que le tienen y el ataque constante a quienes le rodean. “Ahora tocaba el novio”, ha dicho Ayuso, que se ha presentado como víctima de una campaña. La presidenta ha apuntado a “la Moncloa” como artífice, dejando por los suelos la independencia de los funcionarios e inspectores de la Agencia Tributaria y el trabajo de la Fiscalía de Madrid, a cuya jefa también ha señalado. 

En cualquier caso, siendo de relativa importancia a quién beneficia la información, lo realmente importante es la explicación que no ha sucedido. Ayuso debía haber detallado el caso y sus circunstancias ante los medios porque es relevante que la persona que gestiona los impuestos públicos de la capital conviva con alguien que presuntamente los escamotea a las arcas, un ahorro que redunda en la vida de pareja, que vive en un piso de 200 metros en un buen barrio de Madrid. También es relevante pensar en el dilema de si se puede perseguir el fraude en tu Comunidad e instar a la gente a pagar impuestos si no condenas claramente el que pudiera haber habido en tu casa. Hubiera sido deseable que Ayuso se hubiese puesto de parte de los que pagan y hubiera condenado a los que hacen trampa a priori, aunque lógicamente defienda la presunción de inocencia de su compañero. Pero no ha dado explicación del caso, si sabía que había una investigación o si preguntó alguna vez por los negocios a su pareja, que no es –como ha dicho Feijóo este martes en una entrevista– una persona cualquiera. Como no lo es Begoña Gómez, ni el marido de la Infanta Cristina o el marido de la presidenta del Congreso de los Diputados o lo fue el marido de la directora de la Guardia Civil que acabó dimitiendo. Una cosa es la responsabilidad penal o jurídica y otra, la responsabilidad ética y política, además de la obligación de dar información.

Ahora empieza un periplo judicial de instrucción el que se recabarán pruebas y se llamará a declarar a implicados. Puede acabar en pacto, condena o absolución, pero al margen de los enemigos que pinte Ayuso o que pueda tener, que los tiene, lo cierto es que algunas de las personas que la rodean han tenido comportamientos dudosos. Su padre consiguió un aval público de 400.000 euros en Avalmadrid sin cumplir las mínimas exigencias y ella medió enviando un correo electrónico para interesarse por la deuda. Entonces paró los golpes alegando que fue una desgracia personal (su padre falleció) y una ruina de una familia trabajadora, según la presidenta, que recibió en donación el piso familiar antes de que pudiera ser reclamado y subastado. Su hermano se llevó más de 230.000 euros de una comisión de mascarillas para la Comunidad gobernada por su hermana a través de una empresa de un amigo de los Ayuso en plena pandemia. En este caso no fue la Moncloa, sino su jefe de filas, Pablo Casado, quien sacó el tema a luz, algo que le costó el puesto. Ahora, según Ayuso, su pareja está “sufriendo” una inspección de la Agencia Tributaria (en realidad está ya en la fase de denuncia ante la justicia) y “como todo el mundo sabe”, la agencia acusa y ahora él tendrá que defenderse (en realidad ya lo ha hecho puesto que presentó alegaciones). 

Es evidente que Isabel Díaz Ayuso tiene enemigos, como ella dice, pero son sobre todo las irregularidades y hechos dudosos de las personas que la rodean.

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