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Sanar las heridas

El exministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, en el acto de traspaso de la cartera ministerial el pasado julio

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-Pedro Sánchez: Sales del ministerio, dejas el Gobierno y abandonas de inmediato la secretaría de Organización del PSOE.

-José Luis Ábalos: ¿Puedo saber los motivos?

-P.S. No es el momento. Ya hablaremos más adelante.

Así fue en términos generales, según varias fuentes conocedoras de la conversación, cómo el pasado 10 de julio el presidente del Gobierno destituyó a su ministro de Transportes y mano derecha en el partido. El cese menos esperado -junto al del defenestrado Iván Redondo- de cuantos se produjeron en la última remodelación del Ejecutivo sigue pendiente de una conversación hasta ahora no mantenida. Ábalos ha desvelado en su primera aparición televisiva en La Sexta que desde aquel día no ha vuelto a hablar con quien antaño lo hacía hasta tres veces al día. Mañana, tarde y noche. Hasta dos semanas antes de hacerse pública la nueva composición del gabinete, Ábalos estaba al tanto de los ajustes que Sánchez quería afrontar en el Gobierno. E incluso conocía el nombre de algunos de los salientes, entre los que el presidente jamás mencionó el suyo, claro.

Su destitución sigue siendo un misterio. Para el PSOE, para los españoles y para el propio ministro. Lo que se oye en los cenáculos es pura especulación político-periodística hasta que no se demuestre lo contrario. Ábalos ha transitado estos dos meses entre la perplejidad y el dolor de quien estuvo al lado de Sánchez cuando en el PSOE no había más de media docena de “pedristas” y nadie creía en sus posibilidades en la primera línea de la política.

Y ante la aflicción hay quien prefiere curarse con la palabra y quien opta por pudrirse en el silencio. En política, los segundos son los menos. No hay receta infalible para las heridas emocionales, pero si Ábalos se ha decidido a hablar -dicen quienes le conocen bien-  es para sanar y también para no dar pábulo a la rumorología y las maledicencias. 

El caso es que ha roto el silencio de los últimos 60 días y en su relato no ha habido un solo reproche, si acaso una declaración poco creíble de que su salida del Gobierno, y mucho más de la dirección del PSOE, no le pilló por sorpresa y tampoco preguntó por los motivos. Salvando las distancias, el exministro ha emulado la “fórmula Redondo” en un intento de convencer a propios y extraños de que su marcha fuera por decisión propia y que estaba cansado de una tremenda intensidad después de tres años y medio en la primera línea que afectó sobremanera a su vida privada. 

Que la política es más una trituradora de carne humana que un camino de rosas no es nuevo. Tampoco que en los últimos años las campañas de acoso y derribo de los adversarios y de algunos pseudo periodistas han traspasado todos los límites aceptables, pero que Ábalos, con la experiencia que acumula de más de 40 años en política, pretenda convencer a estas alturas de que sólo la despiadada lucha partidista y el cainita escrutinio público han acabado con su vocación de servicio público no se lo traga nadie. 

Él mismo ha anunciado que se quedará como diputado en el Parlamento. Es probable que la nueva dirección del grupo parlamentario le asigne una presidencia de comisión, a la espera de algún nuevo destino en el ámbito internacional. Esa es su aspiración y esa será la decisión que tenga que adoptar Sánchez en el futuro. Si busca acomodo o no para quien fuera su mano derecha durante los últimos cinco años. Y también si da su beneplácito para que alguno de los CEO del Ibex 35 abra alguna de las puertas que está tocando su ex jefe de gabinete para vender sus servicios. Hasta entonces, Redondo también tendrá más pronto que tarde una aparición estelar en la misma cadena donde Ábalos ha roto su silencio.  

La política ya es sólo televisión. Si no, por qué iban a buscar acomodo, además de un complemento retributivo, todos los ex en las tertulias. Esta temporada, Ábalos ha fichado por Cuatro; Susana Díaz y Teresa Rodríguez, por el programa de Ana Rosa en Telecinco y otros, como Margallo, Miguel Sebastián o Manuela Carmena, ya lo hicieron cuando dejaron la primera línea y siguen en las tertulias. Atentos a la parrilla. Todos buscan su minuto de gloria, seguir en el foco... O sanar las heridas.

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