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A veces hay que posicionarse, Pedro

El periodista Jamal Khashoggi

Antón Losada

Incluso en estos tiempos líquidos cuando parece que uno puede extender su programa y sus postulados hasta inundar todo el espacio disponible, como hace el agua, a veces no queda más remedio que plantar los pies en algún sitio si no quieres que la fuerza de la corriente te arrastre, como sucede en las inundaciones. Haría bien el presidente del gobierno en preguntarse si no ha llegado el momento de agarrarse sólidamente a algo, cueste lo que cueste.

Pedro Sánchez llegó a la Presidencia para gobernar de otra manera. Para hacer “real politik” y explicarnos que gobernar es muy difícil ya teníamos a Mariano Rajoy, que además lo hacía mejor y con más gracia. O marca la diferencia o debería empezar a tener presente que, la misma corriente de cansancio y hartazgo moral que se ha llevado al Marianismo por delante cuando menos de lo esperaba, puede llevarse al Sanchismo el día menos pensado. España y su política cambiaron de golpe en junio de 2018. Las exigencias a los gobernantes han aumentado drásticamente, también sus responsabilidades. Quién no lo entienda o lo olvide, lo pasara mal.

No se puede estar con los derechos humanos y vender armas a dictadores y sátrapas como la familia real saudí. No se puede defender un sentido ético de la política y luego seguir facturando mientras se exige que otros lo apliquen primero. No se puede reclamar el liderazgo en Europa y luego hacerte el muerto hasta que decidan los otros y así poder echarles la culpa. No se puede jugar a ser líder y dejar que venga luego Angela Merkel a enseñarte cómo se comportan los mayores. O mejor dicho, se puede hacer todo eso, pero se acaba pagando caro. El asesinato de Jamal Khashoggi ha vuelto brutalmente evidente lo que todos los gobiernos sabían pero no pueden seguir ignorando sin mancharse las manos de sangre. Así son las cosas. Podemos ignorar la carnicería de miles de anónimos yemeníes, pero no toleramos el crimen de un ciudadano saudí con firma en el Washington Post.

La demanda internacional de construcción naval lleva subiendo cinco años y el sector naval español no ha dejado de crecer, hasta volver a colocarse entre los primeros de la UE. Ni son las únicas fragatas ni los únicos contratos que se pueden buscar para llevar trabajo y riqueza a Cádiz, con o sin elecciones andaluzas. La disyuntiva entre “fragatas o derechos humanos” es tan falso como el clásico dilema entre “cañones o mantequilla”. Pero aunque lo fuera, Pedro, un líder de izquierdas y comprometido con la regeneración y la dignificación de la política lo tendría claro: derechos humanos, siempre. Hablar es gratis pero la libertad siempre cuesta cara.

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