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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

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La fortaleza de Puigdemont

Carles Puigdemont

Ignacio Jurado

Se acerca el 31 de enero, fecha en que está previsto que se celebre el debate de investidura en el Parlamento de Catalunya, y las discusiones en el seno del bloque independentista sobre qué candidato propondrán para la investidura parece que han llegado a un acuerdo: investir de nuevo a Carles Puigdemont como Presidente de la Generalitat.

Dadas las circunstancias materiales esto podría parecer sorprendente. Puigdemont está en Bélgica y no parece que acudiría a la investidura, por lo que la mayoría independentista en la Mesa será fundamental para forzar la interpretación del Reglamento y hacer una investidura a distancia posible. A pesar de esto, la narrativa de la restitución del presidente legítimo destituido por el artículo 155 es tan poderosa y tan asentada dentro del independentismo, que esta opción parece hoy la más viable.

Realmente, una de las principales sorpresas de la noche electoral el 21D fue la resistencia electoral ofrecida por Puigdemont. A principios de noviembre, el PDeCAT cotizaba a la baja (en coherencia con la senda que ha seguido en las encuestas desde hace mucho tiempo) y había poca esperanza sobre el devenir electoral de una nueva plataforma que solo se creaba después de que ERC se hubiese negado a la lista única. En cambio, centrar la estrategia en la figura de Puigdemont fue finalmente un acierto y JxCat consiguió el 21D, contra todo pronóstico, superar a ERC.

Puigdemont y los suyos supieron leer bien las encuestas al comprobar el gran activo electoral entre el independentismo que significaba alguien que había impulsado la declaración de independencia. Los siguientes tres gráficos muestran por qué Puigdemont será difícilmente renunciable por el PDeCAT y cómo, a pesar de todo, puede seguir siendo considerado un candidato de consenso dentro del independentismo. El resumen sería que los independentistas valoran muy positivamente la gestión de Puigdemont, no le reprochan que se haya ido a Bruselas y la mayoría le prefieren como Presidente de la Generalitat. No solo eso, Puigdemont tiene la ventaja que es una figura inclusiva dentro del independentismo y puede ser aceptado entre independentistas para los que un candidato normal del PDeCAT no sería aceptable (recordemos las dificultades de Mas para la investidura hace solo dos años).

Valoración del gobierno de Puigdemont

En primer lugar, la valoración de la gestión de Puigdemont como Presidente de la Generalitat es muy alta dentro del independentismo. Aunque podría argumentarse que la declaración de independencia de Puigdemont ha acabado con la activación del artículo 155 y la suspensión del autogobierno catalán, este argumento solo tiene eco dentro de los votantes no independentistas. En el independentismo, como era previsible, esto no le pasa factura, sino que le refuerza.

Así, en el barómetro preelectoral del CIS, a la pregunta de cómo se valora la gestión de Puigdemont al frente de la Generalitat durante los dos últimos dos años, la aprobación dentro del independentismo es unánime. No solo dentro de JxCat, donde un 88% de ciudadanos que manifestaban simpatía o intención de votar por el partido consideraban su gestión como buena o muy buena. Para el electorado de ERC la aprobación es del 78% y para la CUP del 80%.

 

Gráfico 1: Valoración de la gestión de Puigdemont entre votantes independentistas

Incluso se dan paradojas como que los votantes de ERC en las elecciones generales de 2016 valoran la gestión de Puigdemont algo mejor que los votantes de PDeCAT en las mismas elecciones (un 43% de los votantes de ERC califican la gestión de muy buena, mientras que la cifra baja a un 36% para los votantes de PDeCAT en las elecciones al Congreso de los Diputados de junio de 2016). Esto podría estar indicando que votantes de ERC en el pasado pudieron cambiar de voto hacia JxCat precisamente por su alta aprobación de Puigdemont como Presidente.

 

Valoración de su marcha a Bruselas

Los votantes del bloque independentista no solo valoran positivamente la gestión de Puigdemont en relación con la declaración de independencia, sino que no le recriminan haberse marchado a Bruselas. Al menos no lo hacían en diciembre pasado, durante la campaña electoral. En el conjunto del electorado catalán, la visión sobre la marcha de Puigdemont está muy equilibrada. Según datos de GESOP, un 47% la aprueba y un 46,75% la desaprueba. Estas diferencias corresponden de modo prácticamente calcado a los dos bloques que han protagonizado la campaña. Por un lado, en el bloque no independentista, el 90% de los ciudadanos desaprueba la marcha a Bélgica de Puigdemont y sólo un 5% (prácticamente en su integridad votantes del PSC) la aprueba. El panorama opuesto aparece en el bloque independentista donde un 86% aprueba la marcha a Bruselas de Puigdemont y solo un 8,6% la desaprueba.

 

Gráfico 2: Aprobación de la marcha a Bruselas de Puigdemont

 

Cuando la fragmentamos por partidos, comprobamos que la defensa de la marcha a Bruselas es abrumadora entre los tres partidos del bloque independentista y no es exclusiva de los votantes de Junts per Catalunya. Entre los que manifestaban una intención de votar a esta plataforma, un 88% aprobaba la marcha a Bruselas, pero las diferencias eran pequeñas en comparación con los de ERC (86 % de aprobación) y también con los votantes de la CUP (donde hay algo más de criticismo con un 14% de votantes que desaprueban la marcha de Puigdemont, pero todavía un 82% la aprueba). La conclusión evidente es que los votantes independentistas no parecen tener una percepción de que Puigdemont se ha marchado dejando un problema atrás. Más bien al contrario, la visión dominante es que su marcha es justificable y una consecuencia de la acción del Estado. Con esta base, muchos independentistas podrían entender una investidura a distancia que sea presentada como la restitución del gobierno legítimo

 

Preferencia como Presidente de la Generalitat

Este último punto es importante. ¿Aceptarían los votantes independentistas un Presidente a distancia? No cuento con datos posteriores a las elecciones, pero los datos de la campaña indican que el mayor acuerdo en el independentismo era alrededor de la candidatura de Puigdemont como Presidente, incluso cuando entonces ya se vislumbraba que era probable que no estaría presente.

De hecho, es sorprendente la aceptación que gozaba Puigdemont durante la campaña electoral como candidato a Presidente del independentismo. Cuando se preguntaba hace apenas un mes sobre quién preferían como Presidente de la Generalitat, más de un 31% de catalanes querían a Puigdemont como presidente. En el caso de PDeCAT vemos el patrón esperado y un 92% de sus votantes querían a Puigdemont recuperando la presidencia.

Lo inaudito, tal vez, es la preferencia que tenían los votantes independentistas que no eran de su partido. Si miramos a los que manifestaban intención de voto o simpatía por ERC, un 42% de los que manifestaban una preferencia lo hacían por Puigdemont y un 53% por Junqueras. Es decir, a pesar de que su líder había sido encarcelado y, podríamos decir, había pagado un precio mayor por la declaración de independencia, había un porcentaje muy similar de votantes de ERC que quería que el líder de otro partido fuera Presidente. Este dato me parece insólito porque en el momento de la encuesta, además, la previsión era aun que ERC quedara por delante. Que haya casi tantos votantes del otro gran partido del independentismo que quisieran a Puigdemont como Presidente demuestra lo arraigada que está la narrativa de la restitución del gobierno en el independentismo (y las dificultades que puede tener ERC con su propio electorado si es visto como un obstáculo para esto). De hecho, si en vez de mirar intención de voto o simpatía, analizamos el voto en las elecciones de 2016, observamos que más de la mitad de los votantes de ERC querían a Puigdemont como Presidente y poco más de un tercio prefería a Junqueras. De nuevo, esto podría indicar que la oscilación hacia JxCat en la recta final de la campaña se debe a votantes que se vieron motivados por la idea de una lista alrededor del candidato al que querían y valoraban como Presidente.

Es interesante mirar también a la CUP. Uno pensaría que hay mayor sintonía ideológica entre con ERC que con Puigdemont y el PDeCAT. En cambio, un 45,5% prefería a Puigdemont como Presidente, mientras que un 28.6% prefería Junqueras (y, tal vez de modo realista, solo un 17,5% manifestaba que preferían a Carles Riera). De nuevo, la lógica de la restitución de Puigdemont es más poderosa que la cercanía programática o ideológica.

 

Gráfico 3: Preferencias como Presidente de la Generalitat entre votantes independentistas

En resumen, estos datos en conjunto muestran la fortaleza que Puigdemont tiene dentro del independentismo y por qué es razonable esperar que el independentismo se ponga de acuerdo en que sea su candidato para la investidura, incluso si esta ha de ser a distancia. Es el gran (tal vez único) activo electoral de Junts per Catalunya y su figura fue el único argumento de campaña. A la vez, su gestión goza de gran aprobación y aceptación entre los votantes de las otras opciones independentistas. Cuesta ver, por ejemplo, una oportunidad mejor para persuadir a la CUP, en las circunstancias actuales, de una abstención para la investidura de un candidato del PDeCAT que si no es presentada como la restitución del que sus votantes consideran presidente legítimo. Por eso, con estos mimbres, no es tan sorprendente que ERC y JxCat terminen proponiendo a Puigdemont para un nuevo mandato.

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